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Era una hermosa noche. Tan oscura como ese espacio dentro de su cabeza, repleto de miedos. Pero en ese momento él no le temía a nada.

El lugar y el tiempo en el que se encontraba eran perfectos para escribir la letra de su nueva canción. A esa hora no se sentía ni el alma de un perdido fantasma, la luna era tan brillante como bombilla prendida y tenía a la mejor compañía del mundo.

La terraza era su segundo lugar favorito en toda la galaxia, siempre podía recurrir a ella por las noche cuando necesitaba pensar, cuando necesitaba recordarse que era un simple humano y no estresarse con todo su trabajo, subía y observaba las pequeñas flores que crecían en el pequeño jardín que habían plantado. ¿Quién pensaría que el gran Seo Changbin cuidaba plantas de colores para no caer en todo el mundo de la monotonía laboral? Lo llamarían loco. Realmente podía pasarse mucho tiempo viéndolas.

A Seo siempre le gustó todo lo relacionado con la música y amaba trabajar con sus mejores amigos. Era miembro de un trío de rap bajo el nombre de 3racha junto a Bang Chan y Han Jisung. Entre los tres componían y escribían las letras de sus canciones. No eran tan grandes pero de a poco crecían en la agencia y en el mundo del espectáculo coreano e internacional.

Dejó el cuaderno de lado y dirigió su mirada a la persona que lo acompañaba. Se veía tan lindo concentrado que no pudo evitar sonreír al ver como trataba de formular extensas oraciones en su portátil.

— ¿Qué hora es?—preguntó Changbin.

—Exactamente las Tres y media de la mañana—dijo el otro con un tono cansado.

— ¿Un café?—propuso.

Su compañero asintió, utilizó un poco más su portátil, la cerró y desapareció de su vista sin antes darle una hermosa sonrisa. Lo volvía loco.

Su "perfecto acompañante" era Lee Félix, su novio desde hace ya un año y algunos meses. Era un escritor australiano que se había mudado desde pequeño al actual territorio en donde vive. Lo había conocido en la escuela gracias a Jisung, quien compartía clases con él. Según Han, el chico había escrito un poema en medio de la clase de Historia, logrando que el profesor se lo saque para empezar a leerlo en frente de toda la clase. "Fue tan profundo, Chang, tenías que escucharlo" fue lo que pronuncio antes de encontrarse al supuesto poeta en el pasillo e invitarlo a comer con nosotros. Supongo tengo que agradecerle mucho.

Minutos más tarde llegó Félix con dos tazas de café en las manos y ambos se acomodaron en el sofá que se encontraba arriba. Changbin apoyó su espalda en uno de los apoyabrazos y su novio se acostó en su pecho.

—Es una hermosa noche—pronunció el mayor

—Sí que lo es—pronunció el extranjero antes de darle un sorbo a su café.

Y después de ese pequeño diálogo permanecieron en un cómodo silencio en donde el coreano acariciaba el pelo del menor y dejaba pequeños besos en su frente y coronilla.

— ¿Cómo vas con tu libro?

—Supongo que bien, estaría a unos capítulos de terminarlo—sonrió y se acomodó en una mejor posición para poder abrazar al pelinegro—. ¿Cómo vas con la nueva canción? ¿Cómo están los chicos?

—Ya terminé la canción principal, falta mandársela a Chan. Los chicos están bien, Jisung está de viaje con Minho, no me acuerdo a donde me dijo que iban—rió ante lo último y abrazó al más pequeño.

—El cielo está muy brillante, mira todas esas estrellas—ambos miraron hacia el cielo—. Sé que es tonto y científicamente imposible, pero es lindo pensar en ellas como una señal de alguien que ya no está. Me gusta pensar que una de esas bolas brillantes llenas de energía es mamá diciéndome que está todo bien, que ella está bien—Seo pasó sus manos por los brazos de Lee, acariciándolos lentamente—. Son muy lindas.

—Son lindas sí, pero conozco unas mucho más lindas que aunque no brillen tanto como las del cielo, son mil veces más hermosas que ellas—Félix lo miró desconcertado ante las palabras de su novio. No entendía de qué hablaba el mayor, así que solo atinó a preguntar qué era a lo que se refería—. Existe un lugar en la piel de una personita muy especial, en donde sus pequeños lunares y pecas se juntan, simulando ser esas estrellas del firmamento, formando constelaciones. Creo que él lo sabe, que me encantan, que me traen loco—Changbin dejo ambas tazas, con el ahora frio café, en la mesita y acomodó al australiano arriba de sus piernas—porque, diablos Félix, me traes tan enamorado. Tú y tus estúpidas pecas.

Félix sonrió y lo beso, fundiendo sus bocas en un tierno beso para luego fundir sus pieles en ese mismo lugar, bajo millones de estrellas, testigos del amor que sentían ambos.

・・・

Seo Changbin despertó por culpa del sol. Seguía en la terraza y estaba entre los brazos de Félix. Sonrió. A esa distancia se le podían apreciar sus preciosas manchitas. Ya las había contado. Eran aproximadamente treinta y cinco pecas, pintadas de una forma tan artística en sus mejillas y nariz.

Hace rato les había dicho que su segundo lugar favorito en toda la galaxia era su terraza. El primero eran los brazos de su novio. Porque lo abraza, lo pegaba a él dejando una distancia nula, porque lo hacía sentir protegido, como si su hogar fuera entre sus extremidades.

Con mucho pesar, salió de ese cálido abrazo y se dispuso a guardar y ordenar todo lo que habían usado para después cargar al australiano hasta la cama.

—No te vayas—dijo Félix.

— ¿No estabas dormido?—preguntó Seo con una sonrisa

—Lo estoy.

—Eres todo un caso, pecoso—lo besó y se acomodó a su lado, pasando su brazo por la cintura del menor y cayendo nuevamente en los brazos de Morfeo.

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