¿Qué hacen aquí?

1.1K 108 10
                                    


Se removió en su lugar incómoda, esos asientos de aviones clase turista eran como latas de sardinas combinadas con bloques de cemento, podía pagar primera clase pero no lo haría, llamenlo ser tacaña pero no pagaría centavos extras solo para tener un asiento cómodo para dormir.

Se había acostumbrado hasta dormir en peores lugares, como su pupitre de la clase de matemáticas por ejemplo. No sabia exactamente cuantas horas había hecho de vuelo, del continente europeo hasta su país.

Se alegró cuando la azafata informo que ya podían bajar del avión, esperaba para poder tomar su maleta buscándola entre tantas otras.

- Mejor y le hubiera dicho a Varia o Simon que me prestaran el Jet, así seria más rápido - murmuró tomando su maleta mientras bostezada

Veía a personas de diferentes nacionalidades caminar por todo el aeropuerto con sus maletas, a los de seguridad con los perro y otros más.

Salió de allí mientras tomaba una bocanada de aire para luego toser.

- ¡Joder! Italia esta menos contaminada que acá - dijo mientras se sentaba en una banqueta - "considerando que verde casi envenena el agua con uno de sus experimentos" - pensó levantándose para buscar un taxi
Claro que era más fácil decirlo que hacerlo, le habían quitado un taxi unas veinte veces, en momentos como esos pensaba en la limusina vongola, esa que la llevaba a todos lados para hacer las compras y no la hacia esperar. Ya con un humor nada agradable consiguió un jodido taxi que la sacaría de la cuidad para llevarla a su humilde hogar, si, nada era fácil considerando que ese taxista quiso pasarse de listo tratando de asaltarla mitad del camino.

Señores, cuando eres parte de la servidumbre de una mafia italiana de por si loca y demente un asaltante es sólo una hormiga.

Más cuando has sobrevivido y convivido con seres para nada normales.

- Señorita ¿desea que la llevemos a su casa? - preguntó el policía mientras el otro arrestaba a un semi-muerto taxista asaltante

- Si no es molestia - contesto mientras suspiraba desganada

- Así sera mejor, los taxista asaltan a los turistas - comentó el otro policía mientras metía al hombre atrás de la patrulla

- Perdón pero, soy nacional no turista estuve fuera por trabajo - informó levantando la mano

Después de eso ella subió a la patrulla mientras que el policía conducía, por el espejo retrovisores veía al taxista quien estaba ya algo despierto y le miraba con horror, sonrió mientras veía el paisaje, nadie, absolutamente nadie intentaba robarle, si nadie pudo en Italia mucho menos en su país.

La dejaron en la entrada de su barrio, ah que bonito se escuchaba decir eso de nuevo, su barrio. Más de uno se le quedaba viendo, digo había bajado de una patrulla con maleta y todo, vestía una camisa morada y pantalón negro con botas café y su cabello estaba atado en una coleta.

La señora de la venta de magos y naranjas le miraba como si estuviera pérdida, tanto tiempo fuera y nadie le reconocía, era deprimente, y pensar que ella compraba mangos con consomé limón y pepita allí.

Que nostalgia.

La calma era tan extraña, no había locos científicos, ni piñas locas, alondras, asesinos, vacas, boxeadores, espadachines y terroristas. Era tan, tan, extraño se había acostumbrado a lo raro.

- Es calma antes de la tormenta, yo lo se - hablo empezando a caminar, solo debía caminar un par de cuadras pasando casi cinco tiendas, una tortilleria, tres callejones y llegaba

Famiglia Vongola Donde viven las historias. Descúbrelo ahora