No eras tú, pero...

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Al despertar, Giulia notó por la entrada de la gruta que ya era de mañana y había algo de neblina bajo el sol. Al salir al exterior, el contraste de los aparentes opuestos dibujaba ligeros arcoíris ante ella. El bosque era realmente hermoso. Estaba lleno de vegetación y lindos animales. Embelesada la joven empezó a caminar por un sendero que la llevo a orillas de un pequeño rio de aguas cristalinas. Ahí pudo divisar una mujer de ropajes oscuros al otro extremo de aquel afluente. Era muy bella, parecía una muñeca de porcelana de ojos color caramelo. Delicada, absorta, apacible, su aura era y Giulia solo la observó parsimoniosamente perdiéndose en sus fantasías. Nunca había sentido algo igual. Su corazón latía inusualmente y el carmín se arraigó a sus mejillas. Pensó en acercarse y hablarle pues el rio no se veía profundo. Mientras la mente de la joven de tez pálida estaba fuera del espacio, ella empezó a cruzar el rio saltando en pequeñas rocas con sumo cuidado, pero al echar un vistazo a la chica de piel de seda. Sus miradas se cruzaron.

¿¡Emilia!?- dijo atónita al cruzarse con el verdor de los ojos de Giulia

La ojiverde distraída solo balbuceó dando un paso en falso y cayó. Ya sumergida en el agua su cabeza se chocó con una piedra quedando inconsciente. Alejandra corrió a ella temerosa y empezó a revisarla. Luego llamo a Calipso y le pidió que la ayudara a llevar a Giulia a su castillo. Calipso hizo caso a las órdenes de Alejandra y al llegar la recostaron en una cama de una alcoba contigua a la de la anfitriona. Luego muy preocupada empezó a atender la contusión con medicina y cuando terminó solo se dedicó a verla. Con delicadeza empezó a dibujar su rostro pasando sus dedos por la cara y luego por el cabello de la joven que yacía dormida.

- Cuanto daría porque fueras tú... Lo único que me pudo engañar fue su profunda mirada esmeralda igual a la tuya- dijo algo decepcionada la muchacha de pelos negros-. No me viniste a visitar mi amor, porque estos cabellos no son tuyos... no son rojos, son dorados.

- Es verdad, ella no es tu amada Emilia ¿Cómo las confundiste si son tan distintas?- interrumpió

- No lo sé... No tengo idea Calipso...- susurro preocupada

- ¿Te la quedarás?-dijo la ninfa

- Yo no puedo hacer eso... Solo la cuidare hasta que esté mejor y deberá irse lo más rápido posible- Contestó rápidamente la dueña del castillo-. Espero que sea antes de que se vaya mi cordura...

- Sí...Sera lo mejor- contesto apagada Calipso.

Para, luego, retirarse de la alcoba dejando a las dos jóvenes solas. Alejandra, sentada al costado de la adormecida, se quedó admirándola mientras se cuestionaba la razón de que aun tuviera cordura. Habían pasado tantos años y solo podía volver en sí por poco tiempo "¿Qué tiene esta chica que hace que sea yo misma por tanto tiempo?" Porque ya llevaba muchas horas viéndola dormida sin que su mirada se nublara. Hasta que ella también quedo adormecida.

- Ah... ¿Dónde estoy?- dijo Giulia después de abrir los ojos y ver a su alrededor.

A primera vista le pareció su cuarto del castillo. Pero, un momento después, se percató de la presencia de la muñeca de cabellos negros que yacía recostada en un canto de la cama con los brazos cruzados. Al verla se le vino todo a la mente y su cara se enrojeció como si un vapor subiera por sus piernas hasta llegar su cabeza. "Qué vergüenza, que cara habré puesto. Lo peor de todo es que me caí frente a ella... aaggh no sucedería si no fuese por este pomposo vestido que llevo puesto. Seguro me vi como una ridícula" pensó.

- ¡Aaahh!¡¿Por qué a mí?-alzo la voz la rubia.

- Mmmjh...- se oyó de la adormilada. A lo que la ojiverde se tapó la boca con ambas manos.

De pronto, las largas pestañas de la chica fueron subiendo dejando ver la miel de sus ojos y Giulia solo quedo hipnotizada al presenciar los movimientos tan frágiles de la pequeña de pelo negro.

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⏰ Last updated: Feb 19, 2018 ⏰

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