Tu eres nuestro retoño

568 48 14
                                    

    Caminaba por la aldea a la casa de mi tía Ino, bueno ella realmente no es mi tía pero mamá y ella son muy amigas así que desde muy pequeña la he considerado una.
    Todo era tan pintoresco, las personas cruzaban humildes sonrisas al pasar, cada quien llevaba a sus propias preocupes, miedos y esperanzas, sin embargo, eran lo suficientemente amables para regalar un dulce gesto a aquél que pasara a su lado. Los niños corrían sin despegar del todo su atención a su madre que, cuando se alejaban mucho, los llamaba. El pan caliente, pescado fresco, el gustoso olor de la carne, dulces..¡El mercado de Konoha es el mejor!

    Cruzando el puente, al fin llegue a la casa de mi tía Ino.

–Hola ¿Esta abierta la tienda?–me adentré poco a poco.

Entrar a esa floristería siempre era un sueño, como si pasarás al jardín de un gran castillo. Rosas, cosmos, gerberas, tulipanes, lirios, magnolias, claveles, dalias, girasoles, hortensias, margaritas, narcisos, acianos, laureles, petunias, orquídeas, crisantemos, gardenias..¡Cualquier flor que te puedas imaginar, de seguro está aquí! Cada una desprendía su característico olor, que en muchos casos, daba gala a su nombre.

–Ah Sarada, que bueno que estás aquí– me sonrió tía Ino y me dió un fuerte abrazo. –¿Necesitas algunas flores?– preguntó, fingiendo asombro, siempre vengó todo los viernes por flores.

–¡Sí por favor! Me gustaría llevarme, unos crisantemos–
–Buena elección, ¡se verán maravillosas en tu cuarto!–
–Ah, si, por su puesto–
–¡Gracias! Tía Ino–

     Realmente, las flores no eran para mi, si me fuera a comprar algo, ahorraría y me compraría unas nuevas kunai que son mas largas, especiales para crear trampas, no gastaría mi dinero en una flor, algo que, a pesar de ser hermoso, se terminaría marchitando a los 5 días a lo mucho. No me mal entiendan, me gustan, pero, son solo flores. Aunque, no puedo menospreciar el poder que tienen. 

   Caminaba a casa, era de tarde, aproveche para comprar pescado fresco, un kilo de arroz y un poco de cebollinos. Los colores del atardecer en verdad son maravillosos, es una pena que mamá nunca pueda disfrutar de esto, de salir a caminar conmigo y gozar del aire que mueve las hojas de los arboles y te despeina. Aunque, conociéndola, me diría que me ponga un abrigo e insistirá en comer en casa para no gastar dinero.
Ah ¿Ese es Kiba? 

  –¡No lo puedo creer! Esto no me puede estar pasando, ah Akamaru, ¿Ahora que hago?–

   Se veía realmente afligido, no vestía su típica ropa de entrenamiento, con su gran abrigo de piel, si no, vestía elegante con un pantalón negro y una camisa colo vino, al parecer se había peinado y por lo que podía notar, hasta Akamaru se veía mas limpio que nunca. 

¿Qué sucede señor Kiba, puedo ayudarlo de alguna manera? 

–Oh Sarada, gracias, pero, no lo creo, hoy, veras... Quería declararle mi amor a Tamaki y... No pude encontrar rosas rojas para ella. Ino me dijo que no están en temporada y fui a otras 10 floristerías, sin embargo...– Me dijo tan sonrrojado que podía jurar que le salía humo por las orejas.

_Señor Kiba, Yo... No se preocupe, tenga, hoy compré estas flores, son crisantemos y por suerte, son rojos, espero que le sirvan.– le dije muy nerviosa, entregado le el ramo. Ojalá lo acepte.

   En realidad, no quería darle esas flores, pero, demostrarle el amor a una chica, con el más simple detalle, como unas flores, puede hacer su día. Puede significar un motivo para que ella guarde esperanza, que no se rinda...

–¡Gracias Sarada! ¡En verdad te debo una!–

    Nunca ví a un hombre correr tan rápido en mi vida...

   Llego por fin, a casa, sin flores. Entro al comedor y mi madre estaba sentada en la mesa, su cabello esta un poco despeinado, se veía algo cansada y sus labios tenían un leve tinte rojo, el característico tinte que adquirían sus pálidos labios cuando algo hace  presión sobre ellos.

–¡Mamá! Llegaste temprano a casa, me alegra mucho– Por primera vez, quería que demorara un poquito más de tiempo en llegar, tal vez así podía buscar una flor en el jardín. Supongo que no puede evitar fruncir el seño.

  No... Tengo sus ojos, su cabello y hasta su apática sonrisa, pero, no consigo ser fría, como él. Dejar todo los que una vez, con dolor, logro conseguir, por nada ¡Ya no lo aguanto! Juro que...

–¿Ma mamá? Y ¿esas flores?– no puedo entender... Todos los viernes, pongo flores en su mesa, tratando de animarla y tal vez, hasta de hacer el trabajo que mi padre debería hacer.

    Eran unas pequeñas flores de cerezo, se notaba a simple vista que fueron cortadas con alguien con poca gracia para los arreglos florales, aun tenían color, así que lo más probable estaban frescas.

Los hermosos dientes de mi madre iluminaron como lunas el cielo de su rostro, mostrando los cometas que tenía por oyuelos que, solo de vez en cuando, se pueden ver desde la tierra.

Me entrego una carta y yo, más que confundida, la abrí.

Para Sarada:

   Aún recuerdo cuando, eras muy pequeña, te encantaba ir a la tienda de Ino a comprar flores, al principio no entendía porqué te gustaba tanto ir, creí que era porque así jugabas con Inochin o veías a tu Tía, si embargo, cuando llegabas a casa, lo entendía todo.

  La última vez que fuimos, me hiciste una pregunta ¿Cuál es tu flor favorita? Y luego, no te pude responder... Mis flores favoritas, son las flores de Sakura. Y tú, eres nuestro pequeño retoño.

Nos veremos pronto, Sasuke.







Mis flores favoritas -One Shot-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora