A la luz de la luna...

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La primera vez que nos vimos, desprecie tu mera existencia.

Eras solo un maldito hobbit.

Un estorbo para mi misión.

Se lo dije esa noche a Gandalf, yo no me haría responsable por tu seguridad y tu vida.

Si te morías yo no cargaría con tu cadáver.

Era capaz de dejarte tirado en cualquier lugar, y continuar mi viaje.

Pero tú insististe.

Te metiste en mi compañía, entre mis amigos, junto a mi familia...

Y en mi corazón.

Tus pequeñas acciones hicieron un gran cambio en mi mente.

Y te odie por ello.

Tu maldita y brillante sonrisa me hacía distraerme de mi objetivo.

Las bromas de mis sobrinos a ti, comenzaron a ser entre divertidas y molestas.

Deseaba tanto intervenir.

Pero eso solo me delataría.

Y era lo que menos necesitaba.

Aun así mis sentimientos siguieron creciendo.

Y mis deseos a cortejarte también lo hicieron.

Pero no era digno de nadie.

Mucho menos de un ser tan maravilloso como lo eres tú.

No tenía un hogar, ni riquezas, nada de oro o tesoros.

Era un enano sin valor.

Sin un reino que poner a tus pies.

Solo tenía una venganza en el futuro.

-deberías dejar de pensar en todo eso que te agobia-

-Balin, yo...-

-que te detiene para hablar con nuestro hobbit-

-no sé de qué hablas-

-Thorin, he sido tu amigo y compañero por tantos años...te conozco lo suficiente para reconocer el cambio que el señor Bolsón a...-

-ni se te ocurra terminar esa frase-

-deja tu orgullo ya Thorin, como rey debes tomar decisiones difíciles...además a ese hobbit no le eres del todo indiferente-

-¿Qué quieres...?-

Balin ya se había ido.

Frustrado y cansado.

Decidió ir a tomar un largo y refrescante baño al lago cercano.

Con Fili y Kili dormidos, podría disfrutar de un relajante chapuzón.

Sin preocuparse de juegos o bromas.

Solo él y...

Un hermoso y desnudo hobbit que flotaba de manera tranquila en medio del lago.

Relajado, casi dormitando sobre el agua.

Mientras sus dorados cabellos flotaban sobre esta.

Sus ojos cerrados delataban la tranquilidad que este sentía...

Y su cuerpo...

Regordete, pequeño, húmedo...

Joder que ahora tenía una dolorosa erección entre sus piernas.

Sobre todo al imaginar esa misma escena, pero en vez de la cristalina agua había oro.

Brillante y dorado.

El tesoro de Erebor cubriendo el desnudo cuerpo de Bilbo.

Brillantes, rubíes, monedas, copas...

Todo ello rodeando el cuerpo de su hobbit.

Pieles, telas finas...

Incluso pudo ver sobre esos risos dorados una corona hecha por el mismo, digna de su futuro consorte.

Pero lo más importante y lo que más añoraba.

Es que imagino a su hobbit, dormido tan tranquilo como ahora, entre sus brazos.

Con ese mismo rostro de paz, con esa belleza que la luz de luna le daba.

-solo espera un poco más Bilbo Bolsón...pronto serás mío...-

Mi HobbitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora