«🐰»

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Las paredes se cerraba a su alrededor, haciendo más difícil la tarea de intentar respirar, daba grandes bocanadas sintiendo como su garganta se negaba a cooperar impidiendo que el aire llegara a sus adoloridos pulmones.

Comenzó a contar:

«Ocho, dieciséis, venticuatro...»

Cuando llegó a los ciento veinte y ocho, no lo soportó más, se desiso de sus molestos guantes, bajó con prisa la cremallera de su abrigo y llevó sus manos a la carne de sus pectorales y comenzó a rasgar. Lentamente, sin prisas.

«No los necesito... Mis pulmones... solo estorban. »

Se sentía bien, tan bien. Cada rasguño era profundo y doloroso. Significaba que cada vez estaba más cerca.

Leopold, un joven rubio de ojos azul zafiro entró en el baño, con la inocente intención de atender sus necesidades.

Tuvo que salir en la clase del Señor Harrison, ya que en la hora de almuerzo estuvo jugando con los chicos a las escondidas y no se movió de su lugar todo el recreo —sin saber que ellos solo querían deshacerce de el por un tiempo.

—¡Ah!

Escuchó un suspiro, seguido de... ¿Chapoteos?

Los colores se le subieron al rostro y solo por curiosidad llevó sus ojitos al cubículo donde unos pies cubiertas en unas botas marrones se movían con desespero.

—¿K-kenny? —logró modular más allá de su asombro.

—¡Aaahhh!

Ok, eso no era un suspiro normal. Se había escuchado casi doloroso.

—Kenny, esas cosas no se deben hacer en el baño. T-te debería dar ver- —se detuvo al darse cuenta que los pies no se movían más. Solo una pesada respiración se escuchaba entre los bordes de la puerta color crema.

— ¿E-está todo bien? —el chico se acercó con cautela.

—Butters... —habló de manera suave y temblorosa.

—¡Kenny! —el ojiazul posó sus manos en la puerta del cubículo y golpeó con fuerza —Está cerrado, Kenny, abre.

—Solo quiero deshacerme de algo, calma. —tosió con brusquedad alterando aún más el pequeño cuerpo de su amigo.

—No, no. No estás bien. Ábreme ahora. — lagrimeo. No había necesidad de llorar, sin embargo era extremadamente sensible y nervioso.

Simplemente no quería que su amigo Kenny muriera, de nuevo.

Sólo eso.

Reunió coraje, asomó su cabellera hacia el pasillo para asegurarse de que nadie viniera y pateó la puerta del cubículo de Kenny, rompiendo la cerradura.

El olor a sangre y cloro inundaba el pequeño lugar, llegaba a ser nauseabundo y penetrante dañando sus fosas nasales obligándolo a cubrirlas con su mano.

Se hizo aún lado para vomitar el almuerzo cuando observó a su amigo sentado en el baño con sus pulmones fuera de su cuerpo en el tacho de la basura frente suyo.

Una zancarrona sonrisa estaba dibujada en su rostro, casi burlándose, y sus ojos rojos perdidos en alguna parte del baño.

—¡AAAHHH! —el desgarrador grito llamó la atención alguno de los alumnos que pasaban por el pasillo.

—¿Ese fue Butters? —le preguntó Wendy a sus amigas a lo que ellas asintieron sin importancia.

Pronto el baño se llenó de chicos —por cosas obvias las niñas solo podían preguntarles a los niños que salían lo que ocurría—, mirando a Butters echo bolita rodeado de su grupo.

—Basta Butters, deja de llorar como una nena. —"ayudó" Eric dándole unas pesadas palmadas en su espalda.

—Si, el gordo tiene razón —habló Stan, el nombrado rodó los ojos —Ya sabes que siempre pasa esto. Estará fresco como una lechuga mañana por la mañana.

—N-no lo entienden chicos. Esto no es como otras veces... Él...

—Un momento, ¿Estás pensando en lo que vas a decirnos? —lo regañó Kyle —Porque si-

—¡C-claro que lo hago!—suspiró —Aun que deben saber que solo es una suposición. Por lo que vi y oí...

Todos se acercaron, atentos.

Clyde con su celular grabando para Token, Tweek detrás de Craig asustado y Cartman rodando los ojos por todo el espectáculo que creó Butters por la muerte de alguien inmortal.

—Creo que Kenny mató a Kenny.

—Que hijo de puta —se escuchó en el cubículo de al lado.

« Very deep »; BUNNYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora