Tardes rojas, tranquilas, desoladas, silenciosas, ensordesedoras.
Paz que dejaba al descubierto hasta las mas profundas heridas.
El rojo sol que entraba por la ventana hacia ver la habitacion como si se desangrase.
Su blanco cuerpo y labios, su oscuro cabello y ojos, sobre la cama boca arriba con la vista fija hacia el techo. Como una escena del crimen.
Carente de vida, pero sedienta de ella.
Paresia agonizar.
El sol ya staba manchando de un suave color rojiso su piel, pero no quemaba, no tanto como su pecho.
Tantos sentimientos juntos se confundian entre si, tantos comprimidos, atorados, asficciantes, algunos con causa, y otros queriendo tenerla se mesclaban generando combustion dentro su cuerpo, la cual no podia salir, no debia salir, obligandose a si misma a extingirse, generandole esa aletargante insatisfaccion, astiante frustracion sin emociones, que no le permitian lebantarse de la cama. No la dejaban volver de esa otra realidad detras de los ojos.