10| Desafío

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—¡¿Qué haces?! —Emely se apareció a mi lado.

—Haz silencio. Te puede escuchar.

—¿Qué haces vigilando a Derek? —susurró, también en posición de acecho.

—Tenemos un proyecto juntos, pero no tengo la más mínima idea de cómo acercarme a él.

—¿Derek te supera?

—¡Por supuesto! Mira ese porte.

—Déjate de tonterías. Anda, ve y dile, quizás veas que estabas equivocada con respecto a su personalidad. —Sin vergüenza alguna me sacó de mi escondite y me expuso delante de los clientes de las primeras mesas.

—Está leyendo. Mi intención no es interrumpirle.

—¿Y qué rayos hacías ahí?

—Esperando ver asomarse la más mínima sonrisa y correr para hablarle.

Se llevó ambas manos a la cintura y amenazó con golpearme.

—No me hagas empujarte.

—¡Qué ni se te ocurra! Es más, debo terminar todos mis asuntos pendientes.

—Lo conozco muy bien. Él no va a quedarse hasta que termines tu jornada; se va a largar y perderás la oportunidad.

En unos pocos minutos confirmé sus palabras como ciertas. Derek estaba entrando sus pertenencias en su mochila y me dejó la propina debajo del platillo de la taza. Me quedé analizando cada uno de sus movimientos, hasta que él se dio vuelta y al verme sonrió en señal de despedida. Ahí estaba la sonrisa que tanto había añorado.

Lo seguí hasta el parqueo y en el momento que estuve a punto de gritarle él se dio vuelta. Me restregó en la cara con ayuda del resplandor del sol lo tupidas que eran sus cejas y pestañas. Me escupió en la cara que era un chico guapo y que no estaba al alcance de ninguna mortal.

—Hola.

—¿Sí? —Ladeó la cabeza mientras su rostro estaba adornado con una cínica sonrisa. Le divertía la situación, era más que obvio.

—Ayer no fuiste a clases, así que lo más probable es que no sepas que debemos trabajar en equipo si queremos salvar el semestre.

—En realidad sí me di cuenta —dijo mientras se rascaba la nuca.

—¡¿Por qué no te acercaste a mí?!

—Pues..., estaba esperando el momento adecuado, así como tú.

—¡Hey, te equivocas! —Me acerqué un poco y golpeé su hombro. No sé de dónde me salió tanta confianza—. Aquí el que tiene cara de maniático es otro.

—Nunca te he mirado, Jackie. ¿Cómo puedes decir algo así?

Auch. Dolió.

Por la vergüenza me peiné una y otra vez el cabello, mientras él solo sonreía.

—¿Qué te parece si nos reunimos la semana que viene? Quiero aprobar cuanto antes el semestre.

—¿Y si lo hacemos en mi casa? —propuse, confianzuda.

—No me parece mala idea. Puede ser mañana, después de tu turno. Ve pensando en las ideas que tengas y...

—Buenas tardes —interrumpió una voz—. ¿De qué hablan?

Era Lucas. Cuando vi la mirada de Derek perdida detrás de mí pude confirmarlo. Me hice a un lado y dejé a ambos chicos frente a frente, mientras en silencio tenían una incómoda batalla de miradas.

AQUEL QUE ACECHA [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora