Esa madrugada

162 12 3
                                    

En ese momento, me encontraba tirado en mi cama. Sentía que las paredes se cerraban ante mí, por ello fue que me desperté empapado en mi sudor frío. Algo más denso que los jadeos que salían de mi boca podría ser el aire de allí. Me incorporé de mi cama y pasé a abrir la ventana de mi pequeña cabaña. Era extraño... Cada vez que miraba el cielo nocturno, me preguntaba si ella estaba ahí. Observándome, velando por mi bienestar desde la lejanía. Siempre va a estar esa pequeña parte de mí que duda en que, si nunca la hubiera conocido, no hubiera ocasionado tal masacre. "Haberme enamorado no parece la mejor opción ahora ¿Eh, Chiaki?"

Comenté al viento, mirando las estrellas con una sonrisa, me pregunto cuándo dejaré de aferrarme tanto a ella. Pero lo seguiré haciendo porque es mi vida. ¿Cuántas veces me habré quedado pensando en todos los momentos en los que reímos y se me ha escapado una que otra lágrima? Pero seguiré pensando en ellos porque es mi vida. Cada vez que me despierto por soñar en tu imagen desangrándose frente a mí y, aún así, sonriéndome. Pensando lo mejor de mí. Cada vez que pasa, siento tu dulce aroma a frutillas... "Je, si. A frutillas Nana-chan ¿Puedes creerlo?" Dije ante la oscuridad como si fuera una vieja amiga.

"Otra vez... Otra vez siento tu aroma. Siento decirlo, pero está tan impregnado en mi nariz que se siente tortuoso, Nana-chan" Espero que ella no pueda oírme, ya que no quiero que piense mal de mí. Nunca querría aquello. Jamás lo desearía. Hasta puedo sentir sus brazos estrechándome contra ella, necesito uno de sus abrazos, necesito escucharla decir mi nombre cada vez que nos veíamos. Deseo tenerte aquí.

"¿Cuántas veces habré fracasado en decirte que eras tú la que me quitabas el sueño y nadie más?" Mis ojos comenzaban a humedecerse, haciéndome cerrar los ojos un momento y sentí las lágrimas rodar por mis mejillas. Y, como un recuerdo fugaz, me encontré a Nanami sonriendo y diciendo de una manera tan dulce y tierna mi nombre que casi me dan ganas de derrumbarme en el mismo momento. Cuando volví a abrir los ojos, me di cuenta que ya estaba por salir el sol. Había pasado la madrugada en mi balcón, llorando y hablando sólo. 

"Eh, Nana-chan, ¿Dónde está mi final feliz?"

Fin

Esa madrugadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora