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Marcello apareció en Villa Rueda sin que nadie fuera a buscarlo a la terminal porque se negó a darle a nadie su ubicación de llegada: ¡Los paparazzi son como sabuesos! Había dicho de modo despectivo. Sin embargo, Giordano y Marion lo esperaron en la entrada de Villa Rueda con un enorme cartel que ponía su nombre. Para ellos no fue necesario ninguna señal que les dijera quién era, pues llegó con una caravana de trailers que tenían su nombre pintado a los lados.

Cuando los autobuses se detuvieron y el cantante bajó de su vehículo, los dos se quedaron si habla. Marcello era un hombre mayor, lo suficiente como ser reconocido como un señor ante la mirada de los chicos. A pesar de ello se conservaba bien, los únicos signos de la edad eran las arrugas en sus ojos y las líneas de expresión que se marcaban cuando sonreía. Estaba usando un traje muy bonito, no como los que se ponía Giordano al subir al escenario, ese traje sí que era caro y además estaba hecho a la medida. Marion casi había dejado caer la quijada cuando vio la forma en que caminaba, muy seguro de su mismo, rodeado de guardaespaldas, era la encarnación de la clase y la opulencia.

Tenía el pelo negro, acomodado en un peinado muy clásico, con los rizos cayendo a un lado y los ojos verdes más impactantes que hubiese visto en su vida. Era una mirada tan profunda que resultaba difícil de ignorar una vez que la encontrabas. Sin embargo, lo que más les impresionó a los dos fue la altura del hombre, Giordano había tenido que levantar de manera ligera la barbilla para mirarlo, sería quizás unos cinco centímetros más alto que él y eso ya era decir mucho. 

—Creo que los ha impresionado jefe —dijo un muchacho de fuerte acento francés que estaba parado al lado de Marcello y que ninguno había notado hasta ese momento. Este, a diferencia de su jefe, era un joven bastante normal, sin rasgos característicos, pero con un aura muy amable. A Marion le cayó bien de inmediato.

—Está bien —dijo sonriendo con satisfacción—. Dales tiempo para que lo digieran.

Y vaya que lo necesitaron. Los dos se quedaron como idiotas mirando al tal Marcello, había algo absolutamente impresionante en él. No estaban seguros de si era su cabello, los ojos, en traje, el acento o las pecas en su cara o quizás todo el conjunto, pero había algo que lo hacía parecer fuera de este mundo.

—Señor, soy un gran fan de usted —dijo Marion, arrepintiéndose de inmediato por haber sonado como un niñito cualquiera, aunque aquello no pareció molestar al cantante.

—Pero mi niño —dijo en un tono que oscilaba entre la ternura y condescendencia—. ¿Quién en el mundo no es fan de Marcello? —preguntó, soltando una risita divertida.

—Wao —Giordano no tenía idea de cómo había podido decir algo tan arrogante y haber lucido cómo un perfecto caballero de exquisitos modales. Tomando una larga respiración, parpadeó y negó con la cabeza, frunciendo el ceño y recolocándose antes de extenderle la mano y sonreír—. Mucho gusto, soy Giordano Evangelisti, soy la persona que le dará el tour por Villa Rueda.

Por un momento Gio pensó que Marcello no le estrecharía la mano, pues le miró demasiado tiempo antes de hacerlo, sin embargo, al final aceptó el gesto con una sonrisa en los labios.

—Mucho gusto —dijo obviado su propia presentación, para después girarse hacia Marion—. ¿Y tú jovencito? ¿Cuál es tu nombre?

—M-marion Mattson, mucho gusto —dijo nervioso, pero recuperando la compostura mientras hablaba.

—Mattson —murmuró Marcello, levantando una ceja, con una expresión que Marion no fue capaz de descifrar—. Es un lindo apellido —opinó sonriendo—. Combina muy bien con tu nombre.

—Gracias —respondió halagado, aunque la forma en la que el hombre le había hablado le pareció un poco extraña. Quizás recelosa y un poco distante, sin embargo, su actitud cambió de inmediato.

—Entonces ¿Me muestran la oficina de registro? —preguntó, haciéndole una seña al resto de sus acompañantes para que le esperarán ahí.

—Claro —Giordano sonrió—. Es por aquí —señaló, enseñándole el camino.

Aquella fue una de las experiencias más extrañas que habían tenido hasta ahora, tanto que les hizo olvidarse de los problemas que habían tenido la noche anterior. Giordano casi se parte de la risa cuando llegaron a la recepción y encontraron las reservaciones a nombre de "Emilia Clarke".

Marcello era un hombre ocurrente, intimidaba porque su presencia era fuerte y sus modales altivos, pero sabía cómo agradar a las personas. Tenía un tipo de carisma extraño, porque sus comentarios podían resultar chocantes en cualquier otra persona, era evidente que decía cosas fuera de lugar, pero Marion y Giordano no podían parar de reírse de sus chistes. Ambos se sentían como idiotas.

—¿Quieres que te llevemos a comer a algún sitio? —preguntó, haciendo memoria de los restaurantes que habían dentro de Villa Rueda, aquella la sede más grande de todas, incluso que la primera.

—No como en ningún restaurante que tenga menos de cuatro estrellas y que no tenga vista al mar —aseguró, muy serio.

—Oh —Marion y Giordano se miraron con sus expresiones en blanco—. No creo que haya nada como ese por aquí ¿O sí? —preguntó el primero.

—No —aseguró Giordano. Marcello sonrió.

—Entonces hice bien al traer conmigo a mis chefs personales. —De inmediato le hizo una seña a su asistente y este se inclinó con una expresión de "lo que usted diga mi amo y señor". Giordano estaba seguro de que esa era la cara que ponían todas las personas que trabajaban para Marcello cuando él los llamaba—. Alessio, encárgate de la comida, recuerda el nuevo menú que te encargué —Luego se giró hacia ellos, tomando el control de la situación—. Vengan a comer conmigo, necesito a alguien para presumir las habilidades de mis trabajadores.

Los chicos parpadeando, observando cómo Marcello se dirigía a la cabaña y un montón de gente corría detrás de él, llevando cajas y cajas de cosas. Verlo caminando daba una sensación extraña, su presencia se sentía inconexa con el escenario en el que se encontraban.

Giordano estaba seguro de que aquel hombre había llevado casi una casa entera entre todos esos camiones. Sonriendo miró a Marion, quien estaba delante de él, observando con atención aquel despliegue de excentricidad. Era de no creer.

Comenzando a caminar con la mayor rapidez posible, avanzó hasta él, tomándole de la mano de manera disimulada para llamar su atención. Sorprendido, Marion se giró, retrocediendo un poco cuando Gio se inclinó para hablarle al oído.

—Parece que esto va a ser divertido —le dijo en voz baja.

—Define divertido —respondió Marion, saltándose de su agarre y caminando directo a donde Marcello ya les esperaba. Aquello confundió a Giordano, Marion no había sonreído, no parecía interesado en bromear con él, había sonado frío cómo el ártico. Ladeando el rostro lo observó alejarse de él ¿Qué diablos estaba pasando?


Este capítulo se publicó el primer día del año lunar del 2019 xD

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Este capítulo se publicó el primer día del año lunar del 2019 xD


El camino de Giordano (LCDVR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora