Gemelos

Capitulo 1

-LO SIENTO, señorita Durando, el señor Savignani no puede recibirla hoy. Pero puede volver el martes a las tres en punto.

Dani apretó la correa de su bolso, decidida.

-El martes no estaré en Atenas.

El resultado de aquella visita determinaría cuanto tiempo se quedaba en Grecia... si aquella mujer dejara que viese a Edward Savignani de una vez.

Dani hizo un esfuerzo por no perder la compostura delante de la secretaria, una mujer mayor que seguramente recibiría un buen sueldo por no perder nunca la suya.

-Después de esperar tres hora imagino que tendrá cinco minutos para verme.

La secretaria negó con la cabeza.

-Es viernes, señorita. Debería de haberse ido de Atenas  hace horas.

Dani podía creerlo, pero no tenia intención de marcharse sin protestar. Había demasiado en juego y, respirado profundamente,  le dijo:

-No me gusta tener que contestarle esto, pero veo que no me deja remedio. Por favor dígale que es un asunto de vida o muerte.

La mujer miro a Dani con una cara de sorpresa.

-Si es una broma, no tiene ninguna gracia.

-No es una broma -replico ella, estirando su metro sesenta todo lo que pudo.

Después de vacilar un momento la secretaria se levanto para ir al despacho de su jefe y Dani dejo escapar un suspiro.

Mientras empresarios iban y venían por los dominios de los Savignani, a ella la habían ignorado por completo durante mas de tres horas.

Solo sabia tres cosas sobre Edward Savignani: que a los treinta y tres años era el presidente de la corporación Savignani, una empresa metalúrgica que exportaba aluminio, cobre y plásticos.

Su fuente le había confiado su vasta fortuna, acumulada durante décadas, incluía ocho compañías y mas de doce mil empleados. La familia Savignani, poseía un imperio que se extendía mas allá de Grecia.

Lo segundo, y si tenia que fiarse con la fotografía de periódico,que era un hombre excepcional- mente atractivo.

Lo tercero no ere conocimiento publico. En realidad, nadie mas que Dani lo sabia, pero cuando hablasen por fin, su vida cambiaría por complete les gustase o no.

La secretaria volvió poco después.

-El señor Savignani tiene cinco minutos para usted, ni uno mas.

-Muy bien.

-Su despacho esta al final del pasillo.

-muchas gracias -Dani se dirigió hacia la puerta,los rizos rubios rondando su cara. Pero cuando estro en el santuario  de Savignani no vio a nadie.

-¿De vida o muerte ha dicho? -escucho una voz masculina tras ella.

Cunado se dio la vuelta vio a un hombre muy alto que estaba poniéndose una chaqueta gris.

Su  ancho torso bajo la camisa blanca era la prueba de que no pasaba todo el día enserado en una oficina.

-Estoy esperando, señorita Durando.

Dani se quedo sorprendida al ver uno ojos grises rodeados de largas pestañas. Tenia el pelo oscuro, mas corto que en la fotografía, y la piel morena Sus rasgos griegos la fascinaba. En la fotografía del periódico no se aparecía la cicatriz en la ceja izquierda o la arrugita al rededor de los ojos que revelaban una vida emocionante.

-No es fácil hablar con usted.

Edward se acerco a la puerta del ascensor privado.

-Estaba apunto de irme así  que déjame lo que me va a decir antes de que me marche -Savignani había entrado en el ascensor y estaba apunto de pulsar el botón. Sin duda tenia un helicóptero  esperándolo  en la terraza del edificio,  listo para llevarlo a algún lugar exótico para disfrutar del fin de semana.

Aunque no tuviese una cita, esa actitud condescendiente era insoportable. Pero tal vez no tendría otra oportunidad de hablar con el, de modo que intento esconder su desagrado. 

Para no perder tiempo, abrió su bolso y saco la primera pagina de su periódico griego en la que Edward Savignani aparecía en la cubierta de un yate durante una fiesta. La hermana mayor de Dani, Thea, cuya belleza griega destacaba en todas las demás, estaba entre los invitados. El titular decía: 

El nuevo presidente de la corporación Savignani celebra su cargo con amigos 

Y ademas del periódico  había una fotografía. Dani se la mostró. Eran dos niños de pelo oscuro y preciosa piel morena como la de thea. De cerca podía apreciar el parecido, incluso en los ojos almendrados.