Un día normal

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Ya veo, así que eso paso. Mi hermano casi ve como violan a mi madre, por eso tiene miedo de que algo le pase. Mama tiene muchos secretos.

Entonces realmente mi mama está en peligro.

Mizuzu se alejó de la puerta de la habitación de sus padres, suspiró cansada.

Creo que no podré decírselos aún. Papa ya se fue.

Al día siguiente, al bajar al comedor, Mizuzu se encontró con una imagen familiar incompleta, pero bonita  a la vez. Daichi cogiendo un pan con mermelada con una mano y un pan con miel con la otra mano, juntandolos y comiendoselos de un solo bocado.

- No se como no engordas.- Dijo apenas se sentó.

- Eso no me importa.- Respondió apenas deglutió.

- Debería, si estás obeso no encontrarás novia.- Dijo con una sonrisa de superioridad.

- No discutan por favor.- Dijo Misaki cuando trajo el jugo de cada uno.

Tan pronto Daichi arrasó con su jugo dijo.- No te preocupes hermanita, no engordaré.-

- Yo creo que sí - Resoplé mientras daba un mordisco a su pan.- No haces nada, eres muy holgazan y un comelón

- Pero...- Dijo pensativo.- necesito comer sino no creceré. - Luego miró a Mizuzu- Oye, tu al contrario no comes como se debe.-

- Mizuzu te estoy vigilando, no creas que me harás el tonto.- Resopló Misaki.- No me hagas llevarte al doctor y avergonzarte.-

Mizuzu se encogió de brazos.- ¡Mama! ...S-si estoy comiendo bien. Pero no demasiado...- Dijo avergonzandose.-

- Tienes que comer sino no crecerás.- Dijo Misaki poniendo delante de ella un sanwich de queso recién hecho.- Come, es proteína. ¡Tu eres quien me preocupa más!.-

Mizuzu se levantó de la silla.- ¡Ma, estoy llena!.- Dijo poniendo cara de puchero.

-Mizuzu, no te levantes de esa silla hasta que acabes. Además tu si haces un montón de ejercicio, te cansarás sino comes como es debido.- Dijo Misaki cruzando los brazos, su sola actitud era reconocida por la niña, quien de nuevo se sentó resignada a seguir comiendo.

Nunca había sido tecosa para comer, por lo que Misaki la miraba preocupado. Sus hijos nunca habían dado lata en la mesa, solo Saruhiko, así que tenía que averiguar porqué, sabía muy bien que los desordenes alimenticios eran peligrosos, por otro lado, Daichi estaba comiendo bastante, así que repentinamente Misaki se levantó de golpe.

-¡Ya basta Daichi!.- Dijo mirándolo fijamente.

- ¿Q-que pasa?.- Dijo mientras se disponía a coger otro pan.

Misaki se sentó otra vez.- No cojas otro pan, ese es mío - Misaki cogió el último pan de la mesa y le dió un mordisco ante la desilusión de su hijo mayor.- Es cierto, tu comportamiento está preocupándome, no haces ninguna actividad, tus músculos se debilitarán.- Dijo mientras observaba a sus niños, quienes le miraban indecisos.- ¡Ya se!, ¡¿Por que no vamos a visitar a los plateados?!- Dijo Misaki feliz

-¿Ah?.- Dijo Daichi- Oye mama, pero ...¿Tu no los odiabas?.

- Sí, un poco- Dijo tomando un poco de jugo.- Pero debo admitir que ese kuroinu, es útil para ciertas cosas. Además si es por ustedes, hasta pacto con el diablo.- Dijo sonriendo.

Los niños se vieron entre ellos, no sabían que cosa tramaba su madre. Pero si sabían que las cosas se pondrían revueltas en casa. 

Mizuzu resopló, se terminó el dichoso sandwich y se levantó de la mesa.

Papa y mamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora