♥12♥

5.7K 413 119
                                    

Por un momento se sintieron libres de sus destinos otra vez, el bar se movía como antes. Todos estaban dispuestos a colaborar, excepto Gowther, claro esta, que se había obsesionado con los libros de erotismo, y como ya sabía el capitán, los espiaba por las noches desde su armario para ver si sus libros se hacían realidad.

Otras pobres víctimas fueron King y Diane, que al encontrarlo la primera noche casi lo hacen pedacitos, pero la marionetas creyó que era mejor eliminar ese recuerdo. Por su lado Ban y Elaine dijeron que si lo hacía de nuevo tendría que buscar a alguien más para que le comprara libros, la pobre hada había sido usada unas cuantas veces más para su propósito, comenzaba a parecer una pequeña pervertida.

Zeldris y Estarossa ya comenzaban a comprender como funcionaba el bar, todos tenían tareas, King las compras, Ban la comida, Diane, Elizabeth y, de alguna extraña forma, Gowther eran las camareras, Meliodas se encargaba de lo que era la cantina y cerveza, y Hawk limpiaba las sobras del bar. Y ellos solo podían mirar.

—Queremos hacer algo... —Estarossa​ veia a Elizabeth pidiendo una tarea.

—Si quieren, pueden ir a cazar, pero deben traer algo que entre por esa puerta —Meliodas señaló el bosque y luego el pórtico. —puedo acompañarlos.

Zeldris se acercó al mostrador donde estaba apoyado el rubio.

—¿Y mamá? —abrió los ojos como platos, se tapó ambas con manos la boca apenas lo dijo, estaba avergonzado... Esas eran cosas de niños. —E-elizabeth-san... ¿Y Elizabeth-san?

Todos se habían detenido al oírlo, de parte del de pelo gris era aceptado ya, pero Zeldris nunca lo había dicho. Estaban impactados. La nombrada se acercó y lo abrazo, Meliodas sonreía del otro lado del mostrador.

—No es vergonzoso, es cariño. —salto el mueble y froto su cabello negro.

—Si tu lo quieres ire con ustedes también, Diane puede encargarse de todo aquí, ¿No? —miró a la castaña que asintió —¿Vamos?

El chico de pelo negro sin levantar la cabeza asintió, y tan veloz como pudo estaba fuera de la taberna, Estarossa lo siguió, saltaron de mamá Hawk al lado de unos árboles.

—No se tomen todo el licor. — Meliodas alzó a Elizabeth y desaparecio.

Quedaron en silencio un tiempo. King habló.

—Parecen unos padres de verdad...

.
.

En el interior del bosque dos chicos corrían tras unos conejos. Por detrás de ellos, más lento se movían dos reyes, usar sus alas era práctico para verlos de la altura, así no los perderían.

—¡Lo atrape!—gritaba Estarossa feliz con un conejo entre sus manos.

—Yo también —Zeldris sonreía de costado parado sobre un enorme jabalí.

—¡Mamá dijo que tan grande no! —se quejaba con un puchero. —es trampa.

—¡Mamá no me retara por una excelente caza! —el de pelo negro cerró los ojos con superioridad. La llamaba como su hermano cuando estaban solos —Me va a felicitar.

Los alados bajaron a la altura de los niños sin que los vieran. Querían oir más de cerca la discusión.

—Pues mi hermano me felicitara a mi por agarrar a un animal más rápido sin usar poderes. —Estarossa le saco la lengua.

—¡No!

—¡Sí!

—¡Meliodas me quiera más!—Zeldris salto del cuerpo del animal.

—¡Mamá me quiere más! —contraataco el de pelo gris.

—¡Mataste a Meliodas! —el acusado frunció el seño, sus ojos se cristalizaron.

El nombrado miro a Elizabeth, esa era su entrada, antes de que se fueran a más.

—Chicos, chicos, tranquilos, nosotros los queremos a ambos por igual. —el rubio intervino saliendo de los arbustos con la chica.

Zeldris al ver a la princesa se puso rojo, lo había oído decirle mamá se sentía un tonto. Que vergonzoso. Bajó la cabeza de inmediato, al verlo, la joven se acercó y toco su cabello. Él se corrió triste.

—Los quiero a ambos por igual, los dos son importantes para mi, —Elizabeth los miro. Primero al chico a su costado y luego al que tenía conejos detrás. —es una excelente presa, Zeldris, estoy orgullosa, y son muchos conejos, Estarossa, también estoy orgullosa, ambos son impresionantes. —sonrieron avergonzados sin mirarla.

—Lo que ya pasó es parte del pasado, ya está, no tienes que llorar por eso, —Meliodas se acercó al de pelo gris—yo te perdone, ya no hay porque sentirse mal.

Estarossa se abalanzó sobre su hermano tirando el conejo al suelo, lo abrazo hundiendo su cara en el pecho del mayor. Meliodas correspondió el gesto.

—Zeldris, ¿no te parece que tienes que decir algo? —preguntó la princesa.

—... perdón...

—Muy bien... —Elizabeth se acercó y agachó. —Zeldris, yo te quiero, ¿Sí? —el chico levantó la vista— y me encanta oírte decirme Mamá, sería muy lindo que me llames así siempre... —sonreía mirando al chico. Extendió su mano —¿Lo harías?

Las mejillas del chico se pusieron rojas, tomo el gesto y sin mirarla respondió que lo intentaría.

.
.

—¡Al fin capitán! Estábamos por ir a buscarlos. —Diane estaba sentada sobre el mostrador.

Atrás de ella King con chastiefol protegía las botellas de Ban. Quien ya estaba ebrio pero según él no era suficiente. Elaine con la cara roja por el licor estaba sobre una mesa dormida, Gowther en las escaleras pensaba cómo sería esa atmósfera.

Los recién llegados tenían tantos animales que habría que hacer espacio para ponerlos en la cocina.

—Crei haber dicho que no se tomarán todo...

—Fue Ban, capitán, pero quisimos detenerlo. —se defendió King.

—¿Y a tú hermana qué le pasó?

—No está acostumbrada a la cerveza...

.
.

Al llegar al bosque del rey hada Mama Hawk se enterró y los ocupantes pasaron la barrera, Zeldris paso sin problemas y se sorprendió por eso, su hermano lo miraba con una sonrisa.

—¿Vamos por esas moras? —el rubio invito al pelinegro.

—Si.

Elizabeth y Diane bajaron todo lo necesario para comer unos aperitivos. Iniciaron el picnic con unas tartas que había hecho Ban mientras estaba sobrio. King se acercó a su pueblo a avisar que estaba allí con sus amigos y explicar la situación de los hermanos demoniacos. Muchos tuvieron miedo pero no pudieron decir nada, Harlequin era el Rey.

.
.

—Hay moradas, rojas, negras, ¿Cuales quieren? —Meliodas preguntaba saltando de árbol en árbol, seguido de sus hermanos.

—Las rojas son especiales. Hace más de tres mil años nos las enseñaste como tú fruta favorita, por eso me encantan... —Zeldris tomó una roja de una rama en un arbusto que había abajo. Se sonrojo ligeramente.

.
.

—Son buenos chicos, espero poder darles lo mejor. —Elizabeth hablaba con Diane.

☯☯☯☯☯☯☯☯☯☯☯☯☯☯☯☯☯☯☯☯☯

Alguien por aquí... ¿Odia física? Pues yo sí... Lamento esto pero esa hermosa materia se llevó mi fin de semana junto con la fiesta sorpresa que hicimos con mis hermanastros, en fin... Perdón por la tardanza, en recompensa, si llega a las 25 ★ antes del miércoles, le regalo el próximo capitulo antes de tiempo...

En fin... —sonriendo— les veo pronto...

Un saludo...

Siku Kuromi ✴

Un Verdadero Rey para Camelot (Meliodas x Elizabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora