Los campesinos italianos creen que Dios es un labrador como ellos. Al caminar por una pendiente de grava junto a un viñedo en Chianti me pregunté si en verdad tendrían razón. En la Toscana, el sol matutino pinta el paisaje con una paleta distinta al resto del mundo, de un rosa dorado las colinas y los espaldares de las parras, y de plata los oscuros olivos, que destellan en el viento del amanecer como un banco de arenques.
Hoy desperté a las 4, aun antes que los cazadores que habitan el valle de Valdarno, pero seguí acostada casi otra hora. Después me vestí y salí a caminar. Las historias, como los bebés, a menudo no esperan a las horas decentes para nacer. Toda la noche he estado pensando en una historia que me ocurrió.
Algunas historias se construyen como si hubiera un plano; se estructuran línea a línea y ladrillo a ladrillo. Otras nacen penosamente de la angustia, arrancadas con sufrimiento de la mente del autor para llevarlas a las páginas que, al final, son más vendas que papel. Y están también aquellas historias que buscan al escritor, a la deriva a través del tiempo y el espacio como vilanos de cardo hasta que encuentran suelo fértil donde posarse y echar raíces. Ésta es una de esas historias. Me encontró durante mi segunda semana en Italia.
La conocí al lado de la piscina de un club campestre situado unos 9 kilómetros al sudoeste de Florencia. Tenía alrededor de 30 años, era esbelta y atractiva. Estaba reclinada en una tumbona leyendo un libro en rústica y lucía un bikini color durazno.
Cuando me aproximaba al área de la piscina un hombre estaba reuniendo sus cosas y dejó el único asiento disponible. Resultó ser el diván situado junto a ella.
Después de extender mi toalla en el asiento me instalé, tomé un libro de mi bolsa y comencé a leer.
De pronto un italiano calvo y delgado se detuvo frente a mí.- Non si può portare le scarpe sul piano vasca, signorina -
Lo miré.
- Scusi- repuse en mi italiano de apenas 2 semanas.
Señaló mis pies. Realmente no tenía idea de lo que deseaba.
Llevaba puesto un par de ballerinas clásicas negras. La peor infracción que se me ocurrió que podía estar cometiendo era la de no ir a la moda.
Lo miré extrañada.De repente la mujer del asiento contiguo me explicó con perfecta claridad en mi idioma:
- Dice que no se permite usar zapatos en la zona de la piscina -
La miré fijamente; después me quité el calzado.
- Grazie, signora - le dijo el hombre y se marchó.
Volví a sentarme.
- Gracias -
- Por nada - se hizo el silencio - Usted no es de por aquí ¿de qué parte del mundo es, si puedo saber? -
Le respondí de donde era con una sonrisa.
- Vaya, dicen que es un lugar hermoso - una sonrisa le iluminó el rostro - Yo soy de Vernal -
Vernal es un pequeño poblado en el este de Utah, Estados Unidos; una escala en el camino a cualquier otro lugar. Aún en Utah, nunca había conocido a alguien de Vernal.
- Creí que era italiana - contesté.
- Lo mismo piensan los italianos. Viví aquí 6 años. Después de ese tiempo uno empieza a parecer un lugareño - enderezó el cuerpo y me extendió la mano.
- Soy Eliana -Yo también me presenté.
Volvió a apoyar la espalda en el asiento.- ¿Cómo encontraste este lugar? - preguntó después -. Está muy lejos de los sitios acostumbrados por los turistas -
- Mi agente inmobiliario me habló de él. En realidad no soy turista. Me mudé aquí con mis 2 perros hace 2 semanas. Tengo una cabaña cerca, en San Donato, en Collina -
- San Donato es un pueblo muy hermoso. ¿Viniste aquí por asuntos de trabajo? -
- Indirectamente. Soy escritora, así que puedo trabajar en cualquier parte. Pero esperaba encontrar inspiración. Planeo vivir aquí alrededor de un año -
- ¿En serio? Soy una lectora voraz. ¿Qué clase de libros escribes? -
Ella tenía un libro en el regazo. Vi la cubierta.
- Probablemente de los mismos como el que tú tienes ahora en tus manos -
El rostro se le iluminó.
- ¿Historias de amor? -
Asentí. Luego le pregunté:
- ¿Tienes una historia de amor favorita? -
Una sonrisa cobró forma lentamente en su rostro.
- La mía -
- ¿La tuya? -
- Aún no he leído una historia de amor que pueda compararse con la mía -
- Por favor, si no te molesta, cuéntamela - rogué como niña.
Ella sonrió divertida.
Lo hizo.
Esta es la historia de Eliana...
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La Última Promesa.
RomanceEliana y Tom se conocen en la bella región de Toscana, sus vidas están marcadas por problemas personales, aparentemente insalvables, hasta que ambos logran descubrir que las grandes pasiones no tienen fronteras... [ADAPTACIÓN] Créditos de obra para...