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Sin esperar respuesta, el pingüino pedófilo comenzó a quitarle la ropa a Pinga, que ni se cubría de lo impactada que estaba.
—Jajajajaja... Quiero que te toques en frente mía, Pinga...—dijo él, con su voz ronca.
Y Pinga, asustada, empezó a hacerlo.

Cuando Pinga la pechugona se corrió, el pedófilo la penetró.
Pinga gimió de dolor.
El pedófilo se corrió unas 30 veces.

🐧;; 50 sombras de Pingu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora