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_____ subió hasta donde estaban Mirai y Saya, ambas estaban en la cama de la mayor viendo TV.

La pelinegra entró sin decir nada, se acercó hasta la mayor para revisar su fiebre.

—¡Mamá! — gritó Saya y se acercó a su madre, recién se había dado cuenta de que ella había entrado.

Ella sonrió. — ¿Saben a dónde fueron los demás?

—Con el Señor Bills. — respondió Mirai, con tono bajo.

—¿A qué? Que yo sepa Bills no soporta que hayan personas en su planeta. Detesta a las personas habladoras y se llevó a Mamá y Goku, ¿crees que las cosas vayan bien?

—Tal vez. — suspiró con pesadez. — Aunque también recibí una llamada del Nido.

_____ se sorprendió. — ¿El Nido? — frunció el ceño. — ¿Qué decían? ¿Te están obligando a ir?

Mirai negó con una mueca. — Hay problemas. Unos tipos están intentando robar los sellos que guardan a los más peligrosos villanos. Y no hay nadie que acabe con ellos.

— ¿Y qué pasó?

— La KaioShin no está allá. TokiToki está en peligro. Mi Papá, Goku y mi Hermano están y yo no me puedo mover.

— ... Iré yo. — dijo luego de unos segundos.

— ¿Qué...? — Mirai la miró sorprendida. — ¿Estás loca? ¡Con ese tipo de energía creerán que eres una de ellos!

— ¿Quién te llamó? — La ignoró y comenzó a sacarse la chaqueta.

— El ancestro. — susurró. — Él intentó llamar a Wiss, pero éste no le contestó. Me pidió que fuera, pero no...

_____ se acercó y tomó su mano. — Tú eres yo y yo soy tú. Básicamente sí irás. — Sonrió. — Te llamaré cuando llegue. — Le guiñó un ojo y se acercó a Saya. — Cuida de tu tía. No hagas ruido porque ella está enferma. Si te portas bien, te compraré el juego que me pediste.

— ¿¡De verdad!? — Gritó.

— Sí, pero si vuelves a gritar entonces será un no. — Besó su cabeza. — Cuídense. — Abrió la puerta y se fue rápidamente.

·••·

— ¿¡Qué en el Nido qué!? — Bills miraba el báculo de Wiss sin poder creer lo que le decía el anciano KaioShin. — ¿¡Y recién ahora me vienes a decir!?

— ¡Intenté llamar, pero nadie me contestaba, así que llamé a la Tierra y no había nadie tampoco! — Bills gruñó y miró a Wiss, exigiendo una explicación.

— Lo lamento, señores, pero yo no recibí nada de nada. Incluso verifiqué en repetidas ocasiones, pero nada ocurrió.

— ¿Qué...? — Bills se sorprendió, pero luego gruñó. — ¡No importa ahora! ¡Vamos al Nido de inmediato!

— ¡Ahora ya no tiene importancia! — gritó el anciano, a lo que Goku se interpuso.

— ¿¡Los derrotaste tú solo, anciano!? ¡Wooa! ¡Eres increíble!

El viejo se enojó y comenzó a insultarlo, diciendo que no. Que no sabía quién era, pero que alguien muy fuerte estaba en la ciudad.

— ¡Esto es malo! — gruñó Bills. — ¡Puede que Champa esté cerca y haya enviado a uno de sus guerreros, luego me pedirá un favor! ¡En absoluto! — Se dirigió al saiyajin. — ¡Goku, llévanos a TokiToki City!

— Pero, yo nunca he ido a ese lugar.

— Sólo basta con sentir la energía de las esferas del dragón. — Explicó Mirai. — Es más sencillo.

·••·

Goku hizo lo que Mirai le dijo, logrando llegar al centro de la ciudad. En donde se veían soldados muertos, heridos, la ciudad destruida.

— ¿¡Por qué nos trajeron a nosotras también!? — Reclamó Bulma, aferrada a Bura. — ¡Es un lugar peligroso!

— ¿Dónde quedó la Bulma que amaba ir a las peleas...? — Se burló Goku.

— Y terminaba lloriqueando. — Le siguió Vegeta.

Ella los golpeó a ambos, excusándose de que ahora era abuela y debía cuidarse porque su nieta la necesitaba.

No muy lejos de ahí, se encontraba _____ y detrás Fuun. — ¿Por qué ocupas la máscara para parecer Mirai?

La menor gruñó. — No tengo permitido estar aquí. — Dijo. — Por eso quiero que las personas de aquí crean que soy Mirai. — Pasó la mano sobre su frente y su cabello volvió a ser negro. — Aparte, básicamente soy ella. Sólo necesito el cabello lila.

— Y un poco de arrugas. — _____ se tensó y la miró mal.

Fuun continuó la conversación. — Perdón, olvidaba que las mujeres Briefs odian las arrugas y verse mal. Son divas de sangre.

La pelinegra gruñó. — Si no te callas te voy a golpear, Fuun. Cierra la boca.

— Mm... — La miró divertida, mientras flotaba en el aire. — ¿Quieres que te ayude? — Alzó la mano y lanzó una bola de energía hacia unos edificios.

— No hay que destruir la ciudad. — Bufó. — Sólo a los tipos que la atacan. Y ya terminé con todos. — Volvió a poner su mano en su frente y su cabello y rostro brillaron. Cuando se desvaneció, su cabello era lila y largo.

— ¿Entonces...?

— Vayámonos. — Bajó al piso y tomó sus armas, las cuales desaparecieron de inmediato.

— ¿Ya? — Fuun lanzó una ceja. — Aún siento prese... — No pudo acabar ya que, cerca de ella, se escuchó una explosión. Luego otra y otra más que llegó a su lado, derribando el edificio que estaba justo en frente de ellas. Ambas se vieron incapaces de ocupar magia en ese momento, por lo que quedaron enterradas debajo de los escombros.

«¿Me bloquearon?» — Pensó ____, asustada y sorprendida. — «No es posible, ¿quién diablos es?» — Intentó moverse, pero algo la sostenía y la obligaba a mantenerse en la misma posición. — Maldición... — Sentía un fuerte dolor en el cuello, su espalda y cabeza.

— Non, Non, Non. — Escuchó a lo lejos. — Levántate, Non. — ¿Le decía a ella?

Y en un instante, los escombros se levantaron, igual que ella. Levemente levantó la mirada. Encontrándose con un tipo escalofriante y, a primera vista, loco de remate.

— ¡Non, Non, Non, Non, Non, Non, Non! — Exclamó fuertemente y la lanzó al piso. — Con non de 3, 3, 7, ¡te digo, Bonjour!

— ¿Y este tipo tan raro quién es? — Gruñó ____. Aún se sentía débil, pero ahora sentía que podía moverse y sus energías se restauraban lentamente.

El peliverde se dobló de una forma extraña, como haciendo una reverencia, pero de lado. — Me disculpo por mi tardía presentación. Mi nombre es Sol, sacerdote de la región 4532. Uno de los miembros de Element 4. Las personas me llaman Sol de la Tierra... ¡Por favor, llámame Monsieur Sol!

— ¿Element 4? — Frunció el ceño. — ¿Quiénes son?

— Adoradores de Demigra... — Susurró Fuun, no podía verla, pero sí oírla. — Tiene la magia de Tierra y, al parecer, de Arena.

— Ya veo. — Susurró ____. — Será un estorbo al parecer, pero veremos qué tal. — Se levantó costosamente.

— ¡Non, Non Non! — Dijo otra vez. — Por favor, coopera y acepta ser mi prisionera. Serás una ofrenda para los dioses.

— Vaya oferta. Suena interesante. — Dijo, tomando una espada. — Lo lamento, pero ya jugué a ser prisionera y ahora es aburrido. Mejor te daré una paliza, eso sí me divierte. — Sonrió de lado.

______ Y Trunks Briefs | 6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora