Ella tenía dos opciones: el camino del bien o el camino del mal, y ella eligió su propio camino.
Toda su vida le pintaron que el camino del bien era el correcto. Y un día, después de pasarse la vida creyéndoselo, se dijo: "a la mierda, no quiero ni eso, ni lo otro".
Todos se sorprendieron y la miraron con cara horrorizada, y era la misma cara que le daba la bienvenida en todas las calles y pueblos por los que pasaba.
Pero ella había decidido su camino, su camino la hacía feliz, así que nada importó.