Mil y una noches

145 9 0
                                    

Pasó el aperitivo, el plato de fondo y el postre, sin que Sergei pudiera comer mucho, porque estaba más pendiente de lo que pasaba detrás de él. A pedido suyo, sus compañeros de mesa le informaban de todos los movimientos de Sofía: con quién hablaba, con quién se reía, qué si iba o si volvía, hasta que se aburrieron de servir de espías y acabaron por emplazarlo a mirarla él mismo.

- Mira, Sergei - le dijo uno de los músicos - Ya va a comenzar el baile. Si no la sacas a bailar tú, lo haré yo. Estás avisado.

- Con estos amigos para qué necesito enemigos  - se quejó - Al que se atreva a acercarse medio metro a esa mesa, le aviso que está despedido

Todos rieron.

Pasó el primer baile, y luego el segundo, sin que nadie moviera un pie. Sergei ya estaba pensando seriamente en claudicar e ir por ella de una vez, cuando de la nada apareció a su lado, extendiéndole la mano y mirándolo seriamente

- ¿Vas a bailar conmigo o qué?

El resto de la mesa realizó una exclamación ante el desafío. Sergei estuvo a punto de bromear sobre la invitación tan delicada, pero en un milagro de sensatez guardó silencio, tomó su mano rápidamente y se puso de pie

- Cómo podría rehusarme.

La celebración de la mesa no se dejó esperar, y medio riendo aún, Sergei trató de disculparlos

- No les hagas caso

Caminaron hacia el centro de la pista y, tras mirarla nuevamente y tomar aire, Sergei deslizó sus manos hacia su espalda desnuda, comenzando a bailar. 

Nervioso por el contacto de su piel y la cercanía, comentó

- Bonito vestido

- Gracias. Me lo compré para la ocasión.

Bailaron en silencio durante algunos minutos, mirándose, mientras la orquesta tocaba una versión sinfónica de un clásico de Roy Orbison, A love so beautiful

- Qué apropiado - pensó Sergei en voz alta, recordando la letra de la canción

- Qué... ¿el vestido? ... Piensas que es inapropiado

- No - se apresuró él, negando con la cabeza - No estaba pensando en eso. No me hagas caso. 

Guardaron silencio nuevamente un poco más. Sofía lo miraba fijamente, tratando de evaluar en el gesto de Sergei si estaría bien que lo besara o no, como se lo había sugerido Esteban. Pero esa aparente indiferencia que demostraba Sergei hasta el momento, aún después de todo lo que ella había hecho, y el reciente comentario que parecía una crítica indirecta a su escotado vestido, acabaron por desanimarla. 

Bajó la mirada con decepción y suspiró. Sergei, tomando nota de su gesto, preguntó

- ¿Qué sucede, estás bien?

Sofía se detuvo y bajó sus brazos

- Lo siento... Es sólo que tenía esperanzas aún de que quisieras hablar conmigo, pero ya veo que todo ha sido inútil. ... Perdona si te he importunado con todas esas boberías de flores y cartas. Ya no te molestaré más.

Sofía iba a marcharse en medio de la canción, pero Sergei se apresuró en devolver sus manos a su cintura

- No, no te vayas, espera, sí quiero hablar contigo. Discúlpame, es que aún estoy medio aturdido por el vestido que escogiste esta noche; ¿ves? no puedo dejar de hablar de él. Estás bellísima. 

Sofía lo miró y una hermosa sonrisa se dibujó en su rostro. Él continuó

- Me han encantado tus flores y tus cartas, no las llames boberías. El único bobo por no hablarte antes he sido yo. Y ahora sería el estúpido más memorable del mundo si te dejara ir.  Así es que devuelve esos brazos  a su lugar, porque yo no te voy a soltar.

El caso 22Donde viven las historias. Descúbrelo ahora