Cuando Kakashi llegó a Konoha supo que algo malo había pasado, al ver el asta sin bandera y que quien fuera ha recibirlo fuera Shikaku Nara.
— Me alegra ver que está bien, Capitán. —saludó el azabache al verlo bajar del vehículo.
— Es un placer verlo, Shikaku. —respondió— Pero temo que no traigas buenas noticias.
— A veces me sorprende su intuición. —Shikaku se acercó a él— En cuánto a sus hombres, tengo órdenes de mandarlos a casa.
— ¡A casa muchachos, han hecho un gran trabajo! —los soldados empezaron a disiparse, a excepción de uno.
— ¿A caso es, Obito Uchiha?
— Es una larga historia, pero él deberá acompañarme al palacio. —el Nara asintió, no muy convencido.
Los tres hombres subieron al vehículo, de camino al hogar de la monarquía, el platino buscó respuestas:
— ¿Quién está muerto? —preguntó sin rodeos, si la bandera no estaba en lo más alto, significaba que alguien importante había fallecido.
Shikaku palideció.
— Será mejor que esperé, no soy el indicado para decirlo.
Mientras tanto, Obito admiraba las calles de lo que alguna vez fue su hogar, había olvidado lo feliz que llegó a ser ahí, ahora podía verlo claro, mientras el vehículo se detenía. Siempre lo había tenido todo.
— No quiero escándalos ahí dentro, Obito. —advirtió Kakashi mientras bajaba.
— Lo prometo, Capitán. —aunque era la primera vez que lo llamaba así desde su reingreso, también seria la última.
Al ingresar al recinto, Kakashi caminó directamente hasta la sala donde el Consejo se reunía, dejando atrás a ambos azabaches, no soportaba la ignorancia y deseaba las respuestas que todos le negaban. Sin embargo, fue detenido por dos soldados al pie de la escalera.
— Dejenme pasar. —ordenó con seriedad.
— Lo siento, Capitán. Pero sólo están autorizados miembros de la familia real. —estaba a punto de replicar cuando una voz los interrumpió.
— Él puede pasar. —en lo alto de la escalera, la Reina yacía con elegante porte— Me alegra que hayas vuelto.
A sus espaldas, Rin podía observar la escena. La Reina y el platino se encontraron a media escalinata y la Nohara sólo podía observar el rostro serio del Hatake que abrazaba con fuerza a la pelirroja, llenó de alegría de volver a verla. Sin embargo, cuando Kushina empezó a hablar, la expresión del platino cambio y se le descompuso el rostro ante la noticia, sólo un instante; un parpadeo.
Pero en poco tiempo el actual Capitán se recuperó, volviendo a su expresión impenetrable. Sin embargo, su mirada estaba llena de dolor, Rin podía verla desde su lugar y sólo deseaba ir hasta él y consolarlo.
— Sigueme, tengo que hablar contigo. —la voz de la Reina la saco de sus pensamientos.
Kakashi la siguió escaleras arriba, con la vista en alto pero perdida.
— Puede irse a descansar, Rin. La veré más tarde.
— Si, Señora. —el platino le dedicó una mirada, que le movió hasta los cimientos antes de desaparecer en la sala del Consejo.
La castaña se quedó un instante mirando la puerta, sintiéndose inútil al no poder advertirle al platino lo que le esperaba al volver, pero había recibido órdenes del mismo Minato antes de morir.
Cuando volvió la vista al final de la escalera se encontró a los soldados sujetando a un hombre y a Shikaku dándoles la orden de llevárselo a los calabozos. Al reconocerlo, se le heló la sangre, ahí estaba de nueva cuenta, Obito.
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Rey de Plata.
Fanfiction"Juro solemnemente que daré mi vida por mi Rey y mi país, sin importar las circunstancias y la adversidad, si mi Rey esta a salvo, abre cumplido mi palabra." Después de un secuestro que la ha destruido por completo, la Comandante Rin Nohara es lleva...