Ella, mi mejor amiga.
La conocí a los seis, la observe.
Con sus coletas de cabello dorado como el sol y ojos azules como el mismísimo cielo.
Desde la primera hermosa sonrisa que me regalo nos volvimos inseparables,
Siempre juntas, compartiendo nuestra magia.
Jugábamos a las escondidas, corríamos, saltábamos sobre las hojas de otoño.
Y yo, no podía estar más feliz de haberla encontrado, en mi vida tan solitarita y tímida.
Yo había alcanzado a mi mejor amiga...
Pero aquel día llego.
Sin despedirse, solo me dio una de esas cálidas sonrisas, de esas que eran tan suyas, y se fue.
Mi niña infantil creía que San Valentín se la había llevado, porque ella, era amor puro.
Semanas, meses y yo aun seguía con la esperanza de volverle a ver para jugar, pero eso no sucedió.
Mi corazón volvía a la soledad... fue a los diez años que supe que jamás volvería a verla...
Pasaron los años y crecí, fue en quinto de secundaria, cuando leyendo encontré entre paginas, el barco de papel azul, símbolo de nuestra amatad.
Y la recordé... como siempre lo hacía cada catorce de febrero.
Aquella vez, a mis diez años, me explicaron lo que eran esos llamados "amigos imaginarios".
Sea cual sea la forma en la que nos conocimos o si fue tan solo producto de la imaginación de una niña solitaria y fantasiosa o cosas que a esa edad pasan...
Para mí, ella siempre, siempre, será... mi mejor amiga.