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George Scott era un hombre alto, castaña de test blanca y ojos marrones. Había emigrado desde Londres hacia cinco años en busca de aventuras y Hawaii era exactamente todo lo que necesitaba, playas, mujeres, desenfreno total. Tenia un record limpió a pesar de dedicarse a salir tanto con chicas como con hombres. Thompson lo había encontrado hacía dos años y contratado como su chico estrella, llegando a tener un cliente por dia normal y hasta tres en los fines de semana.

Steve ya no podía mas y descargo toda su rabia y frustración tirando todo lo que había sobre su escritorio con un gritó de impotencia, cuando el celular sonó, era una video llamada. Con mano temblorosa presiono el botón verde y la imagen que apareció le helo la sangre.
Las manos y lengua del captor recorrían cada milímetro de la piel del detective que se retorcía suplicando que se detuviese. Los labios bajaron hasta el borde del pantalón y siguieron hasta la entrepierna la cual devoro por encima de la tela, arrancando un jadeo involuntario del rubio por lo que el secuestrador rio bajo mientras de un jalón quito el cinturón de su lugar y lo tiro lejos. Las manos desabrocharon el pantalón y…

La pantalla se puso negra y apareció un mensaje que decía: “Cuatro y falta uno”

En ese momento entro Capitán de la SWAT, Lou Grover, entro en lugar

- ¿Qué paso aquí? – dijo el agente
- No preguntes – le aconsejó Chin en un susurro bajo – no preguntes
- Secuestraron a Danny – dijo Kono tecleando en la computadora – y cada quince minutos envían videos de cómo lo desvisten lentamente
- ¿Desvisten? – dijo el moreno intrigado, pero enseguida exclamo “¡Oh!” al comprender la mirada de los otros dos – ¿y cuantas van?
- Cuatro y falta una – respondió Chin
- ¿Pistas? – pregunto el agente
- Responsable – dijo Kono entregándole una foto
- ¿Es broma? – dijo el Lou atónito
- ¡Tengo la dirección! – grito Chin – Es en Moanalua
- Envíamela – grito Steve mientras salía corriendo seguido de Lou y Kono.

En cuanto subió al automóvil, llego un nuevo video, al darle play vio a Danny llorando suplicando porque se detuviera. Las manos de un tirón arranco el pantalón beis del detective, dejándolo completamente desnudo. Scott comenzó a masajearle la entrepierna mientras engullía golosamente el órgano viril del hombre. Danno suplicaba con desesperación que se detuviera. Con horror vio como una mano levantaba las caderas del rubio y le acaricio sus redondos globos traseros, mientras colaba un dedo entre ellos haciendo gritar a Danny

Tenía que darse prisa. Cada segundo que pasaba contaba. Condujo el Camaro con el acelerador a fondo y el corazón, literalmente, en la boca. ¿Cómo había pasado aquello? Había sido solo un instante en el que se desato aquel infierno.
Tantas eran sus emociones encontradas, que no era consciente de la manera en que zigzagueaba entre las otras movilidades, ni de la manera en la que Lou se aferraba al asiento del copiloto susurrando cosas que no alcanzaba a comprender. Todo lo que sabía era que debía rescatar a Danny y después aclararle un par de cosas a...
Las llantas del Camaro rechinaron cuando llegaron a la casa. Sin esperar nada más, bajó. Llevaba tanta prisa que tropezó con sus propios pies y casi cae, afortunadamente logro estabilizarse a tiempo apoyando sus manos en el césped del jardín a la vez que se impulsaba hacia adelante. Sonrió ante la realidad. Estaba comportándose tal y como Danno lo apodaba, ¡como un animal!
Escucho como Lou se bajaba de prisa y decía algo, pero no se detuvo a escuchar. De una patada voló la puerta y entro apuntando hacia todos lados. Desde un equipo de música la canción “From Yesterday” del grupo Thirty Seconds to Mars a todo volumen. Recorrió la sala y se dirigió hacia el pasillo, la música provenía de la última habitación. Nuevamente tiro la puerta y todo su raciocinio se fue por un caño. Se escuchó un disparo y después Scott se retorcía en el suelo agarrándose un glúteo.

- ¡Lo tengo! ¡Lo tengo! – grito Lou – apuntándole a Scott con el arma – encárgate de Danny
- ¡Voy a matarlo! – grito Steve apuntándole nuevamente
- ¡Encárgate de Danny! – grito el agente
- ¡Basta! ¡Ya no más! – imploraba Danny llorando
- ¡Danno! – dijo Steve guardando su arma y corriendo a su lado – ¡Ya termino! ¡Ya termino! – susurraba mientras lo desataba
- ¡No más! – suplicaba el detective - ¡déjenme!

PerdonameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora