Único.

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Cuando te conocí sólo éramos unos niños, tan pequeños e inocentes... Incluso tu violencia era menor, tus malas palabras no sonaban tan mal y eran menos frecuentes.

Sólo niños, nada más.

Debo decir que ser tu amigo es algo que me hace enorgullecer, fue todo un desafío conseguir que me mirases más de medio segundo con asco, como si fuera una de esas niñas de las que tanto te quejabas y a las que tanto asco siempre pareciste tener...

Incluso hoy, muchos años desde esas veces en nuestra infancia, puedo ver en ti aquella mirada de desprecio y aunque casi siempre me las llevo yo, también la dedicas a mi club de fans.

Sé el porqué, siempre odiaste estas cosas.

Y no te culpo.

Crecimos juntos, lo sabes, hemos vivido tantas cosas, tantos desafíos y yo... Siempre he estado atado a ti de manera poco sana, me parece una locura el llegar a considerarte mi mejor amigo incluso.

Siempre has sido un escudo.

Iwa-chan, te enfrentas a mis miedos por mí, golpeas mis temores con fuerza, muy lejos, todo para que alcancemos la victoria en las batallas a las que hemos tenido que someternos.

Siempre has estado para mí a lo largo de mi vida, me he vuelto dependiente de esa vitalidad tuya, de la manera peculiar en que muestras tu buen humor y apoyo hacia quienes te rodean. Porque sí, Hajime, puede que algunos lo confundan con la excentricidad de un as, algo propio de un genio o un simple chico serio, pero sé que esas palmadas débiles antes del partido, esos gritos y golpes que nos das a cada uno de los miembros del equipo se resumen en una cosa; Confianza.

Porque así eres tú.

Y me lo has demostrado más de mil veces, sea de niños, cuando los problemas de mi adolescencia empezaron o ahora, cuando estoy sumido en un mar de lágrimas mientras nuestros padres nos miran hablar.

Porque ha sido hace relativamente poco que me he dado cuenta de tantas cosas que hubiera deseado hacer, tantas cosas que hubiera deseado decir, tanto que hubiera deseado vivir y simplemente... Simplemente ya no se podrá, porque una etapa ha terminado y el hubiera se queda en eso.

Sólo un amargo arrepentimiento, algo que me encantaría haber hecho contigo y nada más contigo, pero he sido un idiota.

Recuerdo las fiestas, Iwa-chan, todas aquellas a las que te arrastré, todas aquellas a las que te negaste a ir y acabé por dejarte, pero principalmente aquellas a las que faltamos por ver películas en tu casa o la mía.

Y soy un idiota.

Porque siempre sentí el deseo de decir algo, de hacer algo en esas situaciones, cuando apoyaba mi cabeza en tu hombro con la excusa de que tus películas eran aburridas y fingía dormir mientras sentía tu mano acariciar mi cabeza con gentileza.

Me hubiera encantado decirte algo entonces.

Pero jamás supe el qué, no lo supe hasta ahora.

Y duele.

Te veo sonreír, sé que estás feliz y yo también lo estoy, sin embargo los remordimientos me atormentan y deseo llorar, pero no puedo.

—Finalmente ha sucedido —murmuro con nostalgia y desvio la mirada—. Se siente totalmente irreal...

Sólo asientes y miras a otro lado, tu ceño fruncido no está y parecer ser incluso más joven.

—No más álgebra.

—Ni siquiera te iba tan mal —protesto y ríes—. Iwa-chan...

—¿Sucede algo, KusoKawa?

Me miras a los ojos.

Alone.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora