Un maravillosa cita. Parte 1

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Viktor me arrastró prácticamente por todo el café, con demasiada energía, demostrando toda la fuerza que aparentaba, antes de llegar a la salida, frenó en seco.

— Necesito cubrir tus ojos — sacó una pañoleta de su bolsillo.

— ¿Qué? — pregunté divertido — ¿Para qué?

— ¿Qué parte de sorpresa aún no te entra en la cabeza, tontito? — acarició la punta de mi nariz con la yema de su dedo índice. Me quedé meditando todos los posibles accidentes como consecuencia de esto, miré no muy seguro a, sin molestarme en ocultar que no me gustaba la idea de estar a ciegas y como si pudiera leer mi mente respondió — Por mí — alargó el último monosílabo. Mordí mi labio.

—Está bien, hazlo — cedí. Se colocó detrás de mí, acercando su pelvis a mi trasero, amarrando la tela a mis ojos. Suspiré al sentirlo ahí de manera tan descarada.

— Confía en mí — susurró besando mi sien, alejándose de mí, dejándome con deseo de más rozamientos y caricias. Volvió a sujetar mi mano y salimos del Tea House.

Caminé torpemente siendo guiado por Viktor, podía sentir su sonrisa a mis espaldas, y todas sus descaradas risillas.

—¿Tan emocionado estás? — pregunté divertido.

— Ni te lo imaginas amor — sentí toda mi alma revolotear al escuchar "amor" ¡Qué feliz me hace este hombre! — Prepárate para la mejor cita del mundo.

— Viktor, ya sólo estar contigo hace que todo sea lo mejor.

— ¡Yuuri! ¿Cómo me pides fijarme en el lugar si me dices esas cosas de repente? ¿Cuándo me dejarás besarte aquí? ¡Es molesto aguantar todo el tiempo! Además, no me gusta que los chicos te miren— sostuvo infantilmente.

— Lo sé, pero sabes lo tímido que soy Vitya, te pido un poco más de tiempo. No creo que lo chicos me miren con esas intenciones en verdad, es más, me atrevería a decir todo lo contrario.

— ¿Cómo que lo contrario Yuuri? ¡Eres perfecto! ¿Cómo no te van a mirar? — reí tímidamente, estaba tan errado, él creía que todos me querían seducir, cuando en verdad me quieren fusilar.

— Vitya, ¿Cuántas veces te tendré que decir que solo te quiero a ti? — suspiró derrotado.

— ¡Pero quiero presumirte Yuuri, más que nada! Quiero ver la cara de esos idiotas que te coquetean en el campus.

— Viktor, fuera de aquí podemos hacer lo que tú quieras — susurré pícaramente.

— ¡Yuuri! ¡Deja de provocarme! — carcajeé por su infantil tono, era como tratar con un niño pequeño.

— ¡Yuuri! ¡Deja de provocarme! — carcajeé por su infantil tono, era como tratar con un niño pequeño

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