Out of mind

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Cada uno tan abrazadoramente potente que al esfumarse le dejaban tan confundida que ya no podía recordar el por qué se había sentido así en primera instancia.

Sentimientos, claro. Hablo de sentimientos.

Amor, tristeza, enojo, felicidad, todos tan abrumadores como ellos solos.

¿Qué sería de ella sin ellos? Se preguntaba siempre.

Los adoraba, los veneraba, los anhelaba, los ansiaba, y si le hacían falta, se sentía tan vacía.

Buenos, malos, que más daba si el goce era estupendo a final de cuentas.

Se jactaba de poder controlarlos, de ser una simple espectadora. En el momento en que ellos comenzaban a apoderarse de su ser, ella decía ¡basta!, así sin más.

Se regodeaba sobre estimulando su mente, siempre pensando más de la cuenta, los analizaba, les daba vida, después los materializaba.

Y como así, los dejaba morir.

No podía soportarlos en ocasiones, ah pero que desdicha la suya si no los tenía.

Pretendía conocerlos todos, a como diese lugar, para que era la vida sino para vivirla se decía siempre.

Y sin embargo era cautelosa; los amaba, más no quería ser su presa, jamás se lo permitiría.

Nunca entregaría su alma, pues sabía que esto la consumiría por completo. Si amaba, habría de morir de amor, si odiaba, sería el odio mismo en persona.

Y no podía dejar que aquello pasase, quizás fuese inteligencia, algunos otros le llamarían miedo; no le importaba mientras pudiera saborearlos sin saber de los colaterales.

Qué peculiar forma de vivir la suya ¿Realmente estaba viviendo?

¿Por qué preferir el razonamiento sobre la desbordante adrenalina de poder perderlo todo por un simple sentimiento?

Qué sería de ella si alguien por fin lograra trasladarla con los mortales y sus debilidades.

¿No era ella lo suficientemente débil ya?

...Escondida,

bajo su viperina mente.

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