Internado

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Recuerdo que me dejaron en ese lugar con una maestra con la promesa de regresar, más sin embargo los días pasaban uno tras otro y no había señales de mis padres. Dure prácticamente 6 meses en ese lugar sin saber de mis padres, mismo en los que esa pequeña sombra fue creciendo considerablemente, sombra que hasta ese día, solo yo podía ver.

Él se divertía molestando a los demás, atemorizándolos dia y noche sin dejarlos dormir, los demás me empezaban a mirar raro porque yo no parecía afectada, los demás niños y niñas se alejaron de  mí, decían que yo lo controlaba. Conforme fueron pasando más lo días esa sobra se fue fastidiando de ese lugar, ya no le divertía el atemorizar a las demás niñas y niños, así que empezó a protestar, le explique que tenía que esperar a que mis padres vinieran por mí, que no sabía dónde estaba, el enfureció y empezó a levantar cosas y a azotarlas en las paredes y suelo, las niñas que estaban en la habitación se atemorizaron y salieron corriendo, una maestra entro a la habitación al ver a las demás salir corriendo.

Me miro sola, sentada en la cama recargada en la cabecera escondiendo mi cabeza entre mis pies y mis manos, los objetos seguían flotando y al ver que la maestra se acercaba a mí para sacarme él le lanzo una silla golpeándola en la cabeza haciéndola caer desmayada.

-¡BASTA!- grite entonces.

Los libros y las demás cosas no tan pesadas me empezaron a golpear, es en ese entonces cuando me di cuenta de que me necesitaba.

-¡Dije que pares ya!- le grite molesta mirándolo.

El paro un momento… pero solo un momento, cuando baje la guardia me arrojo otro libro a la cabeza mientras le daba la espalda, me voltee a verlo y este estaba ahogándose de risa por mi expresión, no sabía cómo había adquirido aquella sombra, pero sé que me necesitaba para algo o me hubiera golpeado con una silla en ese mismo instante.

En ese entonces entraron más maestras y vieron a la que estaba tirada en el suelo, se acercaron a ella para ver como estaba, por suerte solo estaba desmayada, una de ellas me miro frunciendo el ceño como si yo tuviera la culpa de lo que paso, yo no podía controlarlo siempre.

Ese mismo día en la tarde me avisaron que mi padre había llegado por mí, me puse muy feliz  y salí corriendo a recibirlo, pero al verlo fue diferente, su mirada estaba apagada y su piel estaba realmente pálida. Entro al despacho de la directora y hablaron por un largo rato, cuando salieron del despacho la directora tenía un aspecto totalmente diferente al de antes, era como si su vida hubiera desaparecido, indico al portero que me retiraría y entro nuevamente.

La pude observar nuevamente cuando iba en el coche mirando por la ventana, ella estaba en su despacho en el tercer piso mirando por la ventana, cuando mire como una sombra se posaba detrás de ella y la atravesaba con su mano como si nada  y ella caía.

Por alguna razón no me atemorice en ese instante, lo tome como lo mas normal del mundo.

Cuando salí de ese lugar al que llamaban “El paraíso de los niños” las calles estaban rodeadas de llamas, las casas estaban desmoronándose poco a poco y otras cuantas consumiéndose por el fuego.

-papá… ¿Qué está pasando? – pregunte asustada.

-Pronto llegaremos a casa hija- respondió sin quitar la vista de enfrente. Pareciera que no se daba cuenta de lo que pasaba alrededor.

Estaba muy asustada, mi papá no parecía el mismo de antes. Cada calle donde pasábamos miraba esas sombras detrás de las personas, y una a una caían en las banquetas o se terminaban aventando en las llamas, mis  manos empezaron a temblar y mis lágrimas a salir una tras otra cada vez más rápido.

-¿Papá que está pasando?- dije con la voz entre cortada

-Tranquila hija, pronto llegaremos a casa- volvió a decir de la misma manera de antes.

Seguí mirando cómo la gente se volvía loca y se terminaba suicidando, cuando de pronto un gran estruendo se escuchó en mi ventana, al voltear a ver era un hombre que se había aventado al coche cubierto en llamas, aún recuerdo su expresión… solté un grito desgarrador para cualquier humano cerrando los ojos y tapando mis oídos al tiempo que me sentaba abajo del asiento del coche llorando, estaba aterrada para ese entonces.

¿No era suficiente trauma para una niña de 3 años?... pues no, ellos no lo pensaron así.

Al llegar a mi casa mi padre salió del coche y abrió la puerta de mi lado, me tomo del brazo y me saco casi jalándome, el patio estaba literalmente muerto,  si, muerto, no había vida en ese lugar, ¿el jardinero no rego el jardín en 6 meses?

Al entrar a la casa mi madre no estaba, mi padre me dirigió a la sala de estar.

-Vamos, has que se muevan – dijo con una cara extraña. No sabía que quería que hiciera. – ¡Vamos! ¡¡¡Muévelos!!! – grito mientras me tomaba de los hombros y me sacudía.

Me asuste y grite. – ¡PARA!- y fue entonces cuando él apareció y lo aparto de mi de un golpe que lo hizo caer de espaldas. – ¡PAPÁ! – grite mientras me acercaba, pero él me detuvo y se puso frente a mí.

-Él ya no es tu padre – Habló… era la primera vez que lo escuchaba hablar, su voz era ronca y muy grave, jamás podre olvidar esa voz.

Mis DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora