Capítulo 7: Adictivo

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Se estaba volviendo adicto a sus besos.

Después de terminar la cena y de algún par más de pláticas sin sentido, tanto Alex como Katt decidieron que ya era momento de abandonar el restaurante y hacer lo que ambos habían estado esperando: ellos solos en un cuarto y una cama. Cada uno manejó su propio coche hasta el mismo hotel en el que se habían conocido, fue más como una tregua, era como si al ir al hotel y no a la casa de alguno de ellos estuvieran manteniendo su "relación" como lo que era, no una relación. Definitivamente el hotel actuaba como un terreno neutro, ninguno de los dos estaba comprometido con el otro y aquello que iba a pasar en la habitación 2450 no era más que un simple acto sexual. 

Pero nada de eso importaba ahora, porque en lo único que Alex podía pensar, desde que entraron a la habitación, es en que Katt besaba de una manera tan adictiva que estaba dispuesto a renunciar a todo lo que tenía siempre y cuando pudiera continuar besando sus labios. Ah, posiblemente no era bueno que estuviera teniendo tales pensamientos, pero que más daba, en este momento, dentro de estas cuatro paredes, en terreno neutral, todo valía.

-Alex ¿me estás escuchando?- la voz de la morocha lo sacó de sus pensamientos

-Mmm- murmuró contra sus labios provocando la risa en la chica.

-Está bien, no es momento de hablar, pero solo quería decirte que besas de maravilla- ah, como le gustaba ella, más que concordara con lo que pensaba hace unos momentos.

-Ya te voy a enseñar otras cosas maravillosas-

Antes de que Katt pudiera contestarle, Alex la tomó en brazos y comenzó a quitar su ropa, tenía que admitir que la castaña tenía un gusto increíble para vestir, aunque sinceramente dudaba que algo se le viera mal, ella era simplemente impresionante. Ah, pero lo más impresionante llegó cuando pudo ver la lencería que llevaba puesta, sí Katt definitivamente fue armada a la guerra. Como una persona que acababa de salir de una huelga de hambre, comenzó a besar, lamer y chupar los senos prominentes de la mujer, le encantaban, no eran los más grandes que hubiera visto pero definitivamente eran demasiado receptivos a sus caricias y eso lo enloquecía.

-Alex- gimió Katt al momento en que él comenzó a morder ligeramente sus pezones, aún sobre la tela ligera del sujetador- Alex, quítame el maldito sujetador o te juro que... - Katt no pudo terminar su amenaza porque las endiabladas manos de Alex, en lugar de desabrochar el sostén, se enfocaron en descender por su cuerpo hasta llegar a desabrochar sus jeans y comenzar a estimular su clítoris a través de la delgada tela de sus bragas, para la siguiente, juro por Dios, no usaré ropa interior,  pensó Katt para sus adentros, maldito, maldito y mil veces maldito, pero ha esto juego podían jugar los dos.

-¿Katt? qué... ahh- al sentir las manos de Katt sobre la protuberancia en sus pantalones cualquier pensamiento coherente se borro de la cabeza de Alex, esto no se suponía que iría así, el quería tener el control, estaba disfrutando demasiado de ver a Katt derretirse bajo sus caricias, era casi tan excitante como sentir sus manos sobre su cuerpo, casi.

-Basta- mustió al tiempo al que la recostaba sobre la cama y se deshacía tanto de sus jeans como del sujetador, mientras que la chica solo vestía sus bragas, Alex aún tenía toda la ropa puesta.

-Me siento con una gran desventaja- se quejó Katt

-Sht- la silenció sin más. Comenzó a repartir besos a lo largo del hermoso cuerpo que se encontraba debajo de él. Descendiendo desde el apetecible cuello, pasando por sus pechos, su abdomen y llegando hasta el inicio de la ropa interior restante. Comenzó a retirar la misma, observándola fijamente a los ojos.

-Ahora sí dulzura, prepárate para lo maravilloso.



Posiblemente nadie reconocía a Katt en estos momentos, tenía un brillo especial en la mirada, un brillo que ella sabía no podía atribuir únicamente a su maravillosa y muy satisfactoria ración de sexo, pero no quería pensar en eso, al menos no por ahora. Ahora era más importante poder terminar los prototipos para la siguiente colección de otoño, se había atrasado pues no podía dejar de pensar en aquel guapo e irresistible chico que la había sacado de órbita por muchísimo más que un segundo. Pero gracias a eso ahora no podía recordar donde habían quedado los avances de los diseños en los que había estado trabajando por algunos meses, no se podía permitir perderlos y tener que empezar de cero, no le daría tiempo.

-Te vez demasiado estresada, querida- justo lo que necesitaba, la engreída de Sofía para terminar de ponerle la cereza al pastel.

-Gracias por la opinión Sof, hubiera sido más interesante si te la hubiera pedido- contestó sin siquiera verla, poco le importaba lo que aquella arpía fuera a decirle, sus prioridades eran otras y, aunque no hubiera tenido nada que hacer, sinceramente no valía la pena dedicarle siquiera una segunda mirada, harta estaba de su veneno y su envidia.

-Te vendrían bien unas clases de buenos modales, no eres más que una mal educada- ahí estaba el veneno, sinceramente al principio Katt no podía entender porque aquella señora la odiaba tanto, ahora, después de trabajar juntas por unos años se daba cuenta que todo se debía a la envidia. Sofia no podía soportar que Katt, tan joven y en su primer empleo, pudiera estar teniendo tanto éxito cuando ella, tras llevar años dedicándose a la empresa de moda para la que trabajaban no había conseguido que le aprobaran su propia línea. Una lástima, pero en realidad si dedicara menos tiempo a lanzar comentarios venenosos y criticar vidas ajenas, y se dedicara a crear modelos innovadores y originales, posiblemente tendría el éxito que tanto anhelaba.

-Nuevamente, Sofia, esa información sería más relevante si la hubiera pedido. Ahora, si no te importa me voy, yo sí tengo cosas importantes que hacer.

Mientras abandonada la sala de diseños Katt no pudo evitar embozar una sonrisa, sí, a veces se sentía bien seguirle el juego y dejarla con la boca cerrada.

 Dos horas después comenzaba a entrar realmente en pánico, no era posible que en realidad hubiera perdido los diseños, simplemente era inaceptable, durante años había logrado tener todo bajo control, absolutamente todo, nada se le iba de las manos, y siempre había puesto su trabajo por encima de todo y de todos. No era porque fuera una obsesa del control o porque rehuyera a las relaciones, sino porque por primera vez en la vida tenía algo verdaderamente suyo, algo en lo que sus padres no habían tenido nada que ver, todo lo que había logrado había sido por cuenta propia y por eso mismo lo priorizaba de aquella manera. Entonces, como si un foco se hubiera encendido, corrió hacía la bolsa que había utilizado antes de recibir aquella llamada del ojiazul. 
¡Bingo! No podía creer que siquiera hubiera olvidado que había utilizado aquella bolsa durante la semana, definitivamente Alexander era una gran distracción, y ahora ya no estaba tan segura si podía permitírsela. Sentándose relajadamente sobre su silla, Katt se dio cuenta que, en su prisa por encontrar lo que buscaba, no se había dado cuenta del gran arreglo floral que se encontraba en la mesa de entrada de su oficina. Con más curiosidad de la que se permitiría aceptar, se dirigió hacia el arreglo, era hermoso, un conjunto de flores blancas y lilas, había de todo tipo de flores, incluso algunas que no reconocía pero que se veían espectaculares. 

Tomó la pequeña tarjeta que se encontraba sujeta a una rosa y leyó:

"Al ver este arreglo no pude evita pensar en ti. Tan diferente y hermosa en tantos sentidos. Ayer, sin duda, fue maravilloso.

Espero verte pronto, Alex."

Katt se permitió admirar las flores un momento antes de caminar nuevamente hacia su silla, su cabeza era un revoltijo en aquel momento, no sabía qué pensar acerca del regalo ni de las palabras leídas, lo único que sabía era que no podía descuidar su trabajo ni poner su vida patas arriba solo por un poco de sexo. Tal vez estaba siendo irracional y exagerada, pero, Alex representaba un riesgo que no estaba segura de querer aceptar.


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