Evans
Sí, me había pasado. Pero esta era la única manera de que se mantuviera alejada. Sabía que me odiaría, pero no me importaba. Lo único que importaba es que estuviese a salvo. Podía lidiar con su odio, pero no con su pérdida.
Caminé y me senté en la cama, depositando la cabeza entre mis manos, en un intento por intentar pensar con mayor claridad. ¿Qué me pasaba? No podía lidiar con su pérdida porque era mi trabajo, ese era el motivo, el único motivo. Que a ella le ocurriese algo supondría que yo fracasara en mi tarea, y yo nunca fracasaba. Lo único importante era mi trabajo, estar centrado, mantener el orden y la tranquilidad en mi vida. No se trataba de ella, sino de mí, siempre se había tratado de mí. Suspiré hondo, solo se trataba de eso. Y entonces la imagen de hace apenas unos minutos me asaltó, ella acorralada contra la pared con los ojos abiertos mientras sus labios se mantenían ligeramente separados, nuestros rostros a tan solo a unos centímetros de distancia, su pulso rebotando acelerado contra sus muñecas mientras la aferraba fuertemente, y su voz, una mezcla entre suspiro y susurro acariciando mi mejilla. Y supe que una parte de mí se estaba engañando. A una parte de mí le importaba esa chica, le importaba más allá de lo laboral, más allá de la responsabilidad que representaba, más allá de la obligación.
Suspiré exasperado y me tumbé de espaldas en la cama. Esto tenía que parar, tenía que recuperar el control.
Valery
No podía dormir. En mi cabeza se repetía una y otra vez la escena de hacía unos minutos, se había comportado como un imbécil, me había dicho cosas horribles, y me odiaba por ello. Sí, no lo odiaba a él, me odiaba a mí misma por habérselo permitido. Nunca había permitido que nadie me hablase así, hasta hoy. No había sabido cómo reaccionar, simplemente me había quedado allí plantada sin nada que decir mientras temblaba como una hoja. No había sido por miedo, no le tenía miedo, como le había dicho. Sin embargo, había algo en su proximidad que me paralizaba, que me dejaba sin aliento, que me hacía sentir extraña. Podía notar el contacto de su piel sobre la mía mientras sujetaba mis muñecas, y su dulce aliento bailar en mis labios. Habría jurado que su mirada se había deslizado sutilmente sobre mi boca, mientras su cuerpo se cernía sobre el mío, separado únicamente por un par de centímetros.
¿Qué demonios me pasaba?
Cerré los ojos, Evans era un idiota, uno que pensaba que no era lo suficientemente buena para valerme por mí misma. Y, sin embargo, sabía que una parte de mí no pensaba lo mismo.
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Wells: a magical story
Fantasía"Mi abuela siempre había dicho que mi destino sería hacer grandes cosas, lograr todo lo que me propusiera, aún en su lecho de muerte se encargó de recordármelo. Me pregunto si lo hizo por esto, si lo hizo porque sabía lo que se avecinaba"