Capítulo 25- Voy a aferrarme a ti.

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     Un par de días transcurrieron y Rachell ya había dado dos presentaciones en el teatro donde había comenzado a trabajar, todavía no había podido ir a buscar su liquidación en el bar, por lo que planeó hacerlo al finalizar la semana. Gabriela y ella comenzaban a forjar una buena amistad de trabajo y fuera de él también, ya se habían reunido en una ocasión para tomar café junto a Nicole. Así que las tres jóvenes se la llevaban bastante bien.

     El tratamiento que se había dispuesto a llevar con su doctora para la cuestión de la fertilidad, iba viento en popa. Las cosas estaban saliendo bien para ella. Manuel, por otro lado, había estado meditando eso de darle una oportunidad a su madre, la decisión no era para nada fácil, pero cada día su novia le aconsejaba intentar enfrentar su pasado y superarlo.

    Samuel, por otro lado, seguía manteniéndose en contacto con su ex mujer. Después de saber lo de su cáncer y que además su marido había muerto, y sólo contaba con el apoyo de su hija de diecinueve años, y una hermana que vivía en el país, la pesadumbre lo aprisionó. Él no era un hombre malo, era amable, compasivo, no podía ser rencoroso y menos con una situación tan delicada.

-Hola –Saludó Gabriela adentrándose en su oficina. Samuel se despabiló y apagó la pantalla del ordenador de inmediato.

-Hola, cielo ¿Cómo estás?

-Mejor que tú... ¿Qué sucede Samuel? –Se acercó hasta rodear el escritorio. Se sentó frente a él afincándose en la superficie de madera. Samuel arrastro la silla de rudillas hacia atrás, haciendo espacio entre él y el escritorio, la cogió por las caderas y la jaló para sentarla en su regazo. Gabriela lo rodeó con sus manos por los hombros y lo miró con fijeza.

-Nada.

-¿Seguro? No te ves bien ¿Estás cansado?

-Sí, estoy un poco cansado. He tenido mucho trabajo –La rubia torció los labios y asintió.

- ¿Quieres que te prepare algo para comer?

-No, mejor vayamos a mi habitación. Quiero perderme en ti...

- Si eso te hará sentir mejor –Encogió los hombros y se levantaron para ir a la habitación.

Subieron al piso contiguo, ella unos pasos delante de él, cogiéndolo por la mano y guiándolo hacia la habitación, abrió la puerta, entraron y ella cerró. Colocando el pestillo.

-Para evitar sorprecitas –Anunció pese a que nadie más estaba en la casa. Sus hijos ya tenían su hogar con sus novias y su madre no llegaría hasta el día siguiente.

     Se colocó frente a él y con ternura comenzó a desvestirlo, mirándolo de vez en cuando con una dulce sonrisa floreciendo en sus carnosos labios. Samuel suspiró embelesado por su belleza, se dejó hacer con las manos a ambos lados de su cuerpo, mientras ella lo desnudaba y a su paso acariciaba. Gabriela tenía el cabello rubio cayendo en hondas hasta sus pechos, un vestido veraniego de flores en color pastel, unos tacones de plataforma azul cielo y accesorios a juego. Le encantaba como se vestía, tan alegre como sus mismos ánimos. Preciosa, resaltando entre las personas, como un ángel. A veces sentía como si una luz procediera de ella. Como un ser celestial.

-No me mires así –Dijo ella soltando una risita. Samuel frunció el ceño y miró a sus ojos azules claros.

- ¿Cómo así?

- Como si quisieras averiguar algo en mí, que ni yo misma sé.

- Tal vez sea así.

- ¿Ah sí? ¿Qué quieres averiguar? –Acarició su pecho con la yema de sus dedos, causando escalofríos en su piel. Llegó al borde de su pantalón y tomó el cinturón con tranquilidad. Lo soltó y luego lo sacó. Desabrochó el botón del pantalón, bajó el cierre y luego lo dejó caer hasta sus pies.

Ascendiendo de las Tinieblas - Segunda parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora