Desaparecido

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Llamé a Alex, pues no sabía que hacer. Estaba en la comisaría, por la noche, rodeada de delincuentes en un pequeña sala de espera. Como supuse me saltó el contestador, ya le volvería a llamar luego.
Un hombre vino hacia mi. Llevaba el uniforme de policía. Tenía una corta barba y parecía tener entre treintena y cuarenta años.

-¿Amelia?

-Sí, soy yo.

-Cómo ya sabrá, Kevin ha desaparecido.-al escuchar eso se me revolvió algo en el estómago-Le ha dejado algo.-se sacó una nota del bolsillo de su chaqueta-

Me la tendió. Explicó algo de que no entendía lo que había escrito, pero como iba dirigido para mí, supuso que lo sabría yo. La desdoblé y comencé a leer.

Hola Amelia, ¿recuerdas que te dije que había estado hablando con Alex? Pues no fue solo por ti, si no que él y yo ya nos conocíamos, y teníamos algunos temas que resolver. Cuida bien de Darcy mientras no esté. Te prometo que volveré pronto preciosa. Te juré que haría algo por ti, y así será, hasta que no lo consiga no me rendiré. No te enfades por mi pequeño viaje, por favor. Te quiero.

El policía me seguía observando, pero yo estaba igual de confusa que él.

-No... yo tampoco sé de nada que pueda ayudar a encontrarlo.

-Vale.-dijo decepcionado, parecía comprenderlo-Unas personas quieren hablar con usted.

-¿Q-quiénes?

Miró detrás mía, así que me giré. En la sala aparecieron una señora y una niña que la agarraba de la mano. Se aproximaron a nosotros. La mujer tenía su pelo marrón recogido en una coleta baja y llevaba traje de camarera. La niña tenía un pijama azul claro con estrellas blancas de cuerpo entero y un plumas por encima. Habían venido corriendo, no se habían molestado ni en vestirse. Cuando estuvieron a nuestro lado pude comprobar que el rimel de la señora se había corrido, hacía poco que había llorado.

-¿Dónde está?-preguntó ella-

-Si lo supiéramos no la habríamos llamado.

La niña me miró, al revés que la mujer, que no parecía notar ni que estuviese allí. La pequeña debía tener unos siete años. Tenía el pelo largo, marrón y le caía en ondas por la espalda. No se lo pedí, pero me regaló una sonrisa. Aquello me hizo pensar. En momentos tristes es bueno tener una persona que te haga reír. Al instante pensé en Alex. No me contestó a la llamada, pero seguramente lo hiciera más tarde.

La madre de la niña se fijó en lo que veía su hija y siguió su mirada.

-¿Y tú quién eres?-dijo mirándome de arriba a abajo-

-Se llama Amelia.-dijo el policía-Es una amiga de su hijo. La única que hemos encontrado hasta ahora.

Debí suponerlo antes, esa era la familia de Kevin. Como nunca me habló de ella no estaba muy segura de que tuviese.

-Hola, me llamo Olivia.-dijo la niña-¿Cómo te llamas?

-Y-yo so-soy Amelia.-no tartamudeé por que estuviera nerviosa, si no por que ella se parecía mucho a su hermano, y eso hizo que me saltaran unas pocas lágrimas-Eres... eres muy parecida a Kevin, y-y muy guapa.

-Gracias.-dijo sonriendo-

-Yo soy Magdalena, pero puedes llamarme Lena.-dijo la madre de Kevin estrechándome la mano-

-Es un placer.-le contesté-

Nos quedamos en silencio durante un rato hasta que Olivia volvió a hablar.

-¿Podemos irnos a casa mami?-comentó bostezando-Tengo sueeeeñoooo.

Es cierto, se me había olvidado que ya era muy tarde.

-Mañana es sábado cielo,-contestó Magdalena-podrás levantarte tarde y dormir mucho. ¿De acuerdo?

La pequeña iba a replicar cuando el policía habló.

-Pueden irse a casa si quieren, nosotros seguiremos con el caso, no se preocupen.

Salimos de la comisaría. Fuera hacía un poco de viento. No había casi gente por la calle, tan solo unos cuantos adolescentes borrachos que volvían a sus casas después de alguna corta fiesta.

-Tú...-dijo la madre-¿estás en clase con Kevin?

-Sí, somos compañeros de mesa.-asintió-Es muy simpático.

-Sí, lo es. Aunque últimamente no lo ha estado siendo mucho.

-¿No?-me extrañó-

-Nos mudamos hace unas semanas. En nuestro antiguo barrio había bastante...-miró a la niña, seguramente no quería que escuchara la conversación-

La cogió y se la subió al hombro, en menos de dos minutos ya estaba dormida, así que nos sentamos en un banco donde apoyó a Olivia para que durmiera un rato y siguió narrando.

-Nuestro barrio era peligroso. Había mucho tráfico de drogas, ladrones, de todo... Kevin no pudo escapar de todo aquello, como nadie pudo. Se metió de lleno, debido a que su padre era uno de los jefes. Él quería que mi hijo siguiera el "negocio familiar". Yo me negué, al igual que él, pero nos iba a obligar a toda la familia-miró a Olivia-a ayudarle con el negocio. Escapamos de allí, pero mi marido nos encontró. Kevin hizo un trató con él ais espaldas, pero luego me comentó que no era nada, solo un pequeño trabajo que nos libraría de todo ese mundo una vez por todas. Le prohibí que hiciera cualquier cosa relacionada con su padre, pero aprovechó que ahora estaba trabajando y se escapó.

Me quedé petrificada.

-¿P-por que no le has contado nada de esto a la policía?

-Por que mi marido tiene contactos, y no es la primera vez que nos amenaza.

-¿Amenaza a su propia familia?

-En teoría no somos su familia. Me casé con él por conveniencia, no por amor, si no por que nuestras familias querían formar un imperio. Por eso se enfadó tanto cuando Kevin no quiso contribuír.

-Se ha ido para protegeros.-asintió para luego mirarme-

-Y seguro que para protegerte a ti también. El otro día vino a casa y dijo que el instituto era una mierda, pero que le habían mandado investigar a la chica más guapa de la clase.-me sonrojé-También dijo que tenías esa manía, la de sonrojarte por todo.-me reí-Ya te aviso de que te va a molestar hasta la médula, pero es su forma de ser, no le culpes.

-No lo hago, es un cielo.-me sorprende haber dicho eso de él-

-Bueno.-miró a Olivia-Creo que me llevaré a mi hijita a casa, gracias por haberme escuchado, necesitaba deshaogarme.

-No hay de qué, además, él no me ha contado mucho de su familia, así que me gusta ir conociendo poco a poco sus secretos.-dije en broma-

Nos despedimos y ella se fue calle abajo mientras que yo me dirigía hacia mi casa. Me llamó cuando aun no se había alejado mucho de mi.

-Amelia, una cosa más. Él... Deja pistas.

-¿Qué?

-Si, algo así como en Ciudades de Papel. Cuando leyó el libro comenzó a dejar pistas por todos lados, mensajes, a determinadas personas. No sé si ahora lo hará, pero tú no te des por vencida.

-De acuerdo.

Me volví a despedir y me alejé por las oscuras calles de la ciudad. Al pensar que Kevin deja pistas me alegré un poco por la ironía.

Él era un misterio que iba dejando pistas, enviadas para que yo lo resolviera.

El Rebelde Y La BailarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora