Disclaimer: Naruto le pertenece a Masashi Kishimoto.
Se besaban con frenesí. Eran bestias dominadas por el placer.
La adrenalina corría por sus venas.
Él la tomó de los mulos sin delicadeza y la sentó sobre la mesada de la cocina, besándola en los labios y en el cuello con sus manos.
Ella agarró los cabellos rubios de él entre sus manos, moviéndolas de un lado para el otro en su cabeza.
Sus cuerpos deseaban con locura el del otro.
Deidara, con uno de sus kunais, rompió la camiseta de Sakura por el medio.
De inmediato, sus manos fueron a los pechos de ella, lamiendo y mordiendo esos pezones rosados que lo volvían loco.
La Haruno, presa de todas esas sensaciones placenteras que experimentaba, se arqueó, dándole a él más accesibilidad a sus senos.
La boca de Deidara bajo a ese apetecible cuello que lo llamaba a gritos.
Lamió, besó y mordió hasta el cansancio.
Ella, rodeó con sus piernas las caderas ajenas, haciendo que sus sexos chocaran.
Ambos gimieron con fuerza.
Él, queriendo volver a sentir ese placer, empezó a embestirla por sobre la ropa, por lo que Sakura sentía en su centro su duro y erecto miembro.
La pelirrosa sentía como se mojaba más y más allá abajo.
Con desesperación, le sacó su capa de Akatsuki y su camiseta, dejando al descubierto su trabajado torso.
Sin vergüenza, comenzó a lamerlo y besarlo.
En la cocina de la guarida de los Akatsuki, lo único que se escuchaba eran gemidos y jadeos.
La maravillosas manos de Deidara, satisfechas de los senos se la Haruno, fueron a sus espalda y empezaron a bajar.
Cuando llegaron al borde de la falda, pasaron por debajo de esta, los pantaloncillos y la ropa interior, llegando a su jugoso trasero.
—Ah!— Sakura gimió.
Él la hizo levantarse, y comenzó a amasar, apretar, acariciar el trasero de ella, más lamerlo, besarlo y morderlo.
Ella, dejando el pecho del rubio, se volvió a arquear y gimió, para luego sacarse todo la ropa que le quedaba, dejándola totalmente desnuda.
Los ojos azules de Deidara se dilataron y brillaron de lujuria ante la vista tan excitante que tenía enfrente.
Por las piernas de ella corrían un líquido viscoso, proveniente de su sexo húmedo.
Con todo el descaro del mundo, el Akatsuki bajo hasta el tobillo, donde se encontraba una de las gotas y la lamió, llendo para arriba, recorriendo todo el camino que esta había hecho.
Mientras tanto, una de sus manos, que todavía se encontraban en el trasero de la muchacha, fue a parar a la entrada anal de esta y comenzó a penetrarla con su lengua.
—Ah! Ah!...mm..ah...Dei.!..Deidara!
Ahora el ojiazul estaba haciendo lo mismo que su mano, solo que su boca lamía y mordía el clítoris de la Haruno.
Lo movía de una lado para el otro con su lengua, haciendo que Sakura falleciera de placer, llegando a un glorioso orgasmo.
— Delicioso, hn. Has estallado, como una explosión, hn.
Sin más, se liberó de su pantalones y su ropa interior.
Luego tomó a la Haruno por los muslos, acercándola para poder penetrarla.
Sin embargo, la ninja-medico lo esquivo, agachándose a la altura del miembro erecto.
Mirándolo directo a los ojos, se metió de golpe esa salchicha de carne en su pequeña boca.
— Mm! Sak..Sakura!..mm...ah..si!
Lo metía, lo sacaba, lo metía, lo sacaba. El pene de él embestía la cavidad bucal de ella.
Luego, la pelirrosa bajo a los testículos de él, besándolos y mordiendolos.
Deidara, ya si poder aguantar mas, la tomo por los hombros e hizo que se pusiera de pie, para luego alzarla, haciendo que ella le rodeara con sus piernas.
Sin más que hacer, la penetro de un solo golpe, por lo que los dos gimieron fuertemente.
—Ah!..mm...
— Si!...hn...si!..
Para Deidara la sensación de estar dentro de ella, era de lo más placentero y excitante; sentía como la adrenalina lo recorría entero.
Tal como una explosión.
Comenzó a embestirla con fuerza, sin delicadeza, algo que a ella le gustaba.
Sus sexos chocaban entre sí en cada movimiento pélvico. Los jugos de ella hacia que la intrusión fuera más fácil y grata.
Mientras, no dejaban de besarse. La manos de él lamían toda la piel de ella.
No sabían si estaban en el infierno, pero sus cuerpos ardían como si tuvieran un horno dentro de ellos.
Deidara dejo de entrar y salir de ella, y empezó a moverse circularmente, y a embestirla de manera más tranquila, pero profunda.
Hasta que un momento, tocó ESE punto, ese lugar dentro de la mujer que hacía que se volvieran como perras en celo.
Embistió una y otra vez allí, mientras Sakura se movía como un costal de papas debido a los fuertes movimientos del Akatsuki.
Al borde del éxtasis, ella llegó a su segundo orgasmo, apretando deliciosamente el miembro del rubio, haciendo que él también se corriera.
Sus respiraciones eran agitadas; sus corazones latían apresurados.
Lentamente, ambos se fueron deslizando hasta llegar al suelo.
Eso había sido genial.
Un solo pensamiento se les pasó por la cabeza.
El tratar de cocinar algo decente, podía volverse algo muy divertido y excitante.