Siempre fui de ese tipo de personas qué no se atrevían a contar sus sentimientos hacia las demás personas, tenía dificultades, me gusta demasiado una persona pero no me he atrevido a decírselo.
Cada día que regreso de la escuela escribo en una hoja en blanco todo lo que le quiero decir, por más que intento no logro armarme de valor para finalizar la carta decido borrar todo lo que he escrito, mi lápiz está harto y mi borrador sufre de estrés.
El día que llegué a la escuela la miré, estaba sentada en un banco, solitaria, mis piernas temblorosas pero valientes me hicieron acercarme a ella, con ayuda del corazón, las palabras salieron de mi boca, me sentí avergonzado pero, después de que terminé de hablar ella solo me miró y sonrió, desde aquel día escribo todos los días una carta para ella, y desde entonces dejé descansar el lápiz y la pluma agarró confianza.
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Lápiz sin punta
Short StoryHay momentos en los cuales debes dejar de intentar borrar lo que quieres olvidar, escribe lo todo con pluma.