Capítulo 12: Huidiza

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Maya se echó hacia atrás, pegando su espalda al asiento, cuando me vio llegar. Se quedó muy quieta, mirándome. Yo la imité, esperando ver qué decía.

Su pelo color caramelo estaba recogido de manera tirante en una coleta alta. Había puesto perfilador negro sobre sus párpados, dibujando una sinuosa línea hasta el extremo; sus pestañas habían sido prolongadas y ennegrecidas por el rímel, y se había aplicado un poco de colorete en las mejillas. Vestía unos legins negros y una camisa vaquera de manga larga, y se había puesto unos botines negros con tres centímetros de cuña.

-Di algo-le pedí seria sin dejar de mirarla, desesperada-. Si quieres que me vaya, solo tienes que decirlo -añadí mirando mis manos juntas, apoyadas sobre la mesa. Sentí pinchazos en el pecho con la idea de que ella no me quisiera allí.

-No quiero que te vayas. No seas estúpida-soltó con carácter.

Alcé la vista, sorprendida por su respuesta.

-Bien-dije cortante cogiendo el servilletero que había a un lado-. ¿Y vas a querer hablar o, te vas a limitar a decirme que todo está bien y que no te ocurre nada conmigo, como siempre?-Jugué a darle vueltas, lentamente, evitando mirarla directamente.

La escuché resoplar y me hirvió la sangre, ¿no se daba cuenta de cómo me sentía yo con todo eso, sin entender nada? Me merecía una explicación por mucho que le costara dármela.

-Me gusta un chico, muchísimo-contó con la voz seca.

Me puse rígida en cuanto esas palabras salieron de su boca. Mis manos se quedaron aferradas al servilletero, el cual ya no giraba. Se me hizo un nudo en el estómago y todo el murmullo que había en el restaurante se me hizo irritable cuando me concentré en él sin darme cuenta de ello.

-Me mentiste, entonces-la acusé alzando la vista hacia ella. Le había preguntado en un par de ocasiones por su relación con Nathan y me había jurado que no había nada entre ellos, que solo eran amigos.

-¿Por qué no puedes ver más allá de tu obsesión por Nate?-se desquició.

Le fruncí el ceño. 

-Estás tan celosa desde el principio que no te has parado a pensar en que él no es el único del grupo-me reprochó-. No paras de decir que te duele que me haya alejado de ti, lo sé porque me lo ha contado Meiko-aclaró-, ¿Sabes lo que me duele a mí que mi mejor amiga piense de verdad que sería capaz de irme con el chico que sé que le ha gustado desde siempre? ¿Sabes lo que dolió, acaso, escucharte hablar a escondidas con Donna, criticándome por cosas que no hice o no sentía?-Estaba enojada y triste. Se le habían empañado los ojos pero seguía mirándome.

Bajé la cabeza entonces, sin saber cómo defenderme, empezando a sentirme realmente mal por pensar en todo aquello. Encogí los hombros, haciéndome más pequeña.

-Os vi esa noche, juntos-Me referí a la misma en la que decidí quitarme el amuleto.

Me había levantado de madrugada para ir a por un poco de agua cuando los escuché. Maya estaba sobre la encimera, en el mismo sitio donde yo había estado, y él estaba junto a ella. Murmuraban, queriendo que las palabras flotaran solo a su alrededor, pero sus risas se escuchaban en la planta de arriba.

-¿Y no se te paraste a pensar que estábamos así porque somos amigos? Él supo lo que me pasaba, aunque aún no sé cómo porque bien que tuve cuidado; pero lo sabía, y lo único que hacía aquella noche era intentar distraerme-Noté el cariño implícito en su tono de voz al hablar de Nate.

Prohibidos: Esclavos del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora