Vivía en un pequeño pueblo donde la mayoría de la gente se conoce, donde cada vez que salía a la calle sabía bien que se iba a encontrar con alguien que no sólo la conocía a ella si no que también a su familia y eso a ELLA no le gustaba nada.
ELLA prefería el anonimato de las ciudades, donde siempre te encuentras gente pero nadie se fija en ti. Nadie te conoce. A algunos les puede parecer frío estar entre tanta gente y saber que no le importas lo más mínimo... y sí, puede que lo sea, pero ella prefería salir a la calle con la tranquilidad de que nadie la observaba aunque la vieran mil personas.
Había pasado en la ciudad algún tiempo viviendo con su mejor amiga mientras terminaba sus estudios y la verdad le había encantado estar allí. Salir de casa cuando le daba la gana sin rendir cuentas a nadie y decidir darse un paseo por aquel hermoso lugar lleno de calles con tanta personalidad. En cada rincón una estatua o una pintada que aunque muchos las tilden de bandalismo a ELLA le parecían el más puro arte y le encantaba contemplarlas. El bullicio de la gente a su alrededor, que muchas veces le ofrecía protección aunque suene raro. Las miles de tiendas, bares, cafés o lugares de ocio de los que disponía y la libertad que tenía para ir a uno o a otro según su preferencia en ese momento... Eso no lo tenía en su pueblecito. En su íntimo pueblecito. Y lo echaba de menos... ¡Cuanto lo echaba de menos!
