Cap.8

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Dos semanas después de haber hecho mi escena de autosuficiencia ante el profesor seguimos sin cruzar palabra más que para el pase de lista que en cada clase hace. Han sido dos semanas bastante incómodas en su materia, evita mi mirada, parece que no existiera.
Me preocupo por dos razones. La primera es que no quiero que afecte mis calificaciones por un berrinche que hice delante de él y la segunda, y quiera o no la más importante, no soporto que alguien me ignore. Menos él. Es de las pocas personas con las que tengo trato y conozco aquí. Reconozco que hizo mucho por mi esa tarde y no quiero parecer malagradecida, por lo tanto decido hablar con el al término de clase.
La hora se va entre comentarios de mis compañeros y del profesor Bowman sobre la importancia de las decisiones de Churchill y cómo afectó al mundo literario. Si hubiera sido en otra ocasión esto me tendría absorta, por qué el tema en si me es muy interesante, pero en estos momentos solo tengo la cabeza en otro lado y la punta de la goma de mi lápiz entre mis dientes. El sabor del fierro que tiene la goma de borrar me sabe tan mal que es lo único que me saca de mi cabeza. Noto como poco a poco su charla se vuelve más efusiva que lo normal. El tema le gusta y lo demuestra.
Es un poco raro encontrar maestros así. Que su clase no se hace para nada aburrida y más bien parece una plática informal con un conocido.
Apenas noto que la clase culmina y todos guardan sus cosas en sus mochilas. Hago lo mismo pero en modo lento. Hago tiempo suficiente para que salgan todos del salón y pueda hablar a solas con el. Espero que el último chico salga y tomo aire para poder hablarle. Cuando me doy vuelta Andrew ya no está. Salgo corriendo al pasillo y lo divisó en medio de todo el alumnado, a un par de salones más a allá.
Corro y empujó para poder alcanzarlo. A medio patio lo consigo.
-¡Profesor Bowman! ¡Espere!
Se da la vuelta, me mira y se detiene por completo para esperarme.
-Colette ¿Que sucede?
Respiro agitadamente y hablo por igual.
-Nada, bueno si...  Mas bien solo quería pedirle disculpas. En verdad lo siento mucho mucho. Me siento mal por haberme comportado así con usted, no quiero que piense que soy malagradecida ni mucho menos. Solo que toco un tema que es importante para mí. Sabe cómo son los jóvenes y a veces podemos ser muy testarudos. No quise hablarle de tal modo ni hacerlo enojar, ya sé que tiene preocupaciones y problemas como para darle más. También quería agradecer lo mucho que ha hecho por mi, no sabe lo mucho que vale y...
-Tranquila, todo está perdonado. Y por favor, respira por qué me temo a que tus pulmones exploten por falta de aire.
Sonríe levemente y eso me llena el pecho con una sensación extraña. Mágicamente el alivio invade mi cuerpo y apenas noto que todos estos días tuve un sentimiento atorado. Me sentía culpable por algo pero al hablar con Andrew todo se solucionó.
-¿Entonces estamos bien?- intento sonreír pero creo que mi mueca aún sigue siendo descompuesta.
-Por supuesto.
-Vaya, no creí que esto fuera tan sencillo. No es que pida mucho disculpas a cualquier persona, solo que me es un poco complicado esto para mí.- suelto lo que pienso y el solo me mira con diversión y ¿fascinación? Su cara es como la de un cachorro cuando intenta descifrarte con gesto juguetón .
-Se de lo que hablas, por eso voy a facilitar aún más las cosas. Anda, te invito algo en mi cafetería favorita.
Dudo un poco en mi lugar. Pero la curiosidad y el ánimo que me embargan repentinamente motiva a mis pies a caminar en dirección a donde el profesor acaba de llegar y abrir la puerta del copiloto de su gran auto. Subo torpemente y espero a que el haga lo mismo, pero en este caso con suma elegancia y la típica gracia que lo caracteriza.
-¿Queda muy lejos?
Pregunto solo para poder iniciar una conversación y no ir en un silencio sepulcral. No es que le guste mucho charlar tampoco. Salimos del campus.
-Un poco, si. Pero estoy seguro que te gustara. ¿Te confieso algo?- a continuación pronuncia sus palabras en un tono muy bajo, como si fuera un secreto de estado, por lo que me inclino hacia el y nuestras frentes se encuentran a escasos centímetros.
-Es mi lugar secreto. Nunca llevo a absolutamente nadie allí.
Cuando dice esto, sus ojos chispean con diversión y genuina amabilidad. A esta distancia noto perfectamente cada poro de su piel, pero eso no es lo que provoca que mi ritmo cardiaco se eleve y mi sangre fluya como loca a mis mejillas. Son su ojos los que me deslumbran. Sus bonitos ojos marrones. Se le notan algunas arrugas más por su sonrisa y se le achican por el movimiento de la boca. Sus pestañas (mejores que las mías ) crean unas leves sombras y hacen parecer delineados los ojos. Prácticamente tengo la cara llena de admiración y apuesto a que mi boca forma una O.
-¿Y a que se debe que yo sea la privilegiada? Espera...¿Ni siquiera Maggie?
-Ni siquiera ella. -encoje los hombros con gesto despreocupado - debes estar agradecida por tal privilegio. Vas a probar el mejor carrot cake de tu vida con la mejor compañía...- al parecer esto último se le ha escapado por lo que sus mejillas ya están del color del tomate, únicamente me limito a soltar una débil risilla. - bueno, ya sabes a lo que quiero decir, me refiero a que...
-Si, le entendí perfectamente- le sonrío de vuelta para que ya no esté nervioso.
-¿Como te ha ido en la escuela Col?
Col. Tenía mucho tiempo que no escuchaba ese apodo. Solo mis amigos y mis padres en América me llamaban así.
-Supongo que bien, solo se me complica de vez en cuando historia. Pero de ahí en fuera me siento bien con todo.
-Vaya, bueno si tú quieres puedo prestarte un par de libros que tengo en casa, simplifican todo lo que deben enseñarte. Un día de estos deberías ir a mi estudio y leer todo lo que quieras.
-¿No le molestaría permitirme hacer eso?
-En lo absoluto, incluso puedes ir cuando Maggie no se encuentre en casa para que estés más tranquila.
La idea de recuperarme en esa materia realmente me tiene sin cuidado, pero mi curiosidad es mayor a cualquier otra cosa en estos momentos que me encuentro ilusionada por ir a su estudio. Quiero ver el hábitat de un hombre como el que tengo al lado.
-Claro, intentaré ir en estos días.
Enciende la radio y la música flota cómodamente entre nosotros. No se siente un aire pesado ni lleno de ansiedad como lo he sentido las únicas  veces que he subido en el vehículo. Más bien se siente cálido, y no por el aire acondicionado, más bien porque no discutimos por nada ni hemos metido la pata entre nosotros. He tenido poco trato con Andrew, pero pareciera que los mínimos momentos que pasamos juntos alguno de los dos los arruina. Su carácter con el mío chocan pero heme aquí, yéndo por un café y una charla con mi profesor.
Aparcamos en un local pequeño a la orilla de la calle. Podríamos decir que el pop-up al que estamos por ingresar es un típico café inglés. No es un starbucks ni mucho menos. No es, sin embargo, un pub o bar. Más bien, es el lugar al que la mayoría de las personas vendrían a leer o trabajar junto con un café. La luz amarilla se encuentra tanto dentro del local como por fuera.
-Que bonito es.
Sonrío en su dirección mientras termina de cerrar el auto. Camino mirando los adoquines de la calle, las luces de arriba de mi cabeza y la gente dentro del local, hasta que su mano en mi cintura me pone la piel de gallina. Me guía hacia dentro de la tienda y pareciera que tiene el rumbo trazado. No es como los demás que entramos a un restaurante o una cafetería, no se queda parado buscando una mesa, buscando la que se les apetezca si no, más bien, sabe perfectamente a que lugar quiere ir y pon ende me empuja suavemente hacia la mesa de la esquina, junto a la gran ventana que muestra el menú. Cuando hemos llegado a nuestro destino me suelta y alarga su mano pidiéndome mi chaqueta. Me desprendo de esta y Andrew caballerosamente la acomoda en el perchero y tomamos asiento.
-¿Así que este es su secreto profesor?
-Si, pero ahora en adelante es nuestros secreto.
-Seguro. Y ¿A que me trajo hasta acá? ¿De que quiere charlar?
-No lo sé, de lo que quieras. Quería romper el hielo entre nosotros. No hemos tenido muy buenos momentos, así que quería cambiar el rumbo de nuestra relación.
-Ok...
Ambos nos quedamos en silencio hasta que llega la mesera y Andrew pide por nosotros.
Cuando está se retira seguimos igual.
-Vale, entonces te contaré un secreto a cambio por el tuyo.-digo esto por quebrar el denso silencio e incómodo en el que estábamos.
-Está bien. Soy todo oídos.
-Cuando decidí vivir aquí, pensaba mudarme con mi novio.
-¿Tu novio? ¿Es inglés?
-Ex novio. Y no no es inglés. Estudiábamos en la misma escuela y salimos juntos pero justo cuando le iba a ofrecer vivir juntos el me dejo por mi mejor amiga. Razón por la cual no tengo muchos amigos que extrañar en mi país.
-¿Porque es un secreto?
-Porque jamás le conté a mamá la verdad. Me dolió mucho la infidelidad de ambas partes, tanto como la de mi ex como la de mi amiga, por lo que mentí a todos diciendo que yo lo deje, que no era para mí y quería estar soltera por más tiempo. Y ahora todos creen gracias a mi que no tengo planes de casarme y estoy segura que si algún día llegó con mamá y le presentó a un nuevo novio, ella seguro se sorprenderá e incluso decepcionará.
-¿Porque tendría que decepcionarse?  Una madre siempre se alegrará que su hija tenga a alguien que la quiera.
-Lo se, pero mamá piensa que sin casarme estoy mejor. Sin un hombre que me estorbe en mi trabajo o en mi carrera. Cree que puedo llegar a ser buena en esto y quiere que me esfuerce y tome mi tiempo para ser "la mejor", como ella lo llama. Opina que los hombres solo son una barrera que nos frenan a las mujeres en lograr sus objetivos. Nunca pensó eso de papá, siempre lo aclara pero a veces pienso que si no hubiera llegado yo estaría más contenta trabajando en lo que estudió y ama. Según sus palabras los hombres piensan que la mujer cuando contrae matrimonio es porque debe volverse una madre ejemplar, y dedicar todo su tiempo y esfuerzo en los niños en vez de un trabajo absorbente.
-Así que es feminista.
-No es el mejor ejemplo de feminista pero ella sí lo cree. Me parece una exageración pero en parte tiene razón.
-¿Razón? ¿Crees que todos los hombres somos así? Bueno, como me han educado a mí siempre he estado de parte de la mujer. Un caballero jamás se interpone entre una dama y sus aficiones. No la limita ni la restringe. El matrimonio es una unión no encierro, como hombre no le puedes prohibir nada a tu esposa. Debes permitir que tengan opiniones propias, que luchen por lo que aman y sobre todo dar apoyo. Si la mujer no quiere hijos, es no y ya. ¿Porque forzarla a quedarse en casa? Lo niños no son malos, solo que algunas mujeres no están hechas para ser madres.
-Si que tiene suerte Maggie en tenerte.- se me sale el pensamiento.
Andrew solo ríe por lo bajo y espero un "suerte tengo yo" o algo por el estilo pero lo que me dice me deja aturdida.
-Aunque ella no lo ve así.
-¿Como? - pregunto porque en verdad no entiendo.
-No es nada, olvídalo.
En ese justo momento llega la mesera con nuestras bebidas y postres para salvarlo de seguir siento cuestionado.
-Vamos, pruébalo y dime que te parece.- señala la rebanada de pastel que tengo enfrente.
Tomo un trozo generoso y lo meto a mi boca saboreándolo.
-¡Dios! ¡Es tan rico!- cuando por fin termino mi bocado suelto un gemido de aprobación. Abro los ojos y Andrew me mira raro.
-¿Que sucede? ¿Te asuste por comer como animal?- bromeó. Por consiguiente traga saliva y noto su manzana de Adán subir y bajar. Juguetea sus labios con los dedos para esconder una sonrisa burlona. Y sin más suelto la carcajada. Ambos reímos a un nivel un poco alto y atesoro estos momentos en mi cabeza. No es como si todos los días observara de esta forma al serio profesor Bowman .
Terminamos de reír y nos miramos divertidos.
-Que bonita risa Col.
-Lo mismo digo Andrew.
-¿Vez que no es tan difícil llamarme por mi nombre?
-Ya no tanto.
Hablamos durante horas. Salimos exactamente 9 de la noche del local.
Con esta salida hemos ganado terreno. Jamás pensé que sería buen amigo el profesor. Es divertido pero educado. Y sus bromas son muy inteligentes.
Sin pensarlo dos veces porque sé que me negaría, lo tomo del brazo y salgo con el de esta forma hacia el auto.

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