Llueve. Me levanto del charco y me quito el barro de mis botas. Probablemente me acaben pegando una paliza cuando vean toda mi ropa mojada al llegar a casa. Dejo salir un grito ahogado al darme cuenta de algo que no quería saber.
—...me van a matar.-Saqué de mi bolsillo mi walkman, estaba roto y mojado. Desconecté los auriculares y los tiré al suelo. Los pisoteé y seguí andando.
Llegué a casa. Sacudí mis botas de agua amarillas y toqué a la puerta. Efectivamente, ahí me esperaba mi hermano mayor. Puedes imaginar lo que pasó después.
Con el brazo lleno de moretones, subí a mi cuarto. Me quité las botas y me senté en la silla de mi escritorio. Empecé a dibujar. Mi habitación estaba llena de dibujos; mi papelera llena de hojas en sucio que ya no servían para nada sino para hacer bulto. Pasé un par de veces más el carboncillo por el cuaderno donde terminaba el dibujo. Cuando pensé haberlo terminado, lo firmé con mi nombre.
Estaba tardando mucho.
Me levanté con cuidado de no hacer mucho ruido, para que mi hermano no se molestara, y puse la silla en su sitio. Me puse mi colgante y me pasé la mano por el pelo, cuando alguien susurró a gritos mi nombre desde la calle para que abriera.
—Alice... ¡Alice!-Como siempre tenía prisa.
Cory era un chico nervioso. Al contrario de mí, que siempre estoy tranquila, él parecía que tomase café a todas horas. Puede que lo hiciera... quién sabe.Abrí la ventana. No estaba muy lejos del suelo a pesar de estar en la segunda planta, así que, como de costumbre, tiré mi cuerda de ropa vieja y me dispuse a bajar.
—Deprisa, ¡deprisa!-Se toqueteaba las manos y miraba a todas partes ya que, como era de noche, no le gustaba la idea de no ver qué había más allá de mi casa.—Ya voy, ya voy...-Antes de bajar, arrugué mi dibujo y lo tiré a la papelera. Escalé la cuerda hasta que mis pies tocaron el suelo mojado por la lluvia.