C U A T R O

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― ¡Santa mierda! ¿Qué banco robaste? ― nos habíamos detenido en una gasolinera. Mientras hacíamos la necesaria parada para poder recargar con gasolina el auto de Floyd, éste mismo le mostraba a Demyan como el baúl del Mustang estaba repleto del dinero que anteriormente me había mostrado a mí, aquella vez en el baño de mi ahora ex hogar.

― No robé ningún banco, idiota. ― Floyd seguía enojado, aunque intentara ocultarlo y negarlo diciendo que estando molesto no iba a ganar más nada que conflictos, se le notaba hasta en los poros como fingía. ― Confórmate con saber solo eso. ― asintió mientras le daba un par de palmadas al más bajo con algo de rudeza en su hombro.

― ¿Alguno de los dos se le ocurrió la grandiosa idea de traer cigarrillos? ― pregunté por fin. Pero ambos negaron. Maldije en mis adentros ya que esta escena era digna de un cigarrillo, es una lástima que los haya olvidado. El conticinio que estábamos presenciando era el tiempo perfecto para relajarse destrozándonos los pulmones.

― Yo iré por ellos. ― se ofreció Floyd, levanté el pulgar en agradecimiento y este se dirigió a una de esas tiendas que están disponibles las veinticuatro horas. Me senté en el capo del auto y enseguida, Demyan se unió a mí.

― ¿Sabes qué significa Lachesism? ― rompió el sepulcral silencio

― ¿Leche-qué? ― fruncí el ceño al escucharle y fijé con atención mi mirada en él.

Lachesism...es el supuestamente extraño deseo de ser víctima de un desastre...como un accidente aéreo o una catástrofe de cualquier tipo. Yo tengo eso. ― aclaró orgulloso levantando su dedo índice. Observé a Demyan como si este fuera un espécimen desconocido. Él era increíblemente extraño, nunca había conocido a alguien como él. Solté una de esas carcajadas que suelo utilizar cuando no tengo ni idea de que carajos decir. ― ¿Tu qué hiciste?

― ¿A qué te refieres?

Mayweather es un ladrón, eso está claro, robó algo o a alguien, eso lo averiguaré luego, también es un mala conducta y puedo asegurar que tiene problemas con controlar su ira. Yo soy un suicida, un enfermo mental, una persona con una mente desordenada e inestable, aparte de eso, soy vendedor de sustancias ilícitas. ― soltó una fría y gélida risa ― ¿Y tú...? ¿Tu qué eres? Vamos, que no puedes ser alguien normal si estas con nosotros.

― ¿Qué te hace pensar que no?

― Una niña normal no estaría con dos inadaptados sociales en un auto sin rumbo. ― ahora la que reía de manera fría y gélida era yo.

― Pues ¿Para qué negarlo? De normal no tengo ni una hebra de cabello.

― Deja de evadir mi pregunta, Meyou. ― dijo dándome un ligero codazo

― Eh...yo...

― Aquí tienes. ― fui interrumpida por el pelinegro, quien aventaba en mi regazo una cajetilla de Malboro y un encendedor rosa con una diminuta linternita. ― Pensé que te gustarían esos pequeños detalles ― me guiñó el ojo y me señaló con el dedo

― Vaya detalle. Gracias...supongo.

― ¿Qué hacían? ¿Coqueteaban? ― preguntó mientras los tres volvíamos de nuevo al interior del Mustang. Demyan y yo estallamos en risas, lo que ambos hacíamos estaba muy lejos de lo que significaba coquetear

― En realidad... ― añadió el greñudo mientras cerraba detrás de él la puerta de los asientos traseros ― No coquetearía con ella.

― Vaya manera de decirme que soy horrible. ― esta vez fue Floyd quien sonrió

So FreshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora