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– ¿Qué es él amor, onisan? — dijo la pequeña azabache con una voz infantil e inoscente.

– Él albino sonrió y la miro de reojo: Solo dos palabras, tu y yo

– La pequeña sonrió yendo hacía los rosales tomando la rosa más blanca, bella y pura que se encontraba en él lugar, la toma de el tallo y luego la corta con suma delicadeza, corriendo hacia su hermano dándosela en las manos: ¡Onisan, esta es para ti! — dijo con su hermosa sonrisa.

–  Tsk! — con aquélla larga y filosa daga, Subaru destruyó con irá aquéllas hermosas rosas puras y blancas.

    Odiaba tener que recordar a la        persona qué mas estuvo cerca de él y que ahora fueran totales extraños.

Cartas PerdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora