capitulo 21

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- Tenemos que hablar Lía...

Dije cuando la note lo suficiente tranquila para hacerlo.
Ella volvió a limpiar su rostro y cargo de aire sus pulmones.

- Que quieres saber?

Pregunto sin levantar la mirada.

- Hace cuanto tienes adicción, y a que drogas?

Pregunté.
No fijo sus ojos en mi, por el contrario los fijo en el ventanal y centro su atención en la lluvia que afuera caía. Cómo si hacer eso la alejara de el dolor de recordar.

- Un año y once meses, para ser exactos... Y es al vicodin, oxicodin y morfina.

Dijo con voz apagada. Sin energía . Eso me intrigó. No parecía que alguna vez hubiera tenido acceso a esos medicamentos y no se administraban porque si.

- De donde los sacabas? Para eso se necesita recetas. No puedes haberlos conseguido de algún vendedor en las competencias.
- Tenía recetas Nathaniel, no los empecé a tomar porque quisiera.
- Porque te los recetaron en primer lugar?

Necesitaba toda la historia.

- Sabes lo que le hace a tu cuerpo 47 puñaladas de un enorme cuchillo de carnicero?

Pregunto sin mirarme.
Todo cobro sentido en ese momento. El tiempo era exactamente el que la separaban de el ataque que su ex le había provocado. Ese donde la había violado y casi la lleva a la muerte.

- Fue luego de la agresión de tu ex...

Mencioné con mi mirada fija en ella. Ella solo se encogió de hombros dejando salir las lágrimas nuevamente...

- El dolor que sentía por las heridas era casi imposible de tolerar, todo mi cuerpo dolía como si aún sintiera los golpes que aquella noche el me daba.
Era insoportable para mi y el médico cada vez que le decía que aún sentía dolor aumentaba la dosis necesaria.

Me acerque con cautela de no alterarla y me senté frente a ella en la cama. No se porque tenía la Maldita necesidad de tomar su mano en las mías.
Ella me dio una fugaz mirada y volvió a perderse en el exterior y la lluvia que caía.

- Como el vicodin no me aliviaba el dolor pasamos al oxicodin y la morfina. Me resultó muy fácil volverme dependiente de eso, bastaba con que dijera que sentía dolor para que el me aumentara las dosis sin dudar.
Una noche fui a verle desesperada, sentía mi cuerpo quemar por dentro. Llevaba casi un año tomando todo eso como si fuesen caramelos y el dolor no arremetía por más de una hora. Además de la ansiedad que sentía si pasaba más de una hora sin tomar nada de eso.
No lograba pensar en nada, no dormía más de diez minutos...
- Estabas enganchada ya en la adicción.

Dije comprendiendo aquello.

- Yo no tenía idea de eso. Nunca en mi vida tuve ningún vicio, jamás me involucre en nada que pudiera dañar mi desempeño en el patín. Por lo que desconocía que fuera tan fácil volverme adicta a todo eso. Si un médico me lo recetaba no podía ser malo, verdad? El no decía nada de que estaba dependiente de todo eso. Solo decía que era normal que aún sintiera dolor y que no me preocupara por nada, que me daría tanto calmante y tan fuerte como fuera necesario para que no sintiera dolor...
Que el cuidaría de mi y aliviaría mi sufrimiento.
Lo que no sabía era que lo que en realidad estaba haciendo era volverme tan dependiente de toda esa basura que no podía ya parar por mí misma.
Una noche en la madrugada me desperté en su consultorio. Sabía cómo había llegado ahí, más no que había pasado...
Todo me daba vueltas y estaba mareada, sentí como me inyectaba algo en el brazo y el sonreía mientras decía que eso me haría sentir en las nubes, que el cuidaba de mi y nos divertiríamos juntos. Que el dolor pronto se iría de mi cuerpo...

Sentí mis dientes crujir por la presión que ejercía en mi mandíbula.

- Te drogo...

Solté, sintiendo como mi estómago se volvía un puño. Estaba furioso, porque un médico le haría cosa semejante a un paciente?  No me cabía en la cabeza.

- Sabía que eso no estaba bien, no estaba muy lucida, pero sabía que lo que estaba pasando en ese momento no estaba bien.
Cómo pude lo empuje lejos, estaba aturdida, mareada y muy desorientada, pero salí de ese sitio y logré parar un taxi. Le pedí que me llevara a alguna clínica de esas especializadas en adicciones. No estaba segura de ser adicta pero sabía que no era normal lo que estaba pasando.
No sabía que me había inyectado. Por lo que en la clínica cuando ingresé me hicieron estudios...
- Descubriendo de esa forma lo que te inyecto ese médico...
- Era Crack... Estaba inyectandome Crack. En la clínica cuando lograron eliminar de mi sangre la droga descubrieron que ya era adicta a todo lo que ya tomaba y me ofrecieron ayuda para superar mi problema.
- Y aceptaste esa ayuda...
- Tenía que recuperar mi vida, volver a patinar. Seguir de alguna manera luchando para que ni Héctor ni ese sujeto lograran lo que pretendían, que era destruirme. Héctor lo consiguió en cierta forma, después de el no pude volver a tener una relación con ningún hombre en el plano sentimental. Por eso dijo que estaba podrida por dentro...
Y los planes de ese médico se truncaron porque no logro engancharme en una adicción peor. Si hubiera caído ante el Crack de seguro hoy no estaría donde estoy. Y me habrían encontrado muerta en alguna esquina con una jeringa en el brazo por una sobredosis como otras chicas...

No podía ser posible que está mujer ante mi hubiera tenido que pasar por todo eso. Cómo podía existir personas como el maldito de Héctor y aquel médico?
No podía concebir que la fuerza de su voluntad fuera tanta y que su adicción no fuera más que culpa de un tipo sin escrúpulos que jugaba con lo que ella había pasado para arrastrarla al mundo de las drogas.
Me mantuve en silencio, sintiendo una gran admiración por la chica que tenía frente a mi. Ella descubrió su problema y corrió lo más lejos posible del camino por donde la estaban arrastrando, consiguió aún en un estado deplorable llegar a donde sabían la podían ayudar de verdad y tomo esa decisión aún sin saber que ya estaba enganchada en toda esa mierda. Lucho por salir de ahí de pie y sin haber dañado a nadie en su camino por causa de su adicción.
No arrastro a nadie en ese poso de mierda en donde la metieron, por el contrario hizo todo lo necesario para salir de ese lugar sin afectar a nadie en su camino.

Aunque no quise te comencé a amar... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora