~ Si todos te lo repiten una y otra y otra vez, debe ser cierto... ¿No? ~
—•••—
—¡Oye, inútil! ¿Por qué no mejor te vas a casa? De todos modos, aquí no aprenderás nada.
Sus compañeros de clase...
—Pero mira a quién tenemos aquí, ¡el inútil del insti!
Sus senpais...
—Ni siquiera puedes resolver una ecuación tan simple, inútil tenías que ser... ¿¡Cuántas veces más tendré que explicártelo, Sawada!?
Sus profesores...
—¿Ese chico acaba de tropezar con sus propios pies? Vaya inútil...
Las personas de la ciudad...
—Tsk, no puedo creer que seas un inútil, Tsunayoshi.
Su padre...
—Querido... ¿Qué hice mal al criarlo?
Hasta su madre...
Todos se lo decían, todos insistían en recordarle a cada momento de su existencia que era un inútil y que jamás tendría un futuro...
—•••—
Subió las escaleras de la escuela hacia la azotea a paso lento, por una vez en mucho tiempo podía estar tranquilo de que nadie más que sí mismo le recordaría lo inútil que era.
Cruzó la puerta y se acercó a la reja de seguridad. Se quitó los zapatos, dejándolos a un lado, y saltó la reja con cuidado de no tropezar.
Observó el cielo azul; tan bello, tan libre... Sintió envidia de él por un momento. El cielo tenía elementos que siempre le acompañaban, incluso en las noches más solitarias, al contrario de Tsunayoshi, quien solo se tenía a sí mismo.
Suspiró y se aseguró de que no hubiese nadie abajo, aunque en esos momentos todos debería estar en clases.
—Es hora, Tsunayoshi, despídete de ti mismo, de todo... —murmuró en voz baja, cerrando sus ojos para deshacerse de todo rastro de miedo.
Soltó su agarre y se dejó caer al vacío...
Abrió los ojos al sentir como un mano tomaba con fuerza su brazo y le obligaba a regresar a la seguridad de la azotea. Su tutor personal, a quien conoció esa misma mañana, le miraba entre molesto y preocupado.
—Rebo-...
—¿¡En qué demonios pensabas, Tsunayoshi!? —le interrumpió—. ¡Podrías haber muerto si hubiese tardado un segundo más!
—Yo... —bajó la cabeza, incapaz de mirar a los ojos del contrario.
El más alto tomó aire en un intento de calmarse.
—Tsunayoshi... ¿Por qué?
El castaño comenzó a sollozar en silencio, aunque Reborn lo notó de todos modos.
—Yo... Solo soy un inútil y... Nadie me necesita... —murmuró entre sollozos—. Creí que...Si moría... Ya no sería... Un problema... Para nadie...
El pelinegro le miró en silencio, sin saber realmente qué decir. Suspiró internamente; los actos son mejores que las palabras.
Reborn abrazó a Tsuna brindándole apoyo a su manera, el castaño le miró sorprendido.
—No vuelvas a decir esas cosas nunca. —Comenzó a hablar, acariciando los cabellos del menor y sobando su espalda— No eres un inútil, Tsunayoshi. Solo eres un poco torpe y lo académico se te da pésimo, pero eso no es algo que no se pueda arreglar. Estoy seguro que con un poco de ayuda puedes superarte... Y no lo digo para reconfortarte, lo digo porque puedo ver en ti ese potencial.
—Pero yo... No tengo a nadie que me ayude... —murmuró.
—Sí lo tienes, idiota. —Tsuna se separó lo suficiente para verlo directamente a los ojos. Reborn sonrió— ¿Para qué demonios crees que estoy aquí si no es por ti?
—¿Qué...?
—Lo que escuchaste.
Tsunayoshi no pudo evitar comenzar a llorar, reforzando el abrazo con el mayor. Reborn solo le dejó estar, por esa vez se permitiría consolar al chico que tendría por alumno a partir de ese día.
—Reborn —llamó en voz baja, calmando su respiración.
—¿Hn?
—Gracias.
—Agradéceme cuando seas alguien de quien puedas estar orgulloso, Dame-Tsuna.
—Claro... —rió.
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Ay, qué bonito quedó :'3
Pobre Tsu, Papi Reborn al rescate siempre.
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Inútil.
FanfictionSi todos te lo repiten una y otra vez, debe ser cierto... ¿No? ➙KHR no me pertenece, es propiedad de Akira Amano. ➙One-Shot.