Fue un dia cualquiera del año 1915 cuando varios de nosotros fuimos reclutados para ir a pelear por nuestra nación. Oficialmente la guerra comenzaba, sabiamos que no seria fácil, teniamos miedo, angustia, dolor...
Pero la lealtad estaba ahí apesar de todo, no podiamos dejarla.Fue un día de lluvia en el que tuve que despedirme de mi vida, que tuve que decir adiós a las personas que más amaba, que entre lágrimas tuve que marcharme sin saber lo que me esperaba en el camino.
Sin saber que las cosas se conplicarían un tiempo después con solo dar un paso en falso y caer.
Habiamos sido perseguidos por los invasores italianos. Debiamos ocultarnos. Ví como un compañero pedía ayuda a gritos mientras un hombre apuntaba con un arma en su cráneo. Un disparo después ya no se escuchaba nada más que mis sollozos silenciosos.
Asi era la guerra y por desgracia estábamos atrapados en ella.
Luego de eso todos habiamos corrido nuevamente, vivíamos haciendolo. Sin embargo al dar un paso en falso caí golpeando mi rodilla y doblando mi tobillo. El dolor no era el único que me incomodaba, pues detrás de mí venían unos cuantos tipos apuntando y listos para acabar con mi miserable existencia.
Entonces cerré los ojos y espere por algo que nunca pasó.
Cuando abrí mis ojos un tipo estaba frente a mí, alto, cabello negro, ojos rasgados y un sensual acento Italiano. Hablaba con otros, quizás discutían sobre qué hacer conmigo, después de todo ellos necesitaban rehenes.
Luego de que los demás hombres se fueran quedé a solas con él en medio del campo de batalla. Sólo nos observábamos, no había otra cosa que yo pudiera hacer en mi estado y al parecer el no estaba dispuesto a dar otro paso... O eso pensé.
Él dejo su arma colgada en su hombro y se agachó para quedar a mi altura, me miró de frente y luego suspiró
-¿Estás muy herido?-dijo en un francés forzado que en ese momento logró quitarme a medias el miedo que sentía. De alguna manera el hecho de que me preguntara eso me había reconfortado, quizás no era tan inhumano como parecía. Él también era.una víctima en este juego de mesa comandado por los líderes.
-Me torci el tobillo-dije firmemente sin esperar respuesta. Ésta no llegó, al momento siguiente él estaba posando sus manos sobre la zona afectada, quizás buscando alguna quebradura.
-No es grave-dijo y pasó su mano por su rostro, frustrado.-Si no haces ningún movimiento extraño podrias salír ileso, no busco matarte.
Sin dudas eso me habia reconfortado mucho más, ya no sentia miedo, no había paz pero tampoco habia guerra. Sólo eramos dos fulanos pasando el rato. Asentí y al cabo de unos segundos él me cargó en su espalda y me llevó hacia uno de los búnkers que los Italianos habían tomado en medio de la expansión.
Allí habia sacado vendas y curado mis heridas, no parecíamos enemigos en absoluto y yo estaba agradecido con eso. No quería morir, aún tenia mucho por vivir.
Supe por su mirada que él pensaba exactamente lo mismo que yo, no pasaba de los 25 años, aún era joven, aún tenia mucho por delante.
Si hubiéramos sabido que todo lo que haciamos era en vano quizás en ese momento podríamos haber huido juntos, ¿Qué más daba si éramos desertores?
Pasé casi medio año junto a él, cada día era mejor. Él me protegía de otros soldados, me cuidaba, me cantaba cuando mis pesadillas no me dejaban dormir... Y con el tiempo fuí enamorándome de él. Me enamoré completamente de ese hombre de bonita sonrisa y corazón puro, de sus manos curando cada herida, de su suave voz y de su acento. Con el tiempo supe que el también sentía lo mismo que yo y me lo hacia saber con cada acción.
Quizás estabamos destinados. Dicen que nuestras vidas ya están escritas.
Éramos uno, en cuerpo y alma. Las caricias no tardaron en llegar, los besos furtivos, los susurros enamorados, los toques y más tarde el escondernos de los demás, crear nuestro propio mundo aparte, alejado de la guerra,de las bombas, de los disparos y los gritos. En nuestro pequeño espacio solo había paz y tranquilidad, besos y amor.
Todo era perfecto por el momento, suena irónico, ¿Verdad?
Jung HoSeok era su nombre, tenia 23 años de edad y una vida llena de estudios, valores, familia.
Pero todo eso murió.
Fue en una fecha del año 1916 que nos declaramos nuestro amor, que lloramos y nos dijimos cuánto importaba mis para el otro. La luna presenció nuestra pasión mientras nos escondíamos, huyendo de toda pena y todo dolor. Nos hicimos una promesa:
-Prométeme que pase lo que pase volveremos a vernos.-había dicho con una sonrisa mientras acariciaba mi hombro, con su acento francés imperfecto-Prométeme que volveré a verte.
Y asentí sin saber muy bien a qué se refería, creo que él lo presentía, sabía algo.
Fue al otro día cuando una bomba cayó cerca de nuesto búnker haciendo que nos sobresaltaramos. Salimos de la mano y comenzamos a correr hacia algún lugar, no muy seguros de dónde ir. Por todo el lugar se oían altavoces, entre ellos podíamos escuchar que Francia estaba ganando ventaja.
Asi era, efectivamente. Fuimos acorralados por algunos hombres Franceses que no dudaron en apuntar con sus armas a HoSeok mientras me retiraban a duras penas de su agarre. Ambos lloramos en silencio entonces.
Fuimos llevados hasta el general Francés, habían varios italianos cautivos por los alrededores y HoSeok no era la excepción. Ví con mis propios ojos como lo ataban sin piedad, vendaban sus ojos y lo amordazaban. Mi corazón dío un brinco y se partió, pero no podía hacer mucho.
Unos días más tarde me ví envuelto en la peor pesadilla de mi vida. HoSeok estaba frente a mí con su cabeza gacha, atado a un poste, sus lágrimas rodando por las mejillas que solía besar para decirle que todo estaría bien.
No, nada estaba bien. Tenía en mi mano un arma y las miradas atentas del general y unos cuantos hombres, todos obligándome a hacer lo que en mi vida nunca pensé.
Yo debía asesinar a Jung HoSeok, al amor de mi vida, aquel que me había dado tanta felicidad en medio de la tristeza.
El ejército se había enterado de nuestro amorío y como era de obviar no lo aceptaron. Ahora estaba en mis manos, matarlo o dejar morir a nuestras familias.
Sequé mis lágrimas en vano y apunté. HoSeok levantó la mirada, vió directo a mis ojos y me sonrio cálidamente. Mis manos temblaron y las ganas de gritar se apoderaron de mí, la deseperación tomó lugar en mi cuerpo a pesar del gesto calmado de mi amor que se mantenia quieto y temblando en su sitio.
Entonces recordé nuestro momentos, los besos, las caricias, las palabras, las huidas, las risas, las lágrimas, nuestra promesa, y con una última sonrisa de su parte apreté el gatillo.
Lo último que vi fue como un hilo de sangre caía de su frente. No pudé más, caí al suelo de rodillas rompiendo mi garganta en llanto. Miré a los hombres detrás de mí que mantenían expresiones de orgullo y, con una última lágrima cayendo por mi mejilla que él solía besar acerqué el arma a mi cabeza y disparé.
Todo se volvió oscuro y ya no volví a sentir nada más que paz y una luz brillante que iluminaba mi rostro. HoSeok estaba ahí para mí y yo estaria para él por el fin de los tiempos...
Jung HoSeok, te amo, y prometo que volveremos a encontrarnos algún día, en alguna época lejana, y volveremos a huir, a sentir tus caricias, tus besos y tu amor incondicional
Lo prometo...

ESTÁS LEYENDO
Nous Revoir ♡VHope♡
KurzgeschichtenNada Es Mas Triste Que Tener Que Acabar Por Las Malas Con Todo Lo Que Amabas. No copias ni adaptaciones♡