Serendipia

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Comentario: el otro día estaba muy triste y comencé a liberar tristeza mientras escribía y sin darme cuenta ya había escrito 4 hojas, por lo que simplemente me dedique a desahogarme con este fanfic, van muchos sentimientos mezclados y hace mucho que no liberaba tensión en un escrito, así que solo digo que traigan un papel higiénico para sonarse las narices.

Espero lo disfruten y lloren conmigo. 



la imagen me pertenece 

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Caminando por entre el nublado escenario se veía un joven tiritando por el frio de la desolada estación, esperando el tren que lo llevaría al lugar destinado al cual se dirigía, su dirección, incierta, el solo quería perderse en sus pensamientos, por lo que entre más largo el viaje que hiciera mejor. Sus grandes y desgastados ojos poseían un intenso color violeta, lástima que no había siquiera esperanza que estos brillasen por alguna razón en específico, como muchas personas dicen, los ojos expresan el alma de alguien y ya se percatarán que este chico tenía el alma tan desgastada como aquel rostro sombrío que poseía, como esos lagrimales que ya no podían emitir lágrimas de tantas que habían derramado y negra tal como las ojeras que llevaba hace años decorando su pálida piel.

Se subió al tren aquella fría mañana de julio, menos cinco grados mostraba el termómetro en el celular que llevaba consigo, posó su delgada pierna en el primer escalón y sin siquiera mirar para atrás se subió al medio de transporte, tenía frio, mucho frio, sin embargo no es como que realmente el frio le afectara, está bien, él no era un súper humano para no sentirlo, es solo que no era una de sus mayores preocupaciones ahora, tenía su corazón destrozado y no sabía cómo repararlo, mucha gente solía decir que la única forma de hacerlo era amor, ¿pero donde se encontraba el amor? No se vendía en los supermercados y tampoco lo podía encontrar botado en la calle. ¿Qué mierda se suponía que era el amor? ¿existía realmente?

Avanzó a paso lento por el pasillo del tren, había poca gente haciéndole compañía en el vagón en el cual él debía sentarse, sospechaba que más de algún alma desdichaba se encontraba en ese lugar realizando exactamente lo mismo que él deseaba hacer, reflexionar mirando hacia un melancólico paisaje de invierno y suspirar sin nada más que hacer que pensar en el infierno en el cual se encontraba viviendo, miró a su alrededor y a lo lejos vió a un viejo caballero quien tenía la misma mirada que él, esa mirada que delataba que estaba muerto en vida, trató de sonreír, empatizaba con aquel desdichado ser que estaba tan vacío como él, era una lamentable empatía compartida, ya que ese caballero lo miraba de vuelta y le sonreía con la misma actitud que aquel chico.

Continuo su caminar hasta detenerse en el asiento que le correspondía, un voluptuoso sillón el cual daba camino a una gran ventana que le mostraría miles de paisajes durante el largo recorrido que le esperaba, no llevaba ninguna posesión con él por lo que solo se sentó, ni siquiera intentó abrocharse el cinturón de seguridad, ¿de que servía? Un ser que estaba muerto por dentro no le encontraría ningún problema en morirse realmente en algún accidente de tránsito, es más seria la mayor bendición que podría hallar en su corta vida.

La persona encargada de revisar los pasajes de viaje pasó por aquel vagón, llegó frente a él, su cara era de lástima, seguramente su aspecto y condición física le daría conmiseración a cualquiera, como despreciaba ese tipo de mirada hacia él, como si porque alguien te mirara de aquella manera fuese a solucionar algo en su vida. Entregó el boleto de mala manera y el pronto el viaje comenzó, pudo sentir como el tren se movía rápido, pestañeó hacia afuera admirando aquel paisaje, esa hermosa naturaleza llena de verde, realmente le tranquilizaba el pensar en cómo aquellas plantas vivían en paz unas al lado de otras meciéndose en un relajante ritmo en común, no había nada como ser una planta, todo el mundo las ama y son necesarias para todos, si comparaba su vida con un simple árbol seguramente el árbol ganaría en muchos aspectos. Suspiró pesado y sonrió lamentándose por todo lo que había vivido, sonrió, sonrió tanto que lagrimas se derramaban por su jovial y desteñida cara, su corazón y garganta se apretaban, dolía tanto, cuantas emociones llevaba guardando por años, si tan solo existiera alguien que lo necesitara, alguien por el cual su existencia valiera la pena continuar en este mundo, alguien que sonría para él, pero ese alguien no existía y ya era demasiado tarde para encontrarlo, nadie sabía de su existencia, era una persona sin identificación, su existencia no significaba nada en ninguna parte del mundo.

SerendipiaWhere stories live. Discover now