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-¡Dios mío!- exclamó con voz entrecortada-. ¡Es horrible!
Tom trató de acercarse, pero el hombre cerró la puerta y se dirigió a Richard Saks.
-¡Merece usted que lo maten!- le gritó-.¿ Cómo ha sido capaz de matar a una pobre mujer?
-¡No!- murmuró Richard Saks. Su cara estaba pálida y tenía unas señales rojas como si le hubiesen golpeado-.¡No, no! Para entonces el pasillo ya estaba lleno de pasajeros que empujaban y se apretujaban tratando de ver lo que había sucedido. Dándose cuenta de que podían pisotear a Richard Saks, el mozo le obligó a incorporarse y le puso contra la pared. Al incorporarse el señor Saks, Tom vio el cuchillo en el suelo.
-¿Tiene un pañuelo?- le preguntó al mozo
El hombre asintió y sacó uno del bolsillo. Tom se arrodilló, observando la fuerte hoja cuidadosamente en el pañuelo. Levantó la mirada y vio cerca de él el rostro de Richard Saks, y percibió el olor agrio a alcohol de su aliento.
-¡No!- dijo Richard Saks con mirada de desesperación-. ¡No, amigo! ¡Yo no he sido!
-¡Embustero!- El hombre bajo y gordo levantó la mano como para golpear a Richard Saks-.¡ Yo le obligaré a decir la verdad!
Tom se acercó a Richard Saks, intentando protegerle de algún golpe, pero alguien sujetó la mano del hombre bajo y gordo. Tom se volvió y vio a un hombre alto con uniforme de revisor.
-Bueno- dijo el revisor-.¿Qué pasa aquí?
Todos contestaron al unísono, pero el revisor no pareció darse cuenta de la realidad hasta que Tom desenvolvió el pañuelo y le enseñó el cuchillo ensangrentado. Inmediatamente se puso en acción, empezando por despejar el pasillo de espectadores y conduciendo a Richard Saks al departamento E, que estaba vacío. Ordenó al mozo que se quedara dentro vigilándole, cerró la puerta y se volvió a Tom y a los otros testigos.
-Vuelvan a sus camas, porfavor-dijo-.
Voy a llamar por radio a la próxima estación y la policía estará allí cuando llegue el tren.
Me figuro que querrán hablar con todos ustedes. La siguiente estación parecía no llegar nunca. Tom permanecía tumbado en su cama, sin poder olvidar la impresión que le había producido ver a Richard Saks empuñando el cuchillo ensangrentado. Por fin, distinguió un pequeño destello de luz a lo lejos, en la oscuridad. La luz fue creciendo hasta que, finalmente, pudo divisar las luces de las calles y los anuncios luminosos de neón.
El tren entró en la estación silbando y haciendo sonar la campana, como si quisiera pregonar los horrores que acababan de ocurrir. Tom se sentó, y se estaba poniendo los zapatos cuando distinguió algunos detalles de la pequeña estación. La mitad de la población debía estar en el andén, y divisó otras personas que se dirigían corriendo hacia la estación, al tiempo que se detenía el tren.
Un coche de la policía, con sus luces intermitentes, estaba estacionado junto a la estación. Un policía bajó de él y se dirigió hacia el tren; unos segundos después, Tom le oyó hablar con el revisor, mientras caminaban por el pasillo. Luego todo quedó en silencio y Tom se volvió a la ventanilla. A medida que pasaba el tiempo, crecía la multitud de fuera. Habían formado corrillos en los que se hablaba acaloradamente bajo la escasa iluminación de las luces del andén....

Asesinato En El Canadian ExpressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora