The Comfort Zone - BaekLay

Capítulo 7

Yixing siempre había odiado que alguien le recordara que posición tenía dentro de la sociedad. Su familia nadaba en dinero y ninguna persona debía de mencionárselo para que él lo supiera. La mayoría de gente que se le acercó durante su juventud tratando de hacerse su amigo, sabía que pertenecía a la clase alta. Afortunadamente, supo darse cuenta de esto y ni siquiera trataba de devolverles el saludo. Y así como hubo personas que intentaron acercarse, hubo otras que solamente lo rechazaron por ser un niño rico. Luhan estuvo para él cada vez que regresaba luego de que le dieran una paliza, sencillamente por eso.

Ahora está ahí precisamente por lo mismo, preparándose mentalmente para tener un combate con Baekhyun porque la boca de este parecía no tener ningún filtro al hablar. Si es totalmente sincero, mentiría si dijera que las palabras del pelinegro no lo ofendieron. Fue absolutamente todo lo contrario y hasta más, porque de hecho también lograron molestarlo. El hombre estaba burlándose de él por su obvia torpeza al hacer las cosas. Por supuesto, no encontró problema alguno y opto por atribuírselo a su nula experiencia haciendo quehaceres. Yixing no va a negarlo, nunca tuvo que hacer este tipo de tareas pero aunque no se notara, realmente está tratando de esforzarse. Y claramente se contuvo de gritarle que la maldita mirada que le dedicaba lo ponía jodidamente nervioso. La arrogante risa que soltó el pelinegro fue el detonante y simplemente acepto el reto.

Si hay algo de lo que está confiado de sí mismo, son de sus habilidades al pelear. Prácticamente se arrastró desde los últimos lugares en la lista del colegio hasta los primeros. Le costó muchísimo, pero lo logro. Por ello, no duda en avanzar al centro del cuarto también. Va a demostrarle a Baekhyun que por esto realmente había trabajado duro y luego se tragaría sus palabras.

—¿Qué sucede? ¿Quieres rendirte ya? —le dice el hombre al verlo parado ahí, sin intenciones de moverse.

—Yixing no tienes que hacerlo. —habla Luhan desde una esquina de la sala, obviamente resignado en hacerlos cambiar de opinión. La preocupación se refleja en sus ojos.

Yixing respira profundamente y le da una sonrisa tranquilizadora a su amigo, intentando decirle que todo saldrá bien con ese simple gesto. Ya no es el mismo chico débil que conoció alguna vez. Ha aprendido a defenderse.

—No. —le responde a Baekhyun. Lo vio pelear en el colegio y aunque el combate no duro mucho, sabe a lo que se está enfrentando. Obviamente, la sonrisa confiada que le regala no logra hacerlo sentirse confiado. Pero ya ha aceptado el reto, no puede solo decir que ya no quiere hacerlo. Sería un golpe muy duro para su orgullo y un desperdicio para todas las horas que paso entrenando.

Lo siguiente que sabe es que el pelinegro está caminando hacia él con pasos firmes. Yixing se prepara y avanza también. Tal y como observo aquella vez, Baekhyun es bastante rápido y con muy buenos reflejos. Afortunadamente logra esquivar el primer puño que se dirige a su rostro y da un paso hacia atrás, tratando de pensar en una estrategia como le enseñaron. Sin embargo, no tiene suficiente tiempo porque el hombre se acerca nuevamente y esta vez, no es capaz de escapar del golpe en su estómago. El puño logra sacarle el aire, aunque en realidad segundos después, se percata de que no fue dirigido con bastante fuerza. Esto le hace pensar que simplemente está jugando con él y se obliga a recuperarse para ponerse en posición. Ve un punto donde puede atacar y aprovecha para hacerlo, consiguiendo devolverle al menos dos golpes.

Pasan alrededor de tres minutos donde logra acertarle algunos golpes más pero también recibe al menos el doble. Por el rabillo del ojo ve a dos personas entrando a la sala y eso solo hace que pierda la concentración. Baekhyun, no perdiendo el tiempo, alcanza a tomar uno de sus brazos para hacerlo girar en el aire. Yixing cae al suelo y ve un puño acercándose rápidamente a su rostro. Cierra los ojos y espera el golpe, sintiendo la decepción apoderarse de su pecho porque acaba de perder. Para su sorpresa, el golpe nunca llega y se atreve a abrir los ojos.