Última parte

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Una vez más, hizo un débil intento de apartar mi mano de ella. Parecía angustiada, pero supuse que estaba más angustiada por su falta de fuerza de voluntad que por algo de lo que yo estaba haciendo, seguí frotando su clítoris enérgicamente.

—Por favor... —pidió, pero sus caderas empujaban contra mi mano como si estuviera rogándome que continuara.

—Quiero probarte —susurré.

—No...

—Por favor, ____. Necesito probarte. Sabes tan bien, tan dulce.

—Ohh... —gimió.

La empujé suavemente sobre su espalda y agarré la pretina de sus bragas. Me detuve por un momento, y cuando no puso objeción, se las quité y me deshice de ellas. Por voluntad propia abrió las piernas, bajé la cabeza y me sumergí. Ya estaba al borde del orgasmo, así que me salté la incitación y fui directo a matar. Mi lengua se movió rápidamente sobre su clítoris, y gruñí como un perro mientras la lamía con avidez.

Comenzó a jadear, su aliento saliendo en pequeños chillidos temblorosos.

—¡Ah, si, si! —jadeó, sus dedos entrelazándose en mi pelo y empujando mi cara contra ella—. ¡Voy a correrme!

Mi lengua de deslizó arriba y abajo por su clítoris mientras su cuerpo comenzaba a temblar. Mi cuero cabelludo ardió cuando agarró puñados de mi cabello y tiró, pero apenas lo noté. Estaba loco de lujuria. Cuando su cuerpo dejó de estremecerse, liberé mi duro miembro de mis pantalones y la monté. Al instante, sus rodillas se cerraron.

—¡Vamos, ____! —gemí—. ¡Por favor!

—¡No! ¡No puedo!

—Dios ____, no sabes lo que me estás haciendo. ¡Si no te follo, voy a morirme!

—No lo harás.

—No sabes cuánto duele esto —le supliqué—. ¡____, duele demasiado!

La deseaba tan desesperadamente, sentí lágrimas llenando mis ojos. Mi miembro estaba tan dolorida que sentí que podría explotar. Palpitaba furiosamente. Tenía miedo de lo que podría hacer si ella continuaba resistiéndose.

—Por favor, ____. ¡No me hagas esto! —rogué, tratando desesperadamente de abrir sus piernas.

Empujé el peso de todo mi cuerpo contra sus rodillas, tratando de hacer palanca para separarlas. Mi miembro punzaba inútilmente contra su trasero, pero no podía penetrarla mientras sus rodillas estuvieran cerradas con tanta firmeza.

—¡Quítate de encima! —gimió, empujándome.

—¡____, maldición, te estoy suplicando! —gruñí—. ¡Por favor! ¡Mi miembro duele demasiado! Es el peor dolor que he sentido nunca. ¡Te estoy suplicando!

Me miró y su rostro pareció suavizarse. Podía ver que odiaba verme tan dolorido, al igual que yo odiaba verla herida. Alzó la mano y me acarició la mejilla, y luego asintió. Sus rodillas se relajaron levemente, y con firme presión, me las arreglé para abrirlas. No perdí tiempo, tratando de entrar en ella antes de que pudiera cambiar de opinión.

Mi miembro empujó firmemente contra ella. Usé mis dedos para separar sus labios vaginales, y guié la cabeza hasta que estuvo justo en su entrada. Empujé suavemente al principio, pero su himen no cedería. No quería lastimarla, pero sentí que si no entraba en ella pronto, mi miembro estallaría en llamas.

—Lo siento —susurré justo antes de empujar dentro de ella con toda la fuerza que pude reunir.

Literalmente sentí su himen romperse mientras mi miembro se abría paso a través de él, y ella gritaba de dolor y me arañaba la espalda.

—¡Ay, ay, ay! —lloró—. ¡Duele!

—Lo sé, nena. Lo siento.

Rasgué su camiseta y se la arranqué de un tirón, mirando fijamente sus perfectos pechos. Los toqué mientras empujaba profundo en su interior. Lágrimas resbalaron por sus mejillas, y su rostro estaba rojo y contorsionado por el dolor. Quería ser dulce con ella, pero mi miembro no me lo permitía.

Deslicé mis manos debajo de su espalda y las puse en sus hombros, sujetándola con firmeza para ayudarme, empujé mi miembro más y más profundamente en su coño, y lo sujetó con tanta firmeza que casi parecía una aspiradora succionándome. Una y otra vez, golpeé dentro de ella, martilleándola incansablemente. Sabía que me odiaría. Una vez que todo acabara, me despreciaría por el dolor que le causé. Lo sabía. Pero no me importó. No podía pensar en nada más que el intenso placer de follar a mi hermanastra, de desgarrar su himen en pedazos y martillar sin piedad su coño virgen.

—Oh... mi.... Dios —gruñí mientras continuaba empujando dentro de ella—. Tu... coño... es tan... caliente...

—¡Fóllame más fuerte! —jadeó de repente.

Sorprendido porque en realidad parecía estarlo disfrutando, obedecí. Mis manos se enredaron en su pelo, y lo usé como riendas, tirando fuerte mientras lo usaba como una fuerza opuesta para permitirme penetrarla más profundamente. Bajé mi boca a la suya, y metió su lengua de inmediato, besándome apasionadamente.

—Oh sí... —gimió—. ¡Folla mi coño!

—¡Estoy follando tu coño! —gruñí de regreso—. ¡Estoy haciendo polvo tu coño virgen! ¿Te gusta eso?

—¡Me encanta! —gritó—. ¡Quiero que te corras dentro de mí! ¡Por favor córrete para mí!

—¿Cuánto te encanta? —gemí, mis pelotas golpeando contra su trasero mientras la follaba una y otra vez.

—¡No quiero que acabe nunca! ¡Córrete dentro de mí, Harry! ¡Quiero sentir tu semen!

—¡Ohhh, sí! —gruñí—. ¡Voy a correrme!

Podía sentir el placer incrementándose mientras entraba y salía de ella. Su coño estaba húmedo y resbaloso, pero aún sujetaba mi miembro con fuerza. Quería que se corriera conmigo, así que bajé la mano y usé mi pulgar para tocar su clítoris.

—Córrete conmigo —le pedí.

—Ohhhhhh... —gimió suavemente—. ¡Voy a correrme... voy a correrme!

Froté su clítoris frenéticamente con mi pulgar mientras sentía mi miembro comenzar a latir. Sentí el palpitante anhelo del orgasmo construyéndose, y necesité liberarlo. Gruñí en voz alta mientras estallaba, llenando su coño con semen. Pude sentir su coño contrayéndose repetidamente cuando llegó al orgasmo, masajeando mi miembro y succionando hasta la última gota de semen de mi vara. Me derrumbé sobre ella, luchando por respirar.

—¿Te... lastimé? —jadeé.

—¡No! —jadeó—. ¡Fue... increíble!

Nos abrazamos el uno al otro por varios minutos, todavía tratando de recuperar el aliento. Levanté la cabeza y miré sus increíbles ojos azules y mi pulgar acarició ligeramente su labio inferior. Estaba abrumado por la dicha.

—¿____?

—¿Sí?

—Te amo.

—¡Oh, Harry! ¡También te amo! —lloró, apretándome.

—Cásate conmigo —dije de repente.

—¿Qué?

—Cásate conmigo —repetí.

—¿Lo dices... en serio?

—Nunca he sido más serio —dije—. ¿Te casarías conmigo?

—Sí —susurró, y encontré sus labios con un beso que mandó una descarga por todo mi cuerpo. ____ era mía, y nunca la dejaría ir.

F I N

(Hasta aquí el One Shot de "Suplicando a mi hermanastra" ¿Qué os ha parecido? :))

Suplicando a mi hermanastra. | EróticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora