¡Soy el primogénito!

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Narra Stanley


- Stan d-debemos volver - Tartamudeó mirando hacia tras en dirección al castillo. Suspiré resignado a la idea de que algún día se volverá un chico divertido.

 - Will no podemos dejarlo hasta acá - Lo miré expectante - Hicimos hasta lo imposible para hacer este pequeño viaje, y con imposible me refiero salir vivo de la oficina de papá robándole los mapas del reino - Levanté las cejas, esperando su respuesta mas lo único que recibí fue una mirada llena de duda, sabiendo que no le convencí continué - Pudimos ocultarlo durante todo este tiempo y justo delante de Mamá-DetectoraDeMentiras, ¿Por qué retirarnos ahora? Además según esto - Levanté el mapa que sostenía en la mano derecha - Nos faltan apenas unos... -Miré el mapa y calculé la distancia- 576,5 metros aproximadamente - Dicho esto el menor se relajó aún conteniendo su expresión de duda y preocupación - ¿Qué te preocupa ahora? -No me era difícil saber lo que mi hermano pensaba.

 - Las personas -Miró al suelo ocultando sus amarillentos ojos de los míos - ¿Te acuerdas de la historia de mamá y papá? ¿En la que se conocieron? - Yo asentí con una pequeña sonrisa ladeada recordando nuestra historia favorita al igual que la de nuestros padres - El final demuestra que está mal odiar a los humanos ¿Verdad? - Volví a asentir pero más lento, tratando de comprender su punto - ¿Y si...? Bueno ¿Si Félix tenía razón? - Él me miró y yo abrí los ojos sorprendido, mas bien atónito ante sus palabras, luego fruncí el ceño dispuesto a encarar cualquier estúpida idea que se le haya cruzado por la cabeza mas Will ganó la palabra mientra agitaba las manos de un lado a otro - ¡No me malinterpretes! No lo digo en ese sentido, lo que hizo Félix, el cómo reaccionó esta mal.

 - Totalmente - Lo interrumpí  aclarándole con el tono de voz que no vuelva a mencionar algo así. Nunca.

 - Me refiero a que deberíamos mantenernos alejados - Volvió a desviar la mirada- Dime ¿Por qué crees que el pueblo es un lugar prohibido para nosotros?

 - Porque... ¿Nuestros padres son aburridos y nos quieren arruinar la diversión? -Contesté con un tono de duda, dándome cuenta después de tantos años que eso no tenía mucho sentido. 

 - Yo creo que a pesar de decir que los humanos son buenos papá aún les tiene miedo -Contestó - Piénsalo, los humanos frustraron a mamá gran parte de su vida, los humanos atemorizaron a nuestro padre de niño y en cierta parte asomaron a Félix hacía la locura.

 - Cierto, pero eso ya pasó hace mucho - Sonreí de costado viendo como el contrario se frustraba por tal acción- Hay que darles una pequeña oportunidad, además a comparación de papá a nosotros nos crece muy lento los cuernos - Levanté mi cabellera mostrando dos pequeños bultos asomándose por mi frente- No se notan aunque nos mojemos el pelo, lo único que abría que controlar es la ira y nada más.

 Por ser híbridos, nosotros no nos desarrollamos con las misma velocidad que nuestro padre. El proceso es más lento demostrando como ejemplo nuestros pequeños cuernos los cuales, a la misma edad de 16 años, nuestro padre los tenía por lo menos unos 15 centímetro de largo. Pequeños problemas de esto era no poder controlar nuestras transformaciones, por ahora (Como le gustaba decir a su madre), no podíamos tener un cambio completo, no podíamos ser dragones. Lo único que podíamos cambiar eran los ojos; de nuestro habitual color ámbar a unos rojos; nuestros dientes crecían y las uñas se alargaban hasta parecer garras de un animal salvaje. Aún así, este tipo de cambio solo se manifestaba involuntariamente ante un cambio emocional como la ira o el miedo, como un método de protección ante cualquier amenaza.

 - ¿Vas a poder controlar tu ira? Ya sabes, eres muy impulsivo - Me miró preocupado y yo solo hice un gesto de desinterés, restándole importancia.

 - Voy a estar bien, sé controlarme.

  Mentiroso murmuró, y cuando estaba por regañarle un grito nos interrumpió, al mirar al frente del camino una persona montado en un objeto más grande que nosotros se acercaba a gran velocidad. Como reflejo nos corrimos del camino, yo de un lado y Will del otro, cuando la cosa terminó de pasar William y yo nos miramos totalmente atónitos.

 - T-tus ojos - Le dije señalando su rostro refiriéndome al cambio de color. Él repitió la acción.

 - Los tuyos.

 - ¿Qué fue eso? - Murmuré acercándome al menor y mirando desconcertado el objeto que se alejaba poco a poco.

 - Creo que una carreta - Le pregunté qué era eso - Es un objeto creado por los humanos para movilizarse de un lado a otro, es grande, tiene ruedas y es jalado por un caballo. Hay uno en casa, en un antiguo establo para caballos.

 - ¿Tenemos un establo? - Pregunté alzando una ceja y continuando la caminata. Will asintió.

 - Claro, lo encontré gracias al mapa que me regaló mamá del castillo, dijo que le tomó mucho tiempo y esfuerzo hacerlo - Ante tal respuesta lo miré indignado.

 - ¿Te regaló un mapa y a mí no? ¿Qué clase de madre es? - Dije dramatizando, apoyando una mano sobre el pecho indignado.

 - ¿Qué puedo decirte? Siempre supe que era el hijo favorito - Fruncí el ceño, no solo por lo que dijo sino por la tal seguridad con la que pronunció dichas palabras.

 - Deja de imaginarte cosas mocoso, obviamente yo soy el hijo favorito ¡Soy el primogénito! 

 Y así nos quedamos discutiendo, señalando nuestros puntos a favor y en contra de ser el más querido por nuestros padres. Llegamos a un punto dejando de caminar y de hablar, encontrándonos con la famosa ciudad prohibida, llena de casas y de personas yendo de un lado a otro hablando algunas entre sí. Nos miramos con notable nerviosismo y ansiedad.

 Nunca nos olvidaremos de esto.

Otro Cliché - 2° TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora