♦19♦

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¡A mis hijos no los tocaran! Zeldris y Estarossa no son ni más ni menos que mi familia, ¡y no permitire que nadie los lastime!

—¡Papá! —gritaba desesperado desde su encierro el de cabello gris.

¡Todo estará bien, tranquilos!

Elizabeth veía la escena con terror, corrió lo más rápido que pudo hasta los niños, a unos metros de ella Meliodas peleaba con los caballeros sagrados de Liones, masacrando a cada uno sin mayor esfuerzo, mientras que sus dos adorados niños estaba encerrados en un "Perfect cube" de Vivian, quien ayudaba a tres de los cuatro arcángeles.

Su vista se volvía borrosa a causa de las lágrimas. ¿Por qué pasaba eso frente a sus ojos? Meliodas estaba a punto de llegar al cubo rosa cuando Ryudoshel se hizo presente frente a Zeldris, quien se interpuso entre el fastidioso ser de luz y su hermano pequeño. El rubio aceleró el paso. Zeldris estaba indefenso.

La espada blanca de angel atravesó el pequeño cuerpo del demonio. De su boca broto sangre, el arma estaba incrustada en su estómago. El chico tosió y más del líquido rojo salió de él. Los ojos verdes del pelinegro se abrieron de par en par al sentir ese dolor ardiente subir y cubrir cada centímetro de su ser. Se sentía horrible.

El grito de Estarossa se confundió con el de Meliodas. Uno de puro y profundo dolor, capaz de atravesar cada corazón e irrumpir en cualquier mente tranquila, aquel desgarrador alarido rompió el alma de Elizabeth.

Quien gritó al ver el cuerpo de su querido hijo caer sin vida al piso.

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La princesa se levantó gritando y llorando, Meliodas a su lado la abrazó, todo había sido una pesadilla, una que había perturbado su paz. Al reaccionar, la chica abrió los ojos y se separó del capitán de forma brusca, se levantó y corrió a la puerta.

—¡Elizabeth! ¡Espera! —antes que el chico pudiera ponerse de pie la diosa estaba del otro lado.

Atravesó el pasillo y abrió la puerta de la habitación de los hermanos, quienes dormían. Al verlos solo optó por acercarse lentamente a Zeldris, quien estaba acostado a su derecha desde la puerta. Al llegar al costado de su cama la chica se arrodilló y lo abrazó sin moverlo, lloró en silencio, él estaba bien. Aquel ser que en un momento quiso matarla no existía ya, en su lugar había un joven chico que quería adaptarse. Que quería recibir amor de verdad.

El incidente de la pulcera había sucedido unos cinto días atrás, y desde entonces los chicos y Meliodas actuaban con más cuidado. No querían que algo parecido volviera a suceder.

Meliodas entró en el mismo silencio que ella lo había hecho, se aproximó a donde estaba tirada y puso sus manos en los hombros de la chica, al sentirlo volteo a verlo. Él le sonrió y se agachó para secar sus lágrimas y darle un dulce beso. Despacio se levantaron y salieron del cuarto, los demonios siguieron durmiendo.

Cruzaron nuevamente a su habitación con el rubio abrazandola.

—¿Qué pasó, Ellie? —la voz de Meliodas era calmada.

—Solo... Fue una pesadilla... —estaba un poco avergonzada.

—Cuentame...

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El desayuno de esa mañana parecía ausente, King y Diane estaban sentados a la mesa esperando a los monarcas o los príncipes de la noche, Elaine y Ban siempre tardaban pero está vez ya era mucho.

Un Verdadero Rey para Camelot (Meliodas x Elizabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora