Estaba tranquilamente sentada en mi habitación, cuando de pronto siento unos golpecitos en la puerta, pensé en mamá pero luego recordé que golpearon demasiado suave, no como ella acostumbraba a hacerlo.
-¿Quién es?-pregunté.
No hubo respuesta.
-Carla, ¿qué quieres?-grité pensando que era mi hermana.
No respondió nadie.
Me levanté intrigada y me encaminé hacia la puerta, cuando la abrí no ví a nadie, estaba a punto de cerrarla cuando siento que tiran suavemente de los cordones de mis zapatos logrando desabrocharlos. Miré al suelo y divisé a un oso de peluche que me había regalado mi papá hace 2 años, días antes de morir por una enfermedad al corazón.
-¿Pero qué...?
No alcancé a terminar la frase ya que el oso (al que llamaba Toto) me cerró un ojo y me hizo un gesto para que lo siguiera, estaba tan confundida que no me dí el tiempo para pensar en que acababa de ocurrir.
Toto se dirigió hasta una puerta que daba al patio trasero de la casa, me hizo un gesto para que la abriera y le hice caso. Cuando miré hacia el patio encontré algo totalmente ilógico, no era mi patio, de hecho era algo unas 5.000 veces más grande y hermoso, todo era verde, con flores por todas partes, se escuchaban los pájaros cantar y divisé alguna que otra mariposa recorriendo el lugar.
Examiné todo "mi patio" encantada, miré al suelo y ví a Toto a mi lado, me hizo el mismo gesto que hace un rato para que lo siguiera, caminamos por un camino de piedras que nos adentraba más hacia el hermoso paisaje. El recorrido terminó en una gran pileta que parecía escupir agua por todos lados formando figuras que nunca antes había visto, alrededor de ésta se encontraban grandes árboles y algunas bancas, en una de ellas estaba mi padre, sonriente como siempre, y muy comodamente sentado, su mirada me dijo que me sentara a su lado, yo, con los ojos llorosos corrí hacia él y lo abrazé, él hizo lo mismo y me dijo al oído "te extrañaba". Volver a sentir esos brazos protectores me hizo sentir segura...
-No me dejes de nuevo-dije con la voz quebrada.
-Eso no lo decidí yo-me dijo con un tono humilde.
Lo miré y él me sonrió, besó mi frente y me susurró "te amo, no lo olvides", luego de eso...desperté.