Cerró la puerta de su nuevo dormitorio y salió al pasillo de esa vieja casona, aún no se acostumbraba y era normal ya que solo llevaba allí una semana. Sintió mucho frío a pesar de ir muy abrigada, la casa en sí era muy helada, heladísima y oscura pensaba ella. Caminó hasta el final del pasillo y se paró en el marco de la puerta de la nueva habitación de su hermano pequeño, lo miró con tristeza, a pesar de sus ocho años se veía más pequeño, como si tuviera cinco o seis, el muchacho jugaba en silencio y es que desde el trágico accidente ya no decía mucho, de a poco se fue apagando su alegría que la muchacha recordaba con tanta nostalgia, parecía que fue hace siglos la última vez que lo vio riendo, ahora juega solo, la mayoría del tiempo en su cuarto con aquella llama extinta de felicidad que alguna vez fue su principal característica, y es que después de aquello, la hermosa niñez que tenía Robbie se destruyó por completo.
Bajó la ancha escalera, allí estaba su tía cocinando, que era su pasatiempo favorito, salía un olor delicioso. Se asomó y observó a la mujer esbelta, que aparentaba mucho menos a pesar de sus 40 años, se veía de unos 35, tenía una melena negra y brillante y unos ojos verdes esmeralda hermosos, era muy guapa, le recordaba mucho a su madre. A pesar de su belleza, sus ojos no ocultaban el cansancio de los duros días que habían pasado, y aunque se hiciera la fuerte con sus sobrinos ella estaba igual de afectada por todo lo ocurrido, pero no se podía mostrar débil, ella es todo lo que ahora tenían sus sobrinos y no los defraudaría.
La chica aún seguía recordando a su madre luego de observar a su tía, estaba quieta, absorta en sus pensamientos que viajaban a lejanos recuerdos.
-¿Elina...?-preguntó la mujer sacando a la muchacha de sus fantasías.
-Oh, disculpe tía Rose, me quedé pensando-respondió la joven frotando una mano por sus ojos.
-¿tienes hambre?, la tarta ya va a estar lista-dijo la mujer esbozando una gran sonrisa que no llegó a sus ojos.
-No, de hecho venía a decirle que iré a dar una vuelta, necesito un poco de aire, llevo encerrada muchos días-mintió la joven que desde que llegó a la casa de su tía daba largas caminatas diurnas y nocturnas a veces con permiso y otras veces solo salía y ya.
-oh, está bien, ¿Robbie no quiere salir?-preguntó la mujer pensando en su sobrino que probablemente se debía encontrar en su habitación jugando.
-Él está en su habitación jugando-respondió la chica haciendo que su tía acertara en sus sospechas.
-Bueno, luego le llevaré tarta y le sacaré a jugar para que también se distraiga un rato-agregó la mujer más que nada como una reflexión personal.-Elina, procura volver antes que oscurezca, sabes que a tu tía le da miedo que andes por ahí de noche-
-No te preocupes, lo haré-dijo finalmente la joven tratando de esbozar una sonrisa y salió de allí.
Caminó por la acera y cruzó al frente, adentrándose a los frondosos bosques de Frederick, Maryland. Había estado estudiando el terreno toda la semana, y hasta ayer no encontraba ningún lugar que la convenciera, pero luego de seguir a un pequeño cachorro blanco parecido a un lobo, encontró el lugar perfecto por accidente, era un pequeño claro, en el cual una roca descansaba junto a un gran árbol, probablemente milenario. La roca era especial, algo hundida en medio que le hacía tener una forma de cuna. Elina se situó en la hendidura y luego de estar cómoda extrajo de su mochila una pequeña cajita en la que guardaba su hierba, no era usual que fumara marihuana, pero luego de todo lo que había pasado era lo único que le quitaba los dolores de cabeza, por suerte no le costó demasiado conseguirla, su vecino Dan se la regaló luego de conocerlo en la vecindad y entre charlas, algunas confesiones del insoportable dolor de cabeza de la chica, el joven fumó con Elina por primera vez, revelándole su antídoto cuando él tenía alguna jaqueca, tampoco era un consumidor constante, pero justo en esa ocasión tenía un poco consigo y se le obsequió a la muchacha que terminó cediendo ante la oferta.
Sacó la hierba de su mochila y armó el caño, no quedó muy bien, pero para ser los primeros que hacía no estaba nada mal. Le dio una calada, luego dos y luego tres, ya empezaba a sentir el efecto, sus ojos estaban más pesados que de costumbre y el dolor de cabeza se había ido, iba a ir por su cuarta calada cuando todo el cielo se alumbró, seguido de un fuerte trueno, los ojos de Elina se desviaron desde el caño al cielo, pero en ese momento no daba crédito a lo que veía, todo pasó muy rápido, un gran rayo de luz iba cayendo por el cielo, muy veloz, tenía cierta forma humana pero también de un ¿ave? y desapareció entre los árboles. Se frotó los ojos muy fuerte y algo asustada, miró nuevamente el caño y decidió guardarlo, no sabía si aquello que vio fue producto de lo drogada que estaba o había ocurrido realmente, lo único que sabía es que había sido suficiente hierba. Se apresuró a guardar todo nuevamente en la mochila y corrió a la casa ya que la lluvia pronto apareció en el cielo de Frederick empapando a la chica. Mientras iba de regreso pensaba en lo que vio, tenía miedo, pero paró en seco y soltó una carcajada tranquilizándose, probablemente estaba muy ''volada'' y se imaginó todo aquello, sí, eso debía ser, siguió corriendo hasta la casa y entró rápido, Rose y Robbie estaban en el sofá con unas velas encendidas, debido a la inesperada tormenta la luz del pueblo se había cortado.
-Ya me estaba asustando que no me cogías el celular-se apresuró a decir la mujer en cuanto vio a su sobrina entrar por la puerta principal.
-No me di cuenta tía, lo lamento, en cuanto empezó la tormenta me vine corriendo, pero la lluvia me alcanzó de todos modos-dijo la joven mientras colgaba su abrigo.
-Estás toda empapada, ponte junto al fuego, te traeré un chocolate caliente-dijo la mujer sin esperar la respuesta de su sobrina y desapareció al entrar a la cocina.
La chica se sentó junto a su hermano y le abrazó, le agradaba la idea del chocolate caliente, ya que tenía frío y su cuerpo empezaba a experimentar un hambre feroz, cerró un momento los ojos pero la voz de su hermano hizo que los abriera rápidamente y algo asombrada ya que el niño no solía hablar mucho últimamente.
-Hueles raro Lin-soltó el niño luego de olfatear a su hermana.
Maldición probablemente estaba pasada a hierba, no podía dejar que su tía la pillara, entonces rápidamente se separó de su hermano pequeño.
-¿T-tú crees?, debe ser porque la ropa está húmeda, enseguida vuelvo-dijo subiendo la escalera rápidamente y a grandes zancadas mientras se olía a sí misma.
-Elina, aquí está tu chocolat...-dijo la mujer pero no terminó la frase al no encontrar a su sobrina allí. - Robbie, ¿Dónde está Elina?-preguntó la mujer a su sobrino mientras la buscaba con la mirada.
-Subió corriendo, su ropa apestaba, yo creo que se fue a cambiar-dijo el niño que jugaba con un pequeño auto de madera.
-oh de acuerdo, entonces dejaré esto aquí encima- agregó Rose mientras dejaba el tazón en la mesilla de centro. -Robbie, ¿tú quieres un chocolate caliente también?-le preguntó la mujer al pequeño.
-No gracias tía Rose-respondió Robbie sin dejar de jugar.
-Mmm..., no aceptaré un no por respuesta, ¡a menos que quieras que el mounstro de las cosquillas venga por ti!- dijo la mujer soltando una risa y haciéndole cosquillas al pequeño que comenzó a reir, como hace mucho tiempo no lo hacía.
La muchacha subió corriendo y entró a su habitación no veía casi nada, que tonta debió haberse traído una vela pensaba, pero la poca luz que entraba por la ventana serviría para que pudiera cambiarse y no tropezar con nada, decidió ponerse la pijama, echó las prendas que tenía puestas al cesto de la ropa sucia y se refugió en su ropa para dormir, aún estaba un poco drogada pero ya no tanto como antes, se tumbó un poco en la cama y miró hacía la ventana que tenía muchas gotitas deslizándose por el vidrio, como haciendo una carrera, soltó un largo suspiro y cerró los ojos sin la intención de dormirse, pero el sueño la superó.
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Plumas de platino
FantasyLuego del accidente de sus padres, Elina llega a Frederick, un pequeño pueblo donde vive su tía, que los cuidará a ella y su hermano pequeño de ahora en adelante, esperando vivir más tranquilos. Pero lo que no sabe es que tranquilidad es lo que men...