Cuando muere una reina

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Empolvado sus mejillas, aclarándola más de lo que su blanca piel le brindaba, sus mejillas sonrosadas como bella rosa mientras que sus labios rojos carmín potencian el excéntrico color azul de sus ojos, vestidos despampanantes, tan pesados como el ego que le envolvía su vanidad de contra el mundo, mientras que las piedras preciosas en sus muñecas escondían su verdadero miedo, cubría sus ojos entre una embrujante sonrisa que no regalaba nada bueno, mientras que por el recorrido de sus brazos una marcha continua de sangre se desplazaba con desdén.

–Más, mucho más, ¡sal por favor!, ¡déjame ser bella!, déjame ser la hermosa reina – Repetia una y otra vez en suplicas hacia aquel liquido que ya no era ni siquiera brillante, su rutina diaria de belleza, la anemia no le importaba, solo poder lograr la perfeccion – Deja que mi belleza cautive al mundo, permite que los hombres caigan a mis pies, y las mujeres mueran de envidia – Decia la joven mujer al mirar su reflejo en el espejo que colgaba de su pared, en aquel siglo XVIII, la belleza no conocía limite – ¡Mas! ¡Mas palida por favor, llévatela toda! En cambio de poder ser la persona que arrogantemente capte todas las miradas – Sus gritos aumentaban junto con el recorrido de sus sollozos, lastima, el maquillaje no se iba, ya que, el blanco no lo causaba ese polvo innovador, si no, el color de su piel iba en caída, como sus piernas contra el piso, ya tenian tiempo temblando, pero aun asi su mirada no se apartaba del espejo, su reflejo era poco a poco absorbido por la oscuridad, sus manos dejaban caer aquel pequeño cuchillo al suelo mientras que su estrafalario vestido se comenzaba a teñir con el oscuro color de su sangre que ya le había dejado de importar – Llevatela, lleva todo de mi, dame el color que mas deseo – Repetia en una lenta suplica esforzándose de sobremanera para seguir observando su reflejo

–¿Esa será su última voluntad, mi reina? – Una voz del fondo de la habitación se hacia presente, no era gruesa, pero tampoco era aguda, era dulce, relajada, triste, muy triste – Hoy, 14 de septiembre del 1781, su ultima petición se cumple en su hermosa habitación – La luz en su vista volvió de golpe, si, era importante que nuevamente podía sentirse libre, demasiado, el espejo fue el punto mas importante, ni siquiera la voz desconocida que le hablaba a sus espaldas, entonces, su deseo se cumplio.

La silueta de una mujer en el suelo, bañada en lo que parecía sangre vieja, lastima, su vestido era hermoso, lastima, sus pestañas eran largas, lastima, su piel parecía fina porcelana, entonces ahí se dio cuenta, lastima, su piel verdaderamente palidecio.

Se dio vuelta con violencia, tenia años donde no podía dar un giro con esa brutalidad, entonces lo vio, alto, demasiado, finos dedos largos que eran ocultos por unos guantes, su cabello era extraño junto con el color de sus ojos, pero su piel era bellísima, de fino material que posiblemente ni siquiera el hombre ha creado

–¿Quién eres? – Intimidaba sin aparentes ganas de querer hacerlo, pero era cautivante, hacia activar una emoción irracional humana, pero algo era seguro, no era humano

–Soy la muerte, mi reina, su vida ha terminado, y yo sere su acompañante – No, no lo podía creer ¿La muerte? Moriría, morir al momento de lograr su sueño

–No, no puedo morir, por fin logre mi sueño, por fin logre tener la apariencia frágil y dócil cautivante de miradas ¡No puede ser mi fin! – Mientras sostenia su cabeza por los lados de la cien caia al suelo, su voz era completamente de desespero, mas su corazón no le causaba ningún dolor como en algunas ocasiones similares la hacían sollozar – ¡Mi belleza en un ataúd! ¡Mis esfuerzos a la basura! ... Mi dolor a un agujero, ¿Qué diran los demás de mi? – Gradualmente su voz bajaba conforme sus lagrimas aumentaban, giraba su cabeza de lado a lado mientras veía su cuerpo en el suelo, aun no lo creía, realmente su figura parecía frágil, tan bella, eso le hacia desesperar, gritar, sollozar y suplicar sin cansancio – Diran que fui una ingrata, una cobarde, una

La muerte de nuna reinaWhere stories live. Discover now