Parte única.

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La danza puede revelar todo lo misterioso que yace oculto en la música y tiene el mérito adicional de ser humano y palpable. Bailar es poesía con el movimiento de brazos y piernas.

Sentía que la luz de los reflectores podría cegarlo en cualquier momento si seguía desconcentrado. Sus brazos y piernas se movían de acuerdo con el ritmo de la preciosa música que resonaba dentro de aquel precioso auditorio mientras daba una que otra vuelta de vez en cuando.

Algunos mechones de su perfecta cabellera castaña se habían pegado a su frente; la cual había comenzado a brillar un poco debido al sudor que era expulsado a través de sus poros por el gran esfuerzo físico que hacía desde el comienzo de su presentación.

Bailar, bailar sobre un escenario y delante de un público constituye la mayor de las felicidades. A decir verdad, incluso sin público, incluso sin escenario, bailar es el colmo de la embriaguez. Una alegría tan profunda justifica los sacrificios más crueles. Hay que presentar la danza como lo que es: no un medio, sino la recompensa.

El bailarín detuvo sus movimientos cuando fue capaz de visualizar a la joven con la cual compartía el escenario aquella noche. Se vio obligado a detenerse por mucho que le costara.

Park JiMin era un bailarín bastante reconocido desde hacía ya un par de años dentro de todo el continente asiático. Cada una de sus presentaciones se convertía en un éxito total con el simple hecho de ponerse de pie frente a un enorme grupo de personas; entusiastas del arte en su mayoría. Era esa la razón por la que muchas agencias de entretenimiento coreano tomaban la decisión de invertir en su talento, pues sabían que las ganancias serían mucho mayores que la cantidad de dinero invertido al inicio.

El bailarín se mantuvo estático mientras observaba la presentación de su compañera. Era una joven promesa dentro de la danza contemporánea y, a pesar de no tener tanta experiencia como él, consiguió cautivar al público en cuestión de segundos.

Park JiMin intentó regular su respiración antes de continuar con su número. Su pecho subía y bajaba con rapidez, intentando recuperar todo el aire que le habían robado apenas comenzar a bailar. Sus labios esbozaron una pequeña sonrisa mientras observaba el desempeño de la bailarina; lo estaba haciendo verdaderamente bien.

Después de algunos minutos la mirada del joven bailarín se dirigió al público. Todos los presentes parecían estar inmersos en los delicados movimientos de su compañera, tanto que ninguna de aquellas miradas estaba puesta en él.

Fue entonces cuando una profunda voz resonó en su cabeza una y otra vez al mismo tiempo en que la imagen de aquel atractivo chico que había conocido desde que era un niño invadió sus recuerdos.

Un amargo sentimiento de nostalgia invadió el cuerpo del joven bailarín mientras recordaba la perfecta sonrisa rectangular que se esbozaba en los finos labios de su antigua pareja después de comentarle que no importa que seas el mejor dentro del escenario, los reflectores no siempre estarán apuntando hacia ti.

Y, sin previo aviso, Park JiMin fue transportado a una época totalmente diferente a la que se encontraba en la actualidad. La oscuridad del auditorio fue reemplazada por la luminosidad de una pequeña sala de ensayo y la audiencia que observaba su presentación desapareció de forma repentina.

Sus piernas ardían como el infierno en aquel preciso momento y su corazón latía desbocado mientras sujetaba con algo de fuerza la botella de plástico que mantenía entre sus manos. Llevó la botella hasta sus labios con lentitud, ese sentía realmente débil después de realizar el número que debía practicar.

Eso ha estado bien, hyung – los ojos marrones del bailarín se enfocaron en el marco de la puerta de aquel pequeño salón –. Definitivamente mejoras cada día.

DANCER » VMIN ONE SHOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora